Después del 5-0: de la euforia a la tragedia

Infobae hace un recuento de las repercusiones que tuvo la goleada sobre Argentina el 5 de septiembre de 1993 en distintas esferas del país, y cómo estas terminaron fraguando un desenlace desafortunado

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Tras la histórica victoria ante Argentina, Colombia se sumergió en una ola de optimismo que derivó en distintas situaciones que culminaron con la participación del seleccionado en el Mundial de Estados Unidos 1994 - crédito Infobae
Tras la histórica victoria ante Argentina, Colombia se sumergió en una ola de optimismo que derivó en distintas situaciones que culminaron con la participación del seleccionado en el Mundial de Estados Unidos 1994 - crédito Infobae

Cuando un colombiano escucha las palabras “el 5-0″, solo hay un momento que se viene a la cabeza y, en algunos casos, a la memoria. Sea porque lo vivieron en carne propia o porque encontraron la repetición del partido en la red, la referencia a la histórica goleada que le propinó la selección Colombia a su similar de Argentina en el Estadio Monumental por las Eliminatorias al Mundial de Estados Unidos 1994 cuando se escuchan esas palabras, es ineludible.

A día de hoy todavía se discuten los aspectos positivos y negativos que quedaron luego de esos 90 minutos de lucidez técnica y táctica para el combinado dirigido por Francisco Maturana. Pero independiente del juicio de valor, ese partido fue uno de los momentos que culturalmente definieron a Colombia y a su gente. Generaron un entusiasmo y un fervor a nivel nacional que a lo sumo sólo pueden compararse con los despertados por el combinado nacional en el Mundial de Brasil 2014.

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Todo el país se quiso sumar al bus de la victoria, a nivel internacional se daba a la Tricolor como uno de los animadores del torneo, y se entregaron al fervor colectivo. Mientras tanto, una serie de factores conspiraron para lo que terminó siendo una participación decepcionante desde todo punto de vista, y una tragedia que alimentó la reputación del país como uno violento hasta niveles absurdos.

Es por eso que Infobae Colombia hace un recuento por las repercusiones de un partido que marcó un punto de quiebre en la historia de Colombia en más sentidos que los meramente futbolísticos.

Una celebración a costa de la vida propia

No hay que olvidar que Colombia en 1993 vivía aún los estragos de la guerra de los carteles de la droga contra el Gobierno nacional. El hecho de que el país destacara en algo que no fuese la persecución a Pablo Escobar o el conflicto armado produjo una catarsis desbordada. Aún se recuerda el pedido del narrador William Vinasco en plena transmisión del 5-0 para que las autoridades declararan el 6 de septiembre (un lunes) como día cívico.

La Alcaldía de Bogotá accedió al pedido y desde la noche del 5 de septiembre y en los días siguientes al juego se celebró por todo lo alto, con la población saliendo a las calles con maicena en mano, haciendo el “uno, dos, tres, cuatro, ¡cinco!” en un momento donde el alcohol no podía faltar.

Sin embargo, las autoridades no tardaron en dar un reporte desalentador producto de las celebraciones. En Bogotá y producto de los excesos con el alcohol, se reportaron 82 muertos (67 de ellos por homicidio), 725 heridos, y 15 por accidentes de tránsito producto del estado de embriaguez generalizado.

En su momento Semana reportó así este episodio:

“Mientras en ciudades como Barranquilla o Cali el festejo se circunscribió a los tradicionales bailes y carnavales callejeros, en la capital del país se vivió un pequeño infierno. Gente que disparaba al aire, borrachos que se lanzaban a los automóviles, buses y carros incendiados, y hasta instalaciones oficiales, como el aeropuerto El dorado y el estadio El Campín, semidestruidos por la turba”

