Cuánto gana un limpiavidrios en Bogotá: youtuber realizó este trabajo durante un día para encontrar la respuesta

‘El Cristian Gonzáles’, como se identifica el creador de contenidos, aseguró haber sido víctima de discriminación, al igual que los limpiadores de vidrio de oficio

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A pesar de estar grabando,
A pesar de estar grabando, algunas personas no ocultaron su desdén por quienes realizan este oficio / Foto: Tomado del canal de El Cristian Gonzalez

El creador de contenido bogotano conocido como “El Cristian Gonzalez” decidió pasar un día como limpiavidrios en la calle, en su más reciente experimento social, acompañado de un amigo cercano y ‘Alejo’, quien se dedica a este oficio.

Con algo de humor, empezó limpiando “la farola” de una moto y, como ñapa, la visera del casco del conductor, que le entregó unas monedas a cambio. Pero no pasó mucho tiempo antes de notar el trato despectivo de algunas personas con quienes se dedican a limpiar vidrios en los semáforos. Tampoco tardó en darse cuenta del peligro que corren quienes zigzaguean entre los carros hasta encontrar algún cliente.

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Suelen estar en grupos de dos o tres personas en cada esquina, así que deben compartir entre sí los clientes, a quienes limpian los virios por delante y por detrás e, incluso, las farolas, para acabar antes con el trabajo y brindar una buena experiencia.

Algunos responden de forma agradable que no quieren tomar el servicio, pero la gran mayoría prefiere ignorarlos. “Está duro. Acá, al brindar un servicio, al tener una técnica, a la gente no le gusta. No sé, como que uno se da cuenta, la comida es la plata, la bebida. Esto acá es muy duro”, compartió su amigo frente a la cámara.

La mayoría de los carros se encontraban sucios por cuenta de las constantes lluvias. Muchos de ellos parecían necesitar una mejor visibilidad en el parabrisas, pero pocos aceptaban que les limpiasen los vidrios. Aunque, también, había quienes los llaman a lo lejos.

Sin haber realizado nunca un oficio similar, notaron lo difícil que puede llegar a ser dejar limpio el vidrio y abarcarlo de principio a fin. Requiere su técnica, pero el pago, a veces, no supera los 100 pesos colombianos o 0,025 centavos de dólar.

“Llevamos un rato trabajando y, sin duda, lo más difícil es que las personas digan que sí. Inmediatamente el semáforo se pone en rojo muchos empiezan a mover los limpiaparabrisas para que no podamos hacerlo. Es totalmente entendible y creo que es lo más complicado”, explicó González, quien encontró que en el cambio de semáforo “el tiempo es oro”; ya que no pueden dejar la “limpiada” a medias.

Si le apuntan a los carros que están más sucios hay más probabilidades de que accedan y, cuando titubean mucho, lo toman como un sí. Acá lo importante es el número, y con el tiempo medido no pueden dudarlo tanto.

“Cada vez siento que lo hago mejor, tiene su técnica, tiene su secreto, pero vamos mejorando”, admitió González. Aunque con todo y eso, algunos decidían no pagar. El cliente más generoso, sin embargo, llegó a entregarles 10 mil pesos. Quizás por las risas, quizás por las cámaras. Pero fue uno entre cientos y cientos de vehículos.

Después de un rato las cosas parecían mejorar: “Nos está yendo muy bien. En cada semáforo estamos cogiendo ya sea un carro o una moto. Ya tengo el bolsillo pesado de moneadas. Eso es que vamos en buen camino”. Es un trabajo de paciencia y aguante, en el que “ante todo la decencia”, incluso cuando toca dejarlo “fiado”.

Alejo lleva 20 años limpiando vidrios y según él, “le dan la moneda a uno como le dan madrazos”. Luego de un rato les pasó un palo con el que golpeaban las llantas, para determinar si estaban o no pinchadas, esperando conseguir más monedas.

“Sin duda el trabajo es bien complicado. Bastante sol, las personas a vece lo miran feo, lo ignoran, le echan el carro encima, pero toca seguir dándola toda”, reflexionaron, luego de trabajar dos horas y conseguir 24 mil pesos.

En efecto, pudieron hacer dinero, pero enfrentándose a una lista interminable de peligros. A Alejo, por ejemplo, un conductor de un carro le pego seis tiros con arma traumática y un supuesto amigo seis puñaladas. Doce heridas que carga en la espalda, junto con el peso de la informalidad, el pan de cada día para el 56.7% de los colombianos.

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