Los lunes y jueves, en la noche, la plaza de mercado del Samper Mendoza abre sus puertas para que camiones atiborrados de plantas y hierbas aromáticas, medicinales y esotéricas, descarguen toneladas y toneladas de bultos, los unos más aromáticos que los anteriores. En la plaza los olores se mezclan con el vapor del tinto, el humo de las parrillas de arepas y ollas hirvientes con caldo de costilla y papas chorreadas.
Por los pasillos de la plaza, los atados de hierbas se agolpan en el piso y en los locales. Los carreteros, cargados hasta más no poder, corren silbando y chiflando. “¡Abran paso!” “¡Permiso!” “¡Dejen pasar!” Y hay que correrse porque van a toda carrera, desde una de las entradas de la plaza hasta el fondo y van dejando, por el camino, si es el caso, el pedido de cada tendero, de cada puesto.
Llevan abrecaminos; achiote; agraz; ají chirca; ají de perro o de zorro; algarrobo; altamisa; anamú; apio de monte; árnica de páramo; arrayán; azafrán de raíz; balú o chachafruto; bijao; borrachero blanco o tihiki; borrachero naranja, rojo o tihiki; bretónica; cachaco; cajeto o quiebrabarrigo; canelón; casco de buey o de vaca; chaparro; chipaca; chisacá o chisaca; chisgas; chuchuguaza; cidrón; cilantro cimarrón o culantro; coca; cola de caballo; coralito; cardoncillo hoja pequeña; desvanecedora; dividivi; frailejón; guaba; guascas; guasgüín; icaco; insulina; jarilla; laurel de la cruz; lavanda de monte; lítamo real; marañón; martín gálgez; mastuerzo; mazorca de agua; mora; orozul; paico; palitaria; papyela; pasiflora-pasionaria; pasionaria; pata de chula o pata de chulo; pega pega; penicilina o sangre de Cristo; poleo; pronto alivio o prontoalivio; quereme hembra; quereme macho; quina; ruda; salvia blanca; salvia dulce o chiquita; sanalotodo; santa María; sauco o tilo; siempreviva; suelda con suelda; tabaco; totes; totumo; verbena blanca; verbena morada o negra; vira vira blanca; yacón; zarzaparrilla de pepa o tubérculo; y zarzaparrilla de raíz.
Estas son 80 plantas, de las muchas, que se consiguen en la plaza Samper Mendoza, según un estudio del Instituto Humbolt y el Instituto para la Economía Social (Ipes), publicado en 2020.
La plaza, para ubicarnos, está en la carrera 25 con calle 22 y es administrada por el Ipes de la Alcaldía Mayor de Bogotá. Está muy cerca a la Plaza de Paloquemao —tal vez la más grande e importante de la ciudad—. Más datos: fue declarada patrimonio inmaterial, cultural y botánico de la capital colombiana y es considerada el Mercado Nacional de hierbas medicinales, aromáticas y esotéricas.
La historia del lugar comienza en 1935 y más que una plaza de mercado eran cuatro graneros y un gran depósito y se conocía como la Plaza del Nordeste, por estar cerca al ferrocarril del Nordeste. José Beltrán, uno de los tantos vendedores de hierbas que trabaja en la plaza, cuenta, en el pódcast Cultura en Bogotá: “Esta plaza antiguamente no era la plaza del Samper Mendoza, esta plaza se llamaba Plaza del Nordeste, porque colindaba con el ferrocarril del Nordeste”.
Sobre el actual nombre de la plaza, Ana María Güiza Posso en su trabajo Renovación urbana en el barrio Samper Mendoza: simbiosis entre las dinámicas comercial y residencial comunal, cuenta que se le dio el de Ernesto Samper Mendoza —tío abuelo del expresidente Ernesto Samper Pizano— luego de su muerte en el accidente en el que falleció también Carlos Gardel en Medellín.