Dicho medio habló en su momento con José Abelardo Posada, jefe de su división de Comportamiento Humano del Ministerio de Salud. Bajo su concepto, el hecho de que se diera a conocer la “guerra psicológica” desatada por los argentinos durante la previa del partido con situaciones como que intentaran perturbarles el sueño en el hotel donde se alojaban en Buenos Aires, o las declaraciones de Diego Armando Maradona fue clave cuando entró en juego el particular contexto colombiano. Uno marcado por “la frustración y desesperanza que la ola de violencia de los días anteriores al partido de fútbol tenía sumido al país. La goleada contra Argentina tenía dimensiones de venganza contra la violencia. Pero paradójicamente, produjo más violencia”

La política saca réditos de la gesta deportiva

Durante la campaña presidencial de 1994, Ernesto Samper recibió el apoyo público del "Pibe" Valderrama, lo que terminó en una controversia nacional cuando estalló el "proceso 8.000" - crédito EFE
Durante la campaña presidencial de 1994, Ernesto Samper recibió el apoyo público del "Pibe" Valderrama, lo que terminó en una controversia nacional cuando estalló el "proceso 8.000" - crédito EFE

El 6 de septiembre, cuando la selección Colombia arribó de manera triunfal a Bogotá para una recepción en el estadio El Campín, fueron condecorados por el presidente César Gaviria. Todo el plantel recibió la Cruz de Boyacá por lo conseguido en suelo argentino.

En su discurso, el mandatario elevó lo conseguido por el combinado tricolor a la altura de las gestas libertadoras de Simón Bolívar:

“Hoy más que nunca estoy convencido que tenemos las bases suficientes para mirar con orgullo nuestro presente y nuestro porvenir. Y lo digo con la seguridad que me embarga: ya no hay vuelta de hoja, no hay paso atrás, no hay camino de reversa. Atrás quedan los pesimistas. Atrás quedan los violentos. Atrás quedan los perseverantes pregoneros del desastre. La magia del fútbol surgió de manera asombrosa y reina sobre Colombia”

Pero ahí no terminó la adhesión de la clase política a lo conseguido por la selección Colombia. En esos momentos ya estaba en marcha la carrera presidencial entre Ernesto Samper y Andrés Pastrana, y el Pibe Valderrama sorprendió al participar de un anuncio de televisión invitando a votar por el primero.

Las palabras del Mono “Samper la mejor elección. Con el 10, todo bien todo bien” en la respectiva publicidad han quedado en la posteridad, sobre todo por los problemas que le trajo al capitán de la selección años más tarde cuando estalló el escándalo del proceso 8.000. En esa oportunidad se cuestionó el origen del dinero que recibió el futbolista por su participación en la campaña. Al respecto, el samario fue claro en que el dinero lo recibió directamente desde las oficinas del Partido Liberal, y no se le abrió ningún proceso penal por esta participación.

La industria privada se vuelca en apoyo a la selección

Max Caimán, la mascota de la selección Colombia durante los meses previos al Mundial de 1994, marcó el ingreso definitivo de la industria privada alrededor del combinado nacional - crédito @nicoagudelo/YouTube Captura de pantalla
Max Caimán, la mascota de la selección Colombia durante los meses previos al Mundial de 1994, marcó el ingreso definitivo de la industria privada alrededor del combinado nacional - crédito @nicoagudelo/YouTube Captura de pantalla

Aunque este proceso se venía gestando desde antes de las Eliminatorias (en particular luego de la destacada participación de Colombia en la Copa América de 1993), el 5-0 le dio la confianza definitiva a las empresas nacionales, o bien de apoyar a la Tricolor como patrocinadores oficiales, o bien para idear artículos de consumo de toda clase. Bavaria desde entonces se convirtió en el principal patrocinador de la selección.

Justamente desde la cervecera se ideó la creación de Max Caimán, la mascota que iba a “traer suerte” a la selección en el Mundial. “El toque-toque de Max Caimán le da suerte a la selección, te lo dice Wilson Pérez”, decía el comercial protagonizado por el defensa del América de Cali y titular esa noche de Buenos Aires. La campaña publicitaria derivó en una importante cantidad de objetos de merchandising con premios que incluían desde automoviles hasta viajes a la isla de San Andrés. También se vendían las figuras de Max Caimán, que se hicieron tan populares que no tardaron en ser pirateadas y vendida hasta en los semáforos de las ciudades del país. Hasta tuvo su propia historieta, en la que se veían historias de lo más descabelladas, como Leonel Álvarez hablando con Mijail Gorbachov, o John Jairo Tréllez “levantándose” a Madonna. La mascota los acompañó durante los amistosos de preparación, y dentro del traje estaba ni más ni menos que Julio Correal.

