La asombrosa historia del colombiano que viajó a Estados Unidos en el tren de aterrizaje de un avión y sobrevivió para contarla

La aventura, que trascendió las fronteras de muchos países y por la cual ‘Guillermo Rosales’ fue tratado como un héroe, tomó un rumbo diferente después de una investigación en EE.UU.

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La historia del joven que viajó como polizón en un avión en 1993 - crédito Enaire
La historia del joven que viajó como polizón en un avión en 1993 - crédito Enaire

Juan Carlos Guzmán Betancur se dio a conocer en 1993 en todo el mundo cuando llegó en calidad de polizón a Estados Unidos, prácticamente muerto. Los medios locales publicaron en ese entonces que el joven “había llegado del cielo como un milagro”, porque soportó una temperatura que rondaba los -28 grados, a una altura de 10.675 metros sobre el nivel del mar.

Eran las 2:15 de la madrugada de un viernes de junio de 1993, cuando un empleado del aeropuerto de Miami inspeccionaba el tren de aterrizaje de un avión DC-8, de carga, perteneciente a la empresa Arca, que llevaba flores procedente de Colombia.

La sorpresa para el empleado del aeropuerto fue cundo del tren de aterrizaje cayó un muchacho “congelado y sin sentido”, como si fuera una piedra.

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En ese momento nadie podía entender cómo “Guillermo Rosales”, como dijo inicialmente que se llamaba, pudo resistir la temperatura extrema, la falta de oxígeno y, por si fuera poco, el riesgo de quedar aplastado por las ruedas de la aeronave, o caer al vacío en el momento en que salieron las ruedas del avión para el aterrizaje.

Debía haber muerto definitivamente. Las ruedas al subir podrían haberlo aplastado; hay poco oxígeno en esa altitud y la temperatura debe haber estado en menos 28 grados”, relató Richard Ungerer, un mecánico que trabajaba en el aeropuerto de Miami.

En ese momento Rosales fue remitido de inmediato al Hospital Panamericano, de donde salió al poco tiempo, cuando su estado de salud ya era óptimo. Una vez se conoció la historia de este joven, muchos expertos no salían de su asombro, aunque algunos se mostraban escépticos sobre lo que Rosales había experimentado.

Allí, donde él venía, no hay espacio ni oxígeno, las temperaturas son de hasta 20 grados bajo cero y no hay presurización. Él está vivo de milagro”, manifestaron algunos ingenieros de vuelo y empleados de la compañía que usó el polizón para transportarse a Estados Unidos.

Fue tanta la relevancia que tomó la noticia por la increíble ‘hazaña’ de “Guillermo Rosales”, que las personas empezaron a verlo como un verdadero héroe. Con este acto valiente, pero a la vez irresponsable, se hizo acreedor de la admiración de mucha gente convirtiéndose en la inspiración de todos los que buscan salir del país en busca del “sueño americano”.

En su primera versión al ser interrogado por la autoridades el joven indicó que su nombre era Guillermo y que estudiaba en el colegio Icet, de Cali, en la que estaba empezando segundo de bachillerato.

Al mismo tiempo, salió con la versión de que sus padres habían muerto y que por esa razón había quedado en la calle. También dijo que mientras deambulaba pudo hacerse amigo de algunos mecánicos y comerciantes del sector aledaño a la terminal de carga de Cali.

También relató que había decidido irse en un avión porque estaba desesperado por salir de Colombia. Indicó que primero había viajado en el tren de aterrizaje de un avión de Avianca de Cali a Bogotá, y luego había repetido la experiencia entre Bogotá y Miami.

El caso del polizón se volvió tan trascendental que Ruth Withney y su esposo, quienes vivían en Washington, se ofrecieron a adoptarlo.

Luego de todo este teatro se pudo confirmar que su nombre no era Guillermo Rosales, sino Juan Carlos Guzmán, ya que fue delatado por una tía en Colombia que reveló el verdadero nombre del joven. La tía contó además que tampoco era huérfano. De inmediato el gobierno de Estados Unidos lo deportó a Colombia.

“Yo reconozco que mentí cuando dije que era huérfano y que además oculté mi nombre auténtico y mi verdadera edad, pero todo eso lo hice para evitar que me deportaran el mismo día en que llegué a Estados Unidos”, dijo el polizón.

En 2005, la Policía detuvo a un hombre en una calle de Londres (Inglaterra) sindicado de una serie de robos en lujosos hoteles y por estafas en exclusivas tiendas. De inmediato esta historia pasó a las primeras páginas de los diarios de ese país.

Así lo describía la prensa local: ”Es un apuesto hombre, de veintinueve años, al que Interpol le atribuye por lo menos quince identidades, habla cuatro idiomas, suele alquilar automóviles Bentley con chofer, se comporta con modales refinados, usa ropa de diseñador y ha viajado por todo el mundo con pasaportes falsos. Para engañar a sus víctimas, algunas veces dice ser hijo de diplomáticos, en otras que es un huérfano de una etnia gitana de España y hasta llegó a presentarse como un millonario árabe”.

No tardó mucho en confirmarse que se trataba nuevamente de Juan Carlos Guzmán Betancur, quien en ese momento fue comparado por el diario New York Post con el estafador estadounidense Frank William Abagnale Jr., que inspiró la película Atrápame si puedes.

No tiene dificultad alguna para asumir, según le convenga, otras identidades y es capaz de cambiar de nombre usando pasaportes falsos u otras formas de identificación para ocultar su verdadera identidad y viajar por Europa”, dijo el juez Michael Peart, que mandó a Guzmán a la cárcel de Kent, de la cual se escapó en 2006, mientras se tramitaba su extradición a Francia. Luego de su fuga, la Interpol informó que le había perdido el rastro.

En 2010, el periodista Andrés Pachón logró hacer reaparecer a Guzmán en una entrevista, en la que contó su vida como ‘estafador’ en el libro Alias.

Luego surgió el libro El suplantador, que fue publicado en 2011, en el que se narraba la historia de este enigmático hombre, que fue considerado el “estafador colombiano más buscado en el mundo”.

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