“Mediante el acuerdo 11 del Honorable Concejo de Bogotá recibe el nombre de Ernesto Samper Mendoza, en honor al piloto que conducía el avión en que se accidentó y falleció el gran artistsa Carlos Gardel. El barrio fue bautizado con este nombre el 25 de junio de 1935, al día siguiente de dicho accidente, en razón a que la madre del recién fallecido Ernesto Samper Mendoza fue la donadora del terreno para construir la plaza de mercado, la iglesia y la escuela”
La plaza, cuenta también Güiza Posso, fue comprada por el distrito en 1940 y utilizada “como depósito de materiales y para la cría de chivos”. Richard Henriquez, en un reportaje de 2018 en Radio Nacional, cuenta que para 1956 la plaza “empezó a funcionar como parqueadero de buses de transporte urbano y a partir de 1958 el terreno pasó a ser de propiedad de la Edis —Empresa Distrital de Servicios Públicos—, entidad que bautizó este lugar como Plaza Distrital de Mercado Samper Mendoza”.
Doña Mónica, una vida en la plaza
Mónica Adriana Quimbayo Yara, doña Mónica o la Mona, lleva trabajando en la plaza Samper Mendoza 21 años. A los 17 años llegó a la plaza a trabajar con su madre. Hoy, a los 38 años, si bien no sabe cuánto tiempo más estará vendiendo hierbas aromáticas, medicinales y esotéricas, no sabe cuál de sus hijos recibirá el testigo y seguirá con el negocio:
“La verdad no sé cuánto tiempo piense en estar acá, pero, en el nombre de Dios, no sé hasta cuándo y, pues, de aprendiz, le he dicho a mis hijos que este trabajo es duro, porque no es fácil estar acá trasnochando, no es fácil tratar con mucha clientela, porque mucha clientela viene con mucha energía negativa, vienen muy cargados de problemas. Tengo un hijo, un muchacho, que él ahorita está viniendo. Él ya sabe pa’ que sirven las plantas, él se ha concentrado mucho en lo que se deben y se hace con las plantas. Esperar el tiempo y pasa, pero, pues vamos a ver hasta dónde llegamos”
Doña Mónica vende hierbas aromáticas, esotéricas y medicinales y en su negocio las principales son el cidrón, la hierbabuena, la manzanilla, la limonaria, el toronjil, que son las aromáticas; el queremes, siete albahacas, albahaca morada, abrecaminos, destrancadera, cicuta, altamisa, “son para baños esotéricos, de limpieza”, cuenta la Mona. De las medicinales, las que se consiguen en su puesto son el arrayán, la citronela, la malva.
“Tenemos diversas variedades de plantas que sirven para muchas cosas. No terminamos, cada día, de conocer y de saber para qué sirven la plantas”
También vende esencias, muchas para hacer baños, bien sea de limpieza, atracción o amor: “Hay unas que dicen «quitamaldiciones» es para quitar todas las maldiciones que le echan a uno las personas, muchas veces también la familia; el sígueme, el amoramor, el ven a mí, el siéntate aquí, eso es para atraer”. Sobre esta última, el siéntate aquí, doña Mónica explica que es para “cuando queremos dominar a alguien”.
“Por lo general vienen muchas mamitas que los hijos están saliéndosele de las manos, que no obedecen, que son groseros, que eso y que la rebeldía... entonces uno les hace un bañito con eso, les coloca eso en la ropa o los baña con eso. O cuando el marido es muy brincón o la mujer es muy brincona, igual también les aconsejo esos baños, o les coloquen esas contras para dominar. Entre ellas está el amansa guapos que también es para amansar a todos los machos y las machas”
El día que visitamos la plaza, doña Mónica también recibía la visita de unos comerciantes de una plaza de mercado de Manizales, por lo que preparó un ritual de limpieza con sahumerios y atados de hierbas y plantas, que al final regaló, de a tres, a cada visitante. Durante el ritual, doña Mónica explicó para qué sirven las hierbas, cómo usarlas y en qué momento.