Ni siquiera Diomedes Díaz quiso perderse la fiesta, y acompañado de Juancho Rois fue el encargado de componer e interpretar Yo soy Mundial, el tema que sirvió como ánimo para Colombia en el Mundial de los Estados Unidos. De acuerdo con lo que contó el locutor radial Jaime Perez Parodi, la canción surgió de una “recocha” en la que Rois y el bajista Rangel El Maño Torres compusieron algunos versos haciendo referencia a la selección. Al cacique de La Junta le gustó la idea, y no tardó en llevarla al plano serio, convirtiéndose en una canción muy sonada durante los meses previos al Mundial.

El narcotráfico se suma a la fiesta

Los hermanos Rodríguez Orejuela, líderes del cartel de Cali, tuvieron influencia directa en la selección Colombia durante el proceso rumbo al Mundial de 1994 - crédito Infobae
Los hermanos Rodríguez Orejuela, líderes del cartel de Cali, tuvieron influencia directa en la selección Colombia durante el proceso rumbo al Mundial de 1994 - crédito Infobae

Para 1993 la relación entre el fútbol y el narcotráfico ya llevaba cerca de 15 años. Antes de ese momento se caracterizaba por la inversión de los capos de la droga en los clubes tradicionales del fútbol colombiano. El cartel de Medellín metió su dinero en Atlético Nacional e Independiente Medellín, el cartel de Cali en el América, y Gonzalo Rodriguez Gacha El Mexicano en Millonarios, sumados a los distintos testaferros que se involucraron en la mayoría de clubes colombianos de ese tiempo.

Pero con el cambio de década y ante el debilitamiento del cártel de Medellín por la guerra total con el Estado colombiano, se presentaron cambios en esa relación. De fomentar rivalidades regionales en los 80, se pasó a centrar ese apoyo en la selección Colombia y en influir para que los jugadores de uno u otro club estuvieran presentes en la convocatoria.

Un episodio en particular marcó ese vínculo entre los capos de la droga y la selección. El primero, tuvo lugar en mayo de 1994, mientras el combinado se encontraba en Cali concentrado previo a un partido de preparación ante el Parma.

En los adelantos del documental 1994, el primer año de nuestras vidas de Señal Memoria que se estrenará en septiembre, el periodista Mauricio Silva relató que unos hombres a las órdenes del grupo delincuencial movilizaron a todo el plantel con los ojos vendados hacia un lugar secreto donde fueron puestos ante la presencia de Miguel y Gilberto Rodríguez Orejuela. Allí se les ofrecieron unas sumas económicas de acuerdo a qué tan lejos llegaran en el certamen. En esa reunión, según versiones, también se les pidió que hicieran campaña públicamente por Ernesto Samper, algo que como se mencionó solo el Pibe Valderrama hizo de manera pública.

De igual modo Juan José Bellini, el entonces presidente de la Federación Colombiana de Fútbol y anteriormente presidente del América de Cali, fue detenido en 1995 por el CTI tras comprobarse sus nexos con el cartel de Cali sirviendo de testaferro para el grupo narcotraficante.

La expectativa internacional alimentada por las predicciones

Pelé fue una de las figuras internacionales que puso a Colombia como candidata a ganar el Mundial de 1994 - crédito AP
Pelé fue una de las figuras internacionales que puso a Colombia como candidata a ganar el Mundial de 1994 - crédito AP

El 5-0 fue una completa sorpresa a nivel internacional, porque si bien Colombia venía dando pasos importantes para hacerse notar en el panorama internacional, en ningún caso se esperaba que Argentina fuera a perder un juego de local, y menos por ese marcador. Es así como admirados por el juego mostrado por la selección en esa oportunidad, se sucedieron los comentarios de figuras de renombre mundial alabando su juego.

