La iniciativa de la administración local y Transmilenio de poner freno a los colados en el sistema masivo de transporte de la capital, estaría generando el malestar de una parte de la población bogotana.
Según cuentan varios relatos, la instalación de los torniquetes anticolados en estaciones y buses zonales estaría impidiendo la libre movilidad de usuarios de talla grande y personas en condición de discapacidad.
“Ya las personas de talla grande sufrimos a diario como para también tener problemas en el transporte público. Por la incomodidad de los torniquetes he llegado a pagar hasta dos pasajes para poder pasar”, señaló a El Tiempo una usuaria.
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El malestar del que habla la usuaria hace referencia a que las estructuras que fueron diseñadas para evitar el paso de personas sin pagar el pasaje, se caracterizan por ir de techo a piso en algunas de las estaciones del sistema. Sin embargo, las medidas con las que fueron diseñadas serían ajustadas, por lo que no todos logran ingresar con facilidad.
“Esas registradoras anticolados no cumplen con su propósito, pero sí están perjudicando un sinfín de personas con características específicas que requieren el uso del servicio”, es otra de las denuncias de los pasajeros en redes sociales.
Los buses azules tendrían un sistema similar. Alrededor de los torniquetes de acceso se agregaron esqueletos de metal que dejan un espacio reducido, y a veces incómodo, para ingresar al vehículo. Y aunque han resultado un método de control para los evasores que, según cifran de Transmilenio, representan más del 20% del total de usuarios, desde el Consejo de Bogotá han denunciado que esta medida estaría vulnerando los derechos de las personas de talla grande.
Tal es el caso del concejal Álvaro Acevedo, que ha solicitado que se reevalúe el sistema para garantizar el libre acceso a todos los usuarios. “Los ciudadanos de gran talla u obesos no pueden ingresar libremente a los buses por donde suben normalmente las otras personas. Tienen que pedirle al conductor la posibilidad de ingresar el bus a través de la puerta de atrás o la del medio”.
Las mujeres embarazadas también estarían viviendo el drama de usar el transporte masivo. “Pase mi tarjeta de trasmi y empecé con un primer intento de pasar esa registradora, en este punto tengo casi 20 semanas (5 meses) y no pude pasar, me quite mi maleta pensando en que barriga + maleta no podría pasar de ninguna forma”, señala una usuaria.
Ante las repetitivas denuncias, desde Transmilenio respondieron que el sistema anticolados se implementó respondiendo a las normas vigentes. “Se contempló el estricto cumplimiento de las Normas Técnicas Colombianas (NTC), que rigen y establecen las características y condiciones técnicas para los vehículos automotores que prestan el servicio de transporte público de pasajeros”, señala el comunicado.
Además, recalcaron que el mecanismo de prevención fue verificado previamente, aunque son conscientes del malestar que inunda a la comunidad por la reducción de los espacios. “Se hicieron las pruebas necesarias con diferentes poblaciones para que las mujeres embarazadas y personas de contextura gruesa, entre otros, pudieran pasar sin mayores problemas”.
Un aspecto que llamó la atención hace referencia a las indicaciones que, según la empresa, son omitidas en muchas ocasiones por los pasajeros, ya que el sistema está implementado para que los usuarios ingresen de forma lateral, y no frontal, como acostumbran los usuarios.
En cuanto a los denominados torniquetes BCA (los que van desde el techo hasta el piso), Transmilenio respondió que “para las personas en condición de discapacidad o comunidad usuaria con coches para bebés y menores de edad, el ingreso está previsto a través de las barreras de control de acceso tipo ‘pasillo motorizado’, que se instalan conjuntamente en las estaciones”.