Las revelaciones de la excongresista cordobesa Zulema Jattin acerca de las reuniones que habría sostenido con el expresidente de la República Álvaro Uribe Vélez, durante la campaña que llevó al antioqueño a la Casa de Nariño en 2002, generaron un fuerte remezón en el espectro político nacional y un reclamo del exmandatario, que ya tomó acciones legales.
La exrepresentante y exsenadora, que estaba en el ostracismo, volvió a dar de qué hablar con sus declaraciones ante la Jurisdicción Especial para la Paz (JEP), al afirmar que acudió al exmandatario para denunciar que grupos paramilitares no la dejaban hacer actividades proselitistas en su departamento. A lo que el ex jefe de Estado habría respondido que, lo mejor, era no entablar ninguna denuncia.
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“Orientó mi conversación a que si yo no tenía una prueba diferente a mi testimonio o a los testimonios de mi hermano o de William Salleg, que no iba a corroborar nada lo que yo dijese en ese momento, pues era preferible que no pusiera la denuncia. Y eso era más que una advertencia, digamos, era una sugerencia respetuosa, pero a la que yo en ese momento le iba a hacer total caso”, contó ante la JEP.
A su vez, en una reunión celebrada en la finca de Alfredo Corena en 2004, en la que participaron Uribe y otros políticos, Jattin informó a los magistrados de la JEP que algunos individuos admitieron tener conexiones con los paramilitares. A lo que el presidente, de acuerdo con su versión, optó por mantener el silencio. En su versión, la exparlamentaria dijo que al expresidente no le interaba hacer “mucho ruido”.
“Creo que a él le interesaba que todo ese andamiaje político, ya que lo estaba acompañando en Córdoba, se mantuviera, y si yo me ponía a hacer ruido o a denunciarlo o a hacer público (...) pues ese ruido iba a afectar la campaña presidencial”, agregó Jattin, en relación con los congresistas Eleonora Pineda y Miguel de la Espriella, también condenados por vínculos con las autodefensas.
Esta afirmación hizo que volviera a la palestra pública, aunque su época dorada, en la que tuvo directa injerencia en el desarrollo de las relaciones del poder en el Congreso, ya pasó. En Infobae Colombia hicimos un breve recuento de quién es Zulema Jattin y por qué su testimonio ha causado impacto en el acontecer político, pues la consideran crucial en el fenómeno de la parapolítica.
¿Quién es Zulema Jattin?
Nacida el 31 de julio de 1969 en Lorica (Córdoba), Jattin fue, a inicios del presente milenio, una de las mujeres más poderosas de la política nacional. De una liberal, la mujer pasó a integrar las filas del partido de la U: cuyo propósito, al momento de su fundación, en 2005, era servir de plataforma política e ideológica de la obra del expresidente Uribe Vélez.
Hija del excongresista Francisco Jattin Safar, que perdió su curul por su participación en el Proceso 8.000, la exconcejala de Lorica y comunicadora social de la Universidad Complutense de Madrid, llegó a la Cámara de Representantes en el periodo legislativo que inició el 20 de julio de 1998 y se mantuvo durante cerca de 11 años en legislativo, antes de ser hallada culpable de nexos con paramilitares.
Exesposa del fallecido senador tolimense Luis Humberto Gómez Gallo, que hacía parte del Partido Conservador, Jattín conformó una dupla poderosa con su expareja en el Legislativo, a tal punto de ser calificado como el matrimonio que mandaba en el Congreso, pues en 2004, ella fue escogida como presidenta de la Cámara de Representantes y él, del Senado.
Investigada y condenada por la parapolítica
Pese a que la relación entre ambos no prosperó, pues se rumora que en ese año (2004) su unión llegó a su fin, los dos —Jattin y Gómez Gallo— corrieron la misma suerte ante los tribunales de justicia. Elegida como senadora en los comicios de 2006, Zulema —que se consideraba una de las escuderas más fieles de Uribe— no pudo terminar su periodo legislativo, que abandonó con un año y dos meses por delante.
Lo anterior, debido a que la Corte Suprema de Justicia ordenó su captura en mayo de 2009 por vínculos con las Autodefensas Unidas de Colombia (AUC). La estrategia de Jattín fue la de renunciar a su cargo, para que su caso pasara a manos de la Fiscalía General de la Nación; no obstante, su caso siguió bajo dominio de la corte, en un proceso que se extendió por más de una década.
Todo, tras las informaciones del exparamilitar Salvatore Mancuso, que en versión libre aseguró que había sostenido encuentros con ella y demás personajes políticos de la costa norte, con el fin de establecer alianzas electorales. Además de que su nombre apareció en los computadores de Rodrigo Tovar Pupo, alias Jorge 40; y en una grabación con el jefe paramilitar Rodrigo Mercado Pelufo, alias Cadena.
Sin embargo, en septiembre de 2021, la Jurisdicción Especial para la Paz (JEP) aceptó el sometimiento de la excongresista para que contara todo lo que sabe sobre la parapolítica en Córdoba, entre 2002 y 2007. Y, el 26 de octubre de 2022, la justicia transicional le concedió la libertad condicional, tras entregar, según la JEP, información relevante sobre la conformación de alianzas entre “paras” y políticos.