El más recordado de todos ellos fue Pelé, quien aseguró que Colombia era su selección favorita para quedarse con la Copa del Mundo de 1994, a la par que se mostraba crítico con su propia selección de Brasil. Irónicamente fue el Scratch quien se terminó llevando el certamen bajo el liderazgo de Romario y Bebeto.

Ese optimismo se extendió a dos entrenadores referentes del momento como Arrigo Sacchi, el seleccionador nacional de la Italia que terminó subcampeona de ese Mundial (además de un gran admirador del juego de Andrés Escobar), y Johan Cruyff, por esos días entrenador del Barcelona del Dream Team. Ambos manifestaron su admiración por el juego desplegado por los dirigidos por Maturana, y desde los medios de comunicación no se tardó en hacer eco de dichas declaraciones en las semanas previas al torneo.

El ambiente de optimismo exagerado

La portada de "vergüenza" del diario argentino El Gráfico alcanzó repercusión a nivel nacional y alimentó el optimismo desmedido en Colombia luego del 5-0 - crédito El Gráfico
La portada de "vergüenza" del diario argentino El Gráfico alcanzó repercusión a nivel nacional y alimentó el optimismo desmedido en Colombia luego del 5-0 - crédito El Gráfico

Eso condujo a un optimismo generalizado que anuló cualquier posible sentido de la crítica hacía el juego de la Selección o su preparación. A menudo se olvida que antes del 5-0 había un debate sobre quien debía ser el delantero titular entre el Tino Asprilla, el Tren Valencia, Iván René Valenciano y Victor Hugo Aristizabal, o sobre la elección de Óscar Córdoba como arquero titular tras el encarcelamiento del habitual René Higuita por mediar ilegalmente en un caso de secuestro.

Pero tras ese partido, todo se olvidó. Se comenzaron a transmitir repeticiones constantes del partido, se hacía hincapié en la “humillación” que sufrió Argentina mostrando la recordada tapa de El Gráfico titulada “vergüenza” sobre un fondo negro, y hasta se mostraron imágenes del juicio público que recibió el arquero albiceleste Sergio Goycochea en el programa argentino Tiempo Nuevot, cuando José Sanfilippo dijo su recordada frase “usted se comió todos los amagues, pibe”.

Una sencilla manifestación de esa euforia desmedida se puede ver durante las notas previas al primer partido de Colombia en el Mundial ante Rumania. En varias de ellas (que se pueden encontrar en la red) era habitual que cuando le preguntaban a los aficionados como iba a terminar el partido, estos respondieran “5-0″ de manera irreflexiva.

Preparación por debajo de lo esperado

Francisco 'Pacho' Maturana, entrenador de la Selección Colombia durante la clasificación y el Mundial de 1994 - crédito Colprensa
Francisco 'Pacho' Maturana, entrenador de la Selección Colombia durante la clasificación y el Mundial de 1994 - crédito Colprensa

En ese contexto, Colombia inició una preparación de seis meses en los que disputó un total de 21 partidos. Pero lejos de ser partidos amistosos que sirvieran como un verdadero fogueo, los rivales ante los que se midieron fueron de una calidad variable y llevaron a que se realizaran traslados demasiado largos que minaron el estado físico de los jugadores.

Algunos eran rivales destacados y también clasificados al Mundial como Suecia, México o Bolivia (la única capaz de vencer a Colombia en ese lapso), pero en otros casos se trataba de selecciones menores en el panorama como Panamá, El Salvador y Venezuela, o inclusive la suplencia del AC Milan.

