La Liga Betplay ya va por su sexta fecha y nuevamente se reportan entrenadores que dejaron su cargo por distintas razones, pero la principal es por los malos resultados que condenan su labor, acabando así con sus procesos de manera intempestiva y con los equipos sin saber qué camino tomar.
El caso más reciente es el de Néstor Craviotto, entrenador argentino que fue despedido del Atlético Huila el 21 de agosto. Esta decisión se tomó un día después de que su equipo cayera 1-0 ante Nacional y continuara en zona de descenso. Los Opitas enfrentan un semestre muy complicado en su lucha por mantener la categoría en primera división.
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El timonel se unió a Alberto Suárez, Hernán Darío Gómez y Mario García, que se quedaron sin trabajo en el inicio de la Liga Betplay, un torneo en el cual se pueden sacar tres conclusiones para que los entrenadores, sean quienes sean, no perduren por mucho tiempo en el fútbol colombiano.
Torneos cortos, procesos cortos
Desde 2002, los campeonatos colombianos pasaron de tener una duración anual a una semestral. Esto ha provocado que muchos equipos sientan una mayor presión para realizar una buena campaña en un lapso de entre cuatro y seis meses, luchar por un cupo en las finales y aspirar al título.
En el primer semestre de 2023 se vio a entrenadores como Arturo Reyes (Junior) y Harold Rivera (Santa Fe) que estaban empezando sus ciclos con sus clubes, pero los malos resultados en la Liga Betplay provocaron sus respectivas salidas en el transcurso del torneo.
Sumado a eso, se fueron otros entrenadores que tenían un poco más de tiempo en sus respectivas instituciones: Hernán Torres, dos veces campeón con Deportes Tolima entre 2020 y 2023, y David González, que sacó subcampeón al Medellín en el Finalización 2022.
Hinchas “saca-técnicos”
Los equipos considerados “grandes” se caracterizan por tener una afición numerosa y que pide en cada torneo que se logre el título, pero en el momento de las “vacas flacas” aparecen las críticas, comentarios, protestas e incluso amenazas hacia los entrenadores para que consigan los resultados o se vayan.
Ese fue el caso de Hernán Darío Gómez en el Junior, conjunto que, desde su junta directiva, respaldó durante cinco meses la gestión del antioqueño para mejorar la situación del equipo, pero el mal inicio del segundo semestre con solo una victoria en cinco jornadas de Liga Betplay, sumado a la eliminación en Copa frente al Cúcuta, hicieron que el entrenador renunciara en la noche del pasado 16 de agosto.
Previo a eso, Bolillo Gómez era el blanco de todas las críticas por el mal juego del equipo, la conformación de la nómina, sus declaraciones a la prensa e incluso algunos gestos, al punto que un grupo de aficionados colgó un cartel en la sede administrativa el pasado 8 de agosto con amenazas para que saliera del cargo.
El descenso hunde primero a los técnicos que a los equipos
Para ningún técnico es un secreto que tomar a un equipo en zona de descenso significa una labor complicada, debido a que se necesitan resultados en poco tiempo, cada partido es vital y en la mayoría de ocasiones tienen nóminas cortas, como pasa actualmente con el Atlético Huila, Unión Magdalena y Once Caldas.
Los opitas tomaron la decisión de despedir a Néstor Craviotto luego de seis encuentros, Harold Rivera pende de un hilo con el ciclón bananero porque sigue sin salir de la zona roja y Pedro Sarmiento sigue sin convencer en el Blanco, pese a que está salvando la categoría para el próximo año.
En esa misma situación aparecen Pompilio Páez y Jaime de la Pava, los entrenadores de Jaguares y Deportivo Cali que deben sumar la mayor cantidad de puntos en la temporada 2023, porque en 2024 quedarán peligrando en el descenso por las malas campañas anteriores, según el actual sistema de promedios que cuenta los últimos tres años.