Francisco Javier Zuluaga, alias Gordo Lindo, intentó burlar la extradición que pesaba en su contra a Estados Unidos colándose en el proceso de desmovilización paramilitar, pero fue descubierto como un narcotraficante puro.
Pese a ese antecedente buscó acogerse a la JEP para ser beneficiado con la libertad, y aunque fue rechazado por el tribunal especial, logró su objetivo por otro camino: el desorden judicial.
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Disfrazado de paramilitar, Zuluaga Lindo se presentó el 25 de agosto de 2005 en el centro vacacional o turístico estadero Urungano, en el municipio de Itsmina. Era el hombre número 358 de los más de 600 hombres del Bloque Pacífico, Frente Héroes del Chocó, que se desmovilizó como parte del proceso de las Autodefensas Unidas de Colombia (AUC).
Aunque fue incluido en los listados de Justicia y Paz, rindió versiones libres e, incluso, entregó bienes como compromiso de reparación, siete años después se cayó la mentira. Las autoridades descubrieron que alias Gordo Lindo o Pingüino, como también era llamado, no era un paramilitar, sino un narcotraficante que se había colado para evitar la extradición.
Zuluaga nació en 1970 en Cali, Valle del Cauca, del segundo matrimonio de Javier Jesús Zuluaga. El padre murió y la madre y la abuela se hicieron cargo tanto de Francisco Javier como del negocio de cría de caballos que dejó el difunto. Ese trabajo terminó por conectar a la familia con Fabio Ochoa Restrepo, padre de los jefes del Cartel de Cali; una relación que marcaría el futuro del joven.
A mediados de 1993 alias Gordo Lindo empezó a construir alianzas con los carteles del narcotráfico hasta que creó su propia oficina para enviar cocaína a los Estados Unidos y blanquear plata, que logró consolidar a finales del siglo. Para ese entonces, con el fin de evadir a las autoridades cambió hasta cinco veces de nombre, pero sabía que la justicia estadounidense ya le seguía la pista.
Para garantizar la seguridad de sus cargamentos de cocaína, se relacionó con el Bloque Calima y los comandantes de las AUC Vicente y Carlos Castaño, a quienes les pagó el gramaje, nóminas, les entregó vehículos y armas, e incluso, les sirvió de intermediario para el pago del impuesto a la droga ante otros narcos del Valle.
Cuando sintió que estaba cerca su captura y extradición a los Estados Unidos, decidió afianzar su relación con los paramilitares y pasó de esconderse en sus propiedades, a vivir en una zona de control de las AUC. Una protección que podía perder cuando inició el proceso de desmovilización.
Cercano a Vicente Castaño, alias Gordo Lindo decidió comprarle un cupo para ser incluido en el proceso y recibir como beneficios la no extradición, como contó Raúl Emilio Hasbún Mendoza durante audiencias de Justicia y Paz. El mismo Zuluaga le dijo a la Fiscalía que el comandante paramilitar le recomendó “politizarse” para poder ser acogido por la justicia transicional y por eso se volvió un anfitrión de Ralito, donde varios desmovilizados terminaron por conocerlo.
El punto de quiebre de su puesta en escena fue que, pese a su manifiesta cercanía con el desaparecido alias ‘El Profe’, Zuluaga Lindo no se desmovilizó en el Bloque Centauros, sino de una estructura poco conocida. La razón era que no podía ser incluido, sin generar sospechas, en los organigramas de la más alta dirección paramilitar.
Las confesiones de otros paramilitares lo terminaron de dejar al descubierto. Alias Fino, comandante financiero del Bloque Calima, señaló que solo era un financiador, y otros, como Robert Enrique Yáñez, señalaron que solo lo conocieron cuando se instaló la mesa de conversaciones.
La colada de Gordo Lindo en la desmovilización paramilitar parece clave para la ruptura que generó en esa organización la inclusión de narcotraficantes en las listas. Ever Veloza, alias ‘HH’, dijo que no había aceptado que Zuluaga se desmovilizara con el Bloque Calima, pero luego lo aceptó, por lo que Salvatore Mancuso le puso a su colega el apodo de ‘el Acertijo’.
Esa inclusión de los capos de la droga en la desmovilización generó rupturas entre Vicente y Carlos Castaño; este último no estuvo de acuerdo con la ‘jugada’ al proceso. Incluso versiones señalan que su muerte se debió a esa disputa entre los máximos comandantes de las AUC.
Cuando alias Gordo Lindo debió ser imputado como paramilitar a mediados de 2013, la Fiscalía en vez de acusarlo le solicitó a Justicia y Paz que lo excluyera, porque no se trataba de un miembro del grupo armado, sino de un narcotraficante. Al ser excluido terminó extraditado a Estados Unidos para responder por el delito de tráfico de drogas y lavado de activos.
Regresó al país en 2018 y fue recluido en la cárcel La Picota de Bogotá. En 2022, un juez de Medellín determinó que Zuluaga había cumplido la condena en prisión, por lo que le entregó la boleta de libertad que quedó suspenso hasta que su defensa presentó un habeas corpus.
Aunque el beneficio le fue negado, como explicó el director del Inpec coronel Daniel Gutiérrez, las autoridades carcelarias decidieron apresurar la definición de su salida de la cárcel que se cumplió a mediados de noviembre de ese año. Sin embargo, desde su regreso a Colombia alias Gordo Lindo tenía una medida de aseguramiento por más de 50 delitos que estaba vigente, según la Fiscalía, para el momento en que recobró la libertad.