El pasado 9 de agosto, uno de los miembros del plantel, Iván René Valenciano, señaló en el VBar de Caracol Radio que Pacho Maturana y su asistente Bolillo Gómez no preparaban los partidos durante el tiempo que estuvieron a cargo de la selección Colombia. “Nosotros nunca sabíamos cómo jugaba el rival, nunca supimos cómo jugaba Rumania ni cómo jugaba ningún equipo. ‘Pacho’ y ‘Bolillo’ se encargaban, solamente, de trabajar lo que nosotros teníamos que hacer y nunca nos detuvimos a mirar un partido de un equipo. No sabíamos si (Ioan) Lupescu pateaba de esta manera si Gheorghe Hagi la ponía en el ángulo con la pierna izquierda y en el costado izquierdo”, apuntó el Bombardero.

Eliminación prematura y tragedia

Andrés Escobar fue el gran señalado por la eliminación de Colombia en el Mundial de 1994 por un autogol en el partido decisivo ante los Estados Unidos. Diez días después fue asesinado en Medellín - crédito Colprensa
Andrés Escobar fue el gran señalado por la eliminación de Colombia en el Mundial de 1994 por un autogol en el partido decisivo ante los Estados Unidos. Diez días después fue asesinado en Medellín - crédito Colprensa

Esa suma de elementos tuvieron su manifestación más evidente y opuesta a lo marcado por el 5-0 el 18 de junio de 1994, cuando Colombia debutó en el Mundial de Estados Unidos ante Rumania. El Rose Bowl de Pasadena esperaba una nueva exhibición de toques cortos y contraataques letales como la de ese 5 de septiembre de 1993.

Nada más lejos de la realidad. A los 15 minutos de juego, el atacante Florin Raducioiu aprovechó un espacio en la banda derecha para recibir un balón filtrado y batir a Óscar Córdoba. Colombia intentó responder lanzándose al ataque pero con una desesperación y falta de criterio que no habían mostrado durante las Eliminatorias. Ahí donde la Tricolor no pensaba en sus rivales para afrontar los partidos, Rumania estudió hasta el más mínimo detalle del juego. Inclusive la tendencia de Córdoba de salir del arco más de la cuenta fue estudiada por la gran estrella rumana, Gheorghe Hagi, que convirtió el 2-0 con un increíble disparo de larga distancia. El Tren Valencia descontó finalizando el primer tiempo, pero en la parte complementaria Colombia seguía sin encontrar el rumbo, a pesar de que no faltaron las intervenciones del guardameta Bogdan Stelea. Finalmente al minuto 89, Raducioiu aprovechó un nuevo error en la defensa nacional y una mala salida de Córdoba para rematar a puerta vacía y decretar el 3-1.

Aunque en la previa se esperaba que Rumania fuera el rival más complicado, el optimismo general bajó considerablemente luego de esa derrota, debido al desespero mostrado por los jugadores colombianos. El 22 de junio nuevamente en el Rose Bowl, Colombia se midió ante la anfitriona Estados Unidos con la esperanza de enderezar el rumbo. Pero la apatía del combinado nacional se hizo notar desde el principio. Incapaces de generar juego ofensivo con claridad, al minuto 35 Andrés Escobar convirtió un autogol en propia meta cuando intentaba rechazar un centro peligroso los norteamericanos. En la segunda parte el volante Earnie Stewart ganó la carrera a la defensa colombiana mientras buscaba un balón al espacio, y ante una nueva salida en falso de Córdoba, remató al palo izquierdo para aumentar la ventaja. Colombia no pudo reaccionar y de nuevo un tardío gol del Tren Valencia en el minuto 90 maquilló lo que terminó siendo una gran decepción nacional.

La victoria ante Suiza por 2-0 en el último juego cuando la eliminación estaba certificada, solo sirvió para alimentar la sensación de que era una generación que podía haber dado mucho más. De este modo Colombia hacía las maletas antes de tiempo y apenas diez días después de su autogol, el 2 de julio de 1994 Andrés Escobar fue asesinado en una discoteca de Medellín en hechos que nunca fueron totalmente esclarecidos tras una disputa verbal con los hermanos Gallón Henao, vinculados con el narcotráfico. Así, lo que comenzó con violencia motivada por la euforia, terminó en violencia motivada por la frustración. Era el fin de una era para el fútbol colombiano.

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