Con sus 2.625 metros sobre el nivel del mar, Bogotá representa todo un reto para visitantes y nuevos residentes, habituados a una altura menor. Y no es para menos, después de todo, la capital colombiana es la metropoli, por población, a mayor altitud en el mundo.
Pero, incluso, la ciudad se queda corta en comparación con los municipios a mayor altura que, por condiciones topográficas se encuentran reunidos en un mismo departamento, al sur del país.
Se trata de Nariño y los municipios de Guachucal y Túquerres, a 3.180 y 3.104 metros, respectivamente. Ubicados a hora y media de Pasto, ofrecen un paisaje montañoso, pintoresco y de bajas temperaturas. Aunque, el frío está lejos de ser el mayor problema para sus visitantes.
Y es que, a pesar de que en “Colombia cerca de 17 millones de personas, casi un tercio de la población, residen entre los 2.500 y 3.000″ metros, según un estudio publicado por la Universidad de los Andes; los cambios bruscos de altura pueden generar mareos, dolor de cabeza, fatiga, vómitos y falta de apetito.
Esto se debe a que la concentración de oxígeno por encima de los 3.000 metros es un 40% menor que la del nivel del mar; lo que obliga a los seres humanos a aumentar el número de inhalaciones.
E, incluso, en algunos casos genera el ‘mal agudo de montaña’ (MAM), bien conocido entre los montañistas, que afecta a 1 de cada 3 personas expuestas bruscamente a grandes altitudes, o más coloquialmente como “soroche”, que es un riesgo potencial para las personas con enfermedades cardiacas, aunque no para pacientes con diabetes, asma e hipertensión.
Sus efectos, sin embargo, pueden contrarrestarse con las adaptaciones a corto, mediano y largo plazo, naturales del cuerpo humano, e hidratándose, dosificando esfuerzos los primeros días de haberse expuesto a una gran altitud y ascendiendo de manera gradual.
Cuál es el municipio de Colombia en el que más rayos caen
De acuerdo con un estudio realizado por La Administración Nacional de Aeronáutica y el Espacio (NASA), y publicado por la National Geographic, un municipio colombiano es el cuarto lugar en el mundo en el que más rayos caen al año.
Sus casi 38.000 habitantes, aunque temen que un rayo los alcance, han aprendido a vivir con este fenómeno natural, tan peligroso como fascinante. Y es que, a pesar de tener un clima cálido, con un promedio de 32 grados por año, las tormentas son frecuentes y con ellas los casi 6.600 rayos que son registrados por mes.
Las casas, las palmeras, los animales e, incluso, las personas, suelen cruzarse en su camino. De ahí que, las primeras tengan hoyos, las segundas aparezcan partidas a la mitad y las últimos dos mueran de una manera trágica, que, aquí, aunque suene extraño, llega a ser común.
Todos conocen a alguien que murió, o conoce a alguien que conoce a otra persona que perdió la vida al ser alcanzada por un rayo. Al punto en que, son varios los que creen que a Cáceres lo persigue una maldición, sobre la cual, deben protegerse, de maneras naturales y sobrenaturales ¿Cómo no? Con 147 rayos cayendo por kilómetro cuadrado. Los cacereños parecen estar habituados, pero el miedo es algo que no pierden.
Sobre todo, porque conocen casos como el de Doña María Esquivel. Sobre su casa han llegado a caer 4 rayos por año, según dijo, en el 2019, para Caracol Radio “puede ser por las 12 palmeras, sembradas a honor de cada uno de sus hijos”.
Alrededor de su casa, crecían varias palmeras, de las cuales se ha tenido que ir despidiendo y es que, con los rayos, más allá del desastre solo hay incertidumbre: “Ahí caen muchos rayos. Caían rayos por las matas de coco, primero caían y mataba a las matas de coco; eran 12 palmas y solo quedan siete y han caído adentro. Incluso, hubo uno que cayó en la plancha y pasó a una habitación donde dormían dos niños y me dañó un ventilador”.
Según ella, podría deberse a las palmeras. Aunque, a veces sospecha que debajo de su casa hay minerales que, por razones que desconoce, atraen las descargas eléctricas.