La vida en Bogotá no podría ser la misma sin las emociones que trae un partido entre Millonarios y Santa Fe, el Clásico Capitalino que ha brillado no solo en la ciudad, sino en Colombia y a nivel internacional durante más de siete décadas y con muchos recuerdos en las aficiones.
Desde polémicas arbitrales, goles inolvidables, hechos violentos, acusaciones de sobornos y narcotráfico, hasta locuras, han hecho parte de un partido que, sin importar el momento que pasen los clubes, siempre se considera como un duelo a ganar de cualquier manera.
Como parte de la celebración por los 485 años de Bogotá en su cumpleaños este 6 de agosto, Infobae Colombia rememoró cinco anécdotas de un encuentro que engalana al estadio El Campín, atrae a miles de personas adentro y afuera del Coloso de la 57 y no pierde la calidad de un derbi especial en el fútbol colombiano.
Vivalda, héroe y villano en 1984
Uno de los porteros más recordados en Millonarios es Alberto Vivalda, un argentino que llegó al club en 1982 y en 1984 tuvo uno de sus momentos más altos en toda su carrera deportiva por ser fundamental para la campaña hacia el subcampeonato.
Aquel equipo dirigido por Jorge Luis Pinto, el 15 de abril de 1984 venció a Santa Fe 1-0 con gol de Wilmer Cabrera, pero el hecho curioso ocurrió a falta de tres minutos para el final, con un penal que le pitaron a los rojos, todos los hinchas en El Campín pensaron que iba a ser el empate. Pero el Loco Vivalda quedó en la historia.
Vivalda usaba una gorra esa tarde de domingo, en ese cobro de penal, adivinó el disparo y lo atajó en el costado izquierdo. El esférico quedó en la línea de la portería. La cachucha del argentino se fue al piso en el vuelo y él, en vez de ir por el esférico, decidió recogerla y luego tomar el balón, mientras un jugador santafereño corría a toda velocidad para marcar la anotación, salvó a los azules y ese día quedó como ídolo.
Sin embargo, el Loco pasó de héroe a villano el 12 de agosto de 1984, cuando salió con la Pecosa en sus pies hasta la mitad de cancha, se encontró con Hugo Gottardi y José Luis Carpene, este último le robó el balón y marcó para el 3-2 de Santa Fe sobre Millonarios, que multó al portero con 50.000 pesos de la época —unos 3′746,685 de pesos de hoy — por esa acción lamentable.
Taverna y el penal de la infamia
En los ochenta, el fútbol colombiano no fue exento a la influencia del narcotráfico, con los capos invirtiendo en algunos equipos, sobornando árbitros y jugadores, uno de ellos habría sido Jorge Taverna, delantero argentino que fue protagonista de un polémico hecho en un clásico el 16 de diciembre de 1987.
Aquel partido en la penúltima fecha del octogonal final, Millonarios lo iba ganando 1-0 con gol de Óscar Juárez, el árbitro pitó un penal y el encargado para cobrar fue Taverna, el elegido del entrenador rojo, Jorge Luis Pinto, pese a que Juárez le dijo a los Cardenales que no lo dejaron patear porque “estaba arreglado”.
Aquella noche, ante 50.000 personas en El Campín, el argentino hizo un disparo suave, con dirección al centro del arco y que terminó en las manos del portero Rubén Cousillas. El juego acabó con triunfo azul y días más tarde el cuadro Embajador fue campeón ante Junior.
Manuel Acisclo Córdoba, recordado exfutbolista de Santa Fe, confirmó lo dicho por Óscar Juárez respecto a que “un jugador de Millonarios nