Al occidente de Antioquia está ubicado el municipio de Abriaquí, pueblo que cuenta con no más de 1.000 habitantes, según el censo del 2018 y que registra una de las tasas de homicidio más bajas en todo el territorio nacional. De hecho, el último caso relacionado con este tipo de prácticas criminales allí data de comienzos del 2017.
Según dio a conocer El Colombiano, los habitantes de esta población distinguen los nombres de las dos personas que han sido víctimas de asesinato en los últimos 12 años, teniendo en cuenta que para 2011 se registró el penúltimo caso. Estos son Leonel Carvajal Sabi y Diego Elías Villa Marín, únicas personas que han sido asesinadas en los últimos 4.346 días.
De hecho, las dos últimas víctimas de asesinato fallecieron en sectores muy cercanos a la zona rural de Frontino, municipio que limita con Abriaquí. El 11 de septiembre de 2011, Villa Marín sufrió múltiples disparos cuando departía en una vivienda del corregimiento de La Antigua, los cuales le terminaron costando la vida.
Para muchos habitantes de Abriaquí, indicó el mismo medio, el lugar en el que falleció Villa Marín pareciera ser más territorio de Frontino, casi eximiéndose de que su municipio haya sido el sitio en el que se registró dicho asesinato. Una situación similar es la que se sucedió con Leonel Carvajal Sabi, que fue asesinado en la finca Coroma, doce kilómetros del parque principal del municipio.
El caso de Carvajal Sabi estuvo relacionado con las múltiples amenazas que habría recibido la víctima a raíz de los constantes conflictos en los cuales habría estado relacionado. De hecho, la inspectora de Policía del municipio señaló, en declaraciones entregadas a El Colombiano, que en el pueblo se rumoraba que él habría sido uno de los sindicados de haber empezado a comercializar estupefacientes en el pueblo.
“Era una persona que tenía muchos conflictos sociales y, decían las malas lenguas, que era quien traía los estupefacientes para comercializarlo en algunas zonas”, indicó Vasty Johana Villarreal, inspectora de Policía en el municipio.
La poca violencia que se registra en esta población del occidente antioqueño se ve reflejada en su cementerio. Allí, las autoridades locales construyeron 460 bóvedas, de las cuales solo están ocupadas 89 y, en su mayoría, son de personas que fallecieron después de cumplir los 65 años, situación en la que el comandante de la Policía del municipio le hizo énfasis al mismo medio.
“Acá en Abriaquí la gente se muere de vieja en la mayoría de los casos, debido a la calma que hay y a que buena parte de su población son adultos mayores que quieren vivir en un ambiente tranquilo”, aseguró el intendente jefe Edgar Garcés. comandante de la Policía de Abriaquí.
El panorama de paz y tranquilidad que se vive en el municipio tiene que ver con que, según indicó el comandante Garcés, todas las personas en el pueblo se conocen y se protegen, llegando al punto en el que la presencia de cualquier persona desconocida es reportada a las autoridades. Esta es una de las pocas labores que cumplen las autoridades en el municipio, ya que, teniendo en cuenta la tranquilidad con la que viven los habitantes de dicha población, los 13 policías que brindan seguridad allí aprovechan sus tiempos libres para jugar fútbol con algunos de los habitantes.
La paz es tal que los pobladores no temen en dejar las puertas de sus casas abiertas de día y noche, contando con la plena seguridad de que nadie los va a hurtar, incluso cuando se celebran las ferias y fiestas del municipio en enero. Esto también tiene que ver con la complejidad que existe para llegar al lugar, para el cual hay que atravesar 27 kilómetros en trocha, trayecto que para varios de los habitantes comprende su resguardo de la violencia que se registra en todo el territorio nacional.
Frente a ello, los pobladores temen que una vez se pavimente la vía que conecta al municipio con el resto de la región, personas inescrupulosas puedan llegar al pueblo a causar desmanes, problemática a la cual hizo referencia Óscar Oswaldo Pérez, un habitante del municipio, en declaraciones entregadas a El Colombiano: “Sabemos que si vienen puede haber mucho progreso y mucha plata, pero también problemas que no queremos”.