Este miércoles 6 de septiembre fue reportada como desaparecida Mineria Palomeque Martínez, una de las heroínas y sobrevivientes a la masacre de Bojayá. Fue vista por última vez en la Terminal de Transporte del norte de Medellín.
La Alcaldía de la ciudad ya difundió un cartel para ayudar en su búsqueda y se explica que la mujer padece de esquizofrenia y bipolaridad. El hecho también fue reportado a través de redes sociales, por lo que varios usuarios han ayudado a compartir el llamado para que Palomenque Martínez aparezca lo más pronto posible.
Palomeque hace parte del programa de protección de la Unidad de Víctimas por ser sobreviviente de la recordada masacre de Bojayá, que dejó a 80 personas muertas, y porque desde hace unos años su salud mental viene empeorando.
“Cerca de 2015, las monjas agustinas de Bellavista informaron a Aida (su hija) que la salud mental de Mineria había empeorado y era necesario que alguien se hiciera cargo de ella. A raíz de eso, logró que la Unidad para las Víctimas, que ya había indemnizado a Mineria como víctima del conflicto, le facilitara los recursos para brindarle atención psicológica”, se puede leer en su página web.
Mineria también es víctima de violencia intrafamiliar. La Unidad de víctimas señala en la historia de la mujer que Aida, su hija, recibió en noviembre de 1985 una triste llamada: “El marido de su madre le había agredido con una violencia tal que Mineria había perdido el bebé que esperaba”. Esta situación habría causado sus problemas mentales, según comentó la hija.
Aida para ese entonces vivía en Medellín e intentó llevarse a su madre para allí. Pero ella misma se opuso porque a los pocos días de la golpiza volvió con su marido.
Las dos dejaron de hablar por cuatro años hasta que Aida visitó a su madre en Murrí, Chocó, y se enteró de que el marido la había abandonado y que un tío se estaba haciendo cargo de su cuidado porque ya estaban comenzando sus problemas mentales.
Como ella no podía hacerse cargo de su madre, le pidió a su padre, el primer marido de Mineria, que la cuidara. “Ya que usted nunca veló por mí, ni me ayudó en nada, hágase cargo de mi mamá. Recíbala en su casa y manténgala”, le dijo. Por eso Mineria llegó a Bojayá en 1991.
La masacre
El 2 de mayo de 2002 la extinta guerrilla de las Farc se enfrentó a las Autodefensas Unidas de Colombia para tomar el control del río Atrato, en Chocó. El epicentro de la confrontación fue Bellavista, casco urbano de Bojayá, sin importar que de por medio hubiera civiles, entre ellos Mineira.
La comunidad se ocultó en la iglesia del pueblo, pero justo detrás de sus muros estaba atrincherado el grupo paramilitar. Apuntando a esa posición, las Farc lanzaron una pipeta bomba con un mortero, pero cayó dentro del altar de la iglesia y mató a unas 80 personas que estaban ahí.
“Allí dormimos muchísimos, cerca de 400 personas. El 100 % de los habitantes de mi barrio, Pueblo Nuevo, estaba allí. Y desde mi barrio, la guerrilla disparaba hacia donde estaban los paramilitares, que estaban ubicados al pie de la iglesia”, contó una sobreviviente a la Unidad de Víctimas.
El padre Antún Ramos comenzó a evacuar a los heridos más graves hacia Vigía del Fuerte, un municipio ubicado al frente de Bellavista. “Mineria nos ayudó mucho esa noche: nos daba agua, nos pasó cobijas que sacaba de las habitaciones de los sacerdotes y nos arropaba”, comentó Macaria Allín, una monja que por años cuidó a Mineira dada su salud mental.