El contrabando estaría a punto de hacer de las embotelladoras colombianas el mayor competidor en el mercado de las bebidas gaseosas en Venezuela, según denunció el director ejecutivo de La Asociación Nacional de Bebidas Refrescantes (Anber) del vecino país, Carlos Palumbo.
Y es que de acuerdo con Anber, dos de cada 10 bebidas gasificadas consumidas en territorio venezolano entraron al país de manera irregular desde Colombia. Cifras que, incluso, empeoran en los estados de frontera como Zulia y Táchira, en donde 4 de cada 10 gaseosas son de contrabando.
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Un fenómeno que logra pasar desapercibido con productos de embotelladoras como Pepsi o Coca-Cola, pero que resulta evidente con bebidas de la marca colombiana Postobón, de la organización Ardila Lülle.
“El contrabando de productos fabricados por Postobón en Colombia equivale a un actor más de la industria nacional. Ha venido creciendo a un ritmo muy importante”, señaló Palumbo en una rueda de prensa, desde la sede de la Confederación Venezolana de Industriales (Conindustria).
Es así que, de 8,5 millones de cajas con bebidas gaseosas que se consumen cada mes en el vecino país, al menos 2,1 millones fueron transportadas desde de Colombia, dejando solo 6,4 millones de cajas a la industria nacional que, de momento, y tras la crisis económica de los últimos años, trabaja solo a un 25% de su capacidad total.
“A esta velocidad, estamos proyectando que, en los próximos meses, el contrabando se convertirá en el actor más relevante del mercado, desplazando a la industria nacional formal”, lamentó el director ejecutivo de Anber.
La regularización del contrabando en Venezuela y la vista gorda de algunos oficiales de frontera estarían poniendo en riesgo al menos 6.500 empleos de manera directa y otros 32.000 de manera indirecta.
Desde Anber que, entre otros, representa a los fabricantes locales de Pepsi y Coca-Cola, insisten en que, de no tomar medidas oportunas, “el país estará enfrentado lo que actualmente ocurre en el Zulia y esto es lo que debemos evitar (…) Con esta realidad, ya no tiene sentido para las empresas mantenerse produciendo en este estado”.
Podría suceder lo mismo que con la multinacional Kellogg’s en 2018. Momento en el que abandonaron el país y el Gobierno de Nicolás Maduro tomó el dominio de sus fábricas para seguir produciendo alimentos de la marca, sin consentimiento. Aunque, el contrabando también afecta de manera directa al Estado, que deja de recibir impuestos del 25,8% y obligaciones municipales del 3%.
De ahí que la solicitud de Anber, en cabeza de Carlos Palumbo sea “que las autoridades –tanto de Colombia, como de Venezuela– pongan la mirada en la frontera. Si este asunto no se atiende con la urgencia que se requiere, va a perjudicar muchísimo al mercado nacional, a nuestros trabajadores y a nuestra industria”.
Además, claro, de adelantar medidas como la creación del Estado Mayor contra el Contrabando, que fue aprobado por el presidente, y se respeten las leyes que prohíben el ingreso de contrabando y su comercialización en el país.
Pero, mientras esto sucede, Palumbo dio algunas señales para diferenciar entre las bebidas embotelladas en Colombia y en Venezuela, concretamente, de Polar –distribuidora autorizada de Pepsi en el País– y Coca-Cola Femsa.
Según dijo existen diferencias claras en tapas, etiquetas y presentaciones. En el caso de las primeras, para Coca-Cola son blancas (Venezuela) en vez de rojas (Colombia) y, para el caso de Pepsi no vienen contramarcadas con el logo, como si sucede en el país de las mariposas amarillas.
Todas las etiquetas de bebidas gaseosas producidas en Venezuela llevan registros del Ministerio de Salud y de Control de productos envasados.
Mientras, ninguna bebida de más de dos litros es producida en Venezuela, para ninguna marca. Coca-Cola, por ejemplo, no reconoce las presentaciones de 235 ml (lata), 250 ml, 400 ml y 3 litros. Y Pepsi, solo produce bebidas de 350 ml (lata), 250 ml, 600ml, 1,5 litros y 2 litros.