En una olla, doña Mónica puso algunos atados de hierbas, albahaca morada, salvia, lavanda, y les prendía fuego. El humo y los olores de las plantas inundaron la plazoleta de comidas de la plaza, en donde se hizo el ritual. Doña Mónica, entre las filas de sillas, se paseó sahumando a los visitantes y orando por ellos, por su bienestar, su salud y prosperidad. En este tipo de rituales la fe, tanto de quien lo practica o lidera, como de los asistentes, es vital. Así lo explicó la Mona:
“El componente de la fe es, como les venía explicando a los visitantes, que nosotros debemos de aportar. Siempre nosotros, como comerciantes, como vendedores, debemos aportar la fe y la... cómo te digo... lo que le coloquemos a la planta. Las plantas, todas, escuchan, todas ven y ellas nos sienten. Entonces, nosotros tenemos que pedirles un permiso, solicitarles un perdón y hablarles para ver qué se la doy al cliente, que ellas nos muestren qué es lo que necesita cada cliente, si es, o no es, la planta correcta. Eso es lo que debemos hacer siempre con cada cliente”
Escuchar, siempre escuchar, tanto al cliente como a las plantas, porque estas hablan con uno, por más que uno no las escuche. Ese es el consejo de doña Mónica y el mismo que ella aplica, porque si bien tiene idea de para qué sirve, en general, las plantas que vende, cada vez que llega un cliente nuevo o un viejo conocido, ella primero le pide, tanto a Dios como a las plantas, que la guíen, que le den luces de qué camino seguir.
¿Qué ha cambiado en la plaza?
Doña Mónica cuenta que en los últimos 21 años, la plaza ha cambiado muchísimo, pues muchos de los comerciantes “que anteriormente venían, ya no están. Triste y lamentablemente hay un vacío”. Algunos, cuenta la Mona, se han ido a descansar, otros porque “la verdad, la plaza ha cambiado: anteriormente se vendían muchas hierbas. Ahora no. Ha decaído mucho”.
¿La razón? Para doña Mónica es clara: los esotéricos y los almacenes de cadena que ya venden todo listo, lo que hace que la gente no vaya a la plaza, donde se consigue todo de primera mano y con la guía de conocedores como ella, que atiende con cariño y cuidado a sus clientes.
“Con estos qué pasa (los esotéricos), que tú ya no llevas las hierbitas para hacerte el baño, sino que tú te vas a un almacén y pides ya una botellada de agua para irse a bañar. En ese sentido han cambiado las plantas. En que tú vas al almacén de cadena y ya consigues la aromática lista, no vas a llevar un poconón de hierbas a hacer un reguero en un apartamento o en la casa, sino que ya consigue todo preparado. En ese sentido ha cambiado muchísimo. Yo lo digo por esta... y habló por todas, porque esta es plaza de distribución a nivel nacional y se han caído mucho las ventas”
Y es que la cosa está dura, cuenta doña Mónica, que ve cómo el negocio ha ido cayendo poco a poco, y no solo por lo que ya explicó, sino porque las hierbas están muy caras, porque en el campo cada vez hay menos gente que recolecte plantas, los jóvenes campesinos migran a las ciudades buscando otras oportunidades y el campo se envejece más y más, y no hay relevo generacional.
“Tú sientes que como que el negocio ha caído, que sí, hay muchas plantas que están muy caras, sí esa es la verdad, porque en el campo tampoco hay mucha gente que recolecte muchas planta ya. Y tú consigues, dos o tres jornaleros para recolección de plantas, entonces también ha decaído. Por todo lado, la verdad, está decaído”
Cerca de la medianoche, cuando finalizamos el recorrido por la plaza, con varios tintos encima, una que otra arepa y almojábana, en la plaza hasta ahora empezaba el correcorre. Los carreteros seguían sus correrías de un lado a otro, los clientes, que llegan desde las 8:00 p. m., se pasean por los puestos preguntando por una planta, por una hierba, un consejo, un remedio para un mal de amores o para dejar atrás una obsesión malsana o para limpiar las malas energías o simplemente buscando una mezcla de hierbas aromáticas para preparar una buena infusión para calmar los nervios o relajarse de una larga jornada de trabajo, o de reportería, en este caso.