La decisión de Pablo Escobar que creó a “Los Pepes”, el grupo que ayudó en la búsqueda del temido líder del cartel de Medellín

El asesinato de Gerardo Moncada y Fernando Galeano en ‘La Catedral’ fue el motivo por el que aliados y enemigos del temido capo colombiano se unieron para perseguirlo

Además de las autoridades, el capo colombiano Pablo Escobar fue buscado para ser asesinado por otros criminales - crédito Infobae

Entre los años 80 y 90, Colombia experimentó una de las crisis de violencia más recordadas en la historia mundial. El principal factor desencadenante fue la lucha entre capos por controlar el mercado de drogas en el país. A esto se sumó la guerra declarada por Pablo Escobar contra el Estado, lo que convirtió al líder del cartel de Medellín en objetivo tanto para las fuerzas públicas como para otros criminales.

Con el aumento de poder del temido narcotraficante colombiano, también se observó que el capo tomaba decisiones cada vez más irracionales. Este comportamiento irritaba tanto a los integrantes de su propio cartel como a los capos de otras regiones. A diferencia del discreto manejo habitual en el negocio de las sombras, a Escobar le gustaba llamar la atención con excentricidades y lujos, factores que contribuyeron a que su nombre se conociera a nivel mundial.

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Debido a ello y en una búsqueda por tomar el poder de todo el negocio del narcotráfico en Colombia, Pablo Escobar inició una guerra directa en contra del cartel de Cali, siendo la persona que ordenó poner bombas en las diferentes sedes de Drogas La Rebaja, el negocio farmacéutico de los hermanos Rodríguez Orejuela, cuyas ganancias eran utilizadas para camuflar los activos ilegales de la organización criminal y que años más tarde fue descubierto por las autoridades.

Drogas la Rebaja fue un emporio construido por Gilberto y Miguel Rodríguez Orejuela en 1983, tenían 872 locales que generaban 7.000 empleos directos y más de 30.000 indirectos. Los ingresos anuales eran por 1.2 billones de pesos, los cuales consolidaron a esta empresa como una de las 50 más grandes de Colombia.

Sin embargo, esto cambió luego de su entrega en 1991. Aunque desde La Catedral Pablo Escobar seguía controlando parte del negocio estando encerrado, la falta de libertad lo hacía sospechar de posibles traiciones. Esto lo llevó a asesinar a Gerardo Kiko Moncada y Fernando El Negro Galeano el 4 de julio de 1992. Sin saberlo, esta decisión marcó el final de su emporio.

Una de las versiones de este hecho señala que Moncada y Galeano habrían escondido más de 6.000 dólares con el objetivo de evitar el pago obligatorio que exigía Pablo Escobar a todos los narcotraficantes de Medellín.

La única foto que se tiene de Pablo Escobar, cabecilla del cartel de Medellín, durante su reclusión en la cárcel La Catedral, de Envigado - crédito Infobae

Esta decisión no se debía a una rencilla particular. Según la Comisión de la Verdad, Escobar también convocó a una reunión a los hermanos Fidel y Carlos Castaño, líderes de las Autodefensas Unidas de Colombia, con la intención de que sufrieran el mismo destino que sus otros dos socios. Esto se debía a que Pablo tenía sospechas de una posible alianza entre sus aliados y enemigos.

Los Castaño no asistieron a la reunión, y el asesinato de Moncada y Galeano hizo que el Gobierno nacional tomara la decisión de retomar el control y buscar un traslado de Pablo Escobar de La Catedral. Este operativo finalizó con un motín, el secuestro de dos funcionarios públicos y la fuga del narco el 22 de julio de 1992.

A pesar de estar de nuevo en libertad, Escobar no volvió a tener el poder que ostentaba antes de entregarse. El Estado creó el Bloque de Búsqueda con ayuda de la DEA y la CIA, pero este no era el único grupo enfocado en encontrar al líder del cartel de Medellín, ya que el cartel de Cali, alias Don Berna, los hermanos Castaño y otros antiguos socios del capo se unieron para formar a Los Pepes (Perseguidos por Pablo Escobar).

El objetivo de este grupo era asesinar a Escobar, pero a diferencia de la fuerza pública, estos no tenían ningún tipo de reparos en involucrar a los familiares del narcotraficante, puesto que en una ocasión pusieron una bomba que por poco termina con la vida de los hijos del temido capo. Debido a ello, Manuela, hija menor de Escobar, terminó con una sordera parcial.

Carlos Castaño era el líder militar de Los Pepes - crédito Infobae

Años más tarde se descubrió que en ciertos momentos la Policía Nacional recibió información por parte de Los Pepes para ayudar en la cacería que se convirtió encontrar el paradero de Escobar; esto fue confirmado por el exdirector de la Policía Nacional y expresidente de Colombia, el general Óscar Naranjo, que afirmó: “había un canal de comunicación directo entre la Policía y Los Pepes, y de ella se nutrían las agencias de Estados Unidos”.

Desde su fuga de La Catedral, Escobar intentó combatir al Gobierno nacional y a sus enemigos, pero ya no contaba con el mismo poder de antes, por lo que varios de sus hombres fueron asesinados y otros terminaron entregándose a las autoridades.

Al final, Pablo Escobar terminó refugiándose en una vivienda de un barrio promedio en Medellín, desde la cual intentó en varias oportunidades negociar con el Gobierno nacional una entrega con la condición de que su familia recibiera asilo político en el exterior, petición que fue rechazada por varias naciones.

De hecho, una llamada a su hijo luego de que este y otros familiares del capo fueran devueltos de Alemania, fue la comunicación que alertó a las autoridades de la ubicación exacta de Escobar en el barrio Los Olivos, en el occidente de Medellín, lugar en el que fue asesinado el 2 de diciembre de 1993.

Pablo Escobar fue asesinado el 2 de diciembre de 1993 - crédito Infobae

Aunque el informe oficial por parte de las autoridades afirma que el narcotraficante fue abatido por un uniformado, una de las leyendas urbanas que se ha creado alrededor de este hecho señala que fue un miembro de Los Pepes el que terminó con la vida de Pablo Escobar.

“Resulta para mí incomprensible que mis eternamente enemigos hayan gozado de mis simpatías en otros tiempos. Hay momentos en que pienso en que, si no hubiera tenido razones para ser contrainsurgente, habría sido guerrillero… Debo reconocer que estimé a Pablo en aquella época, pero no tanto como llegué a despreciarlo”, afirmó Carlos Castaño en una entrevista a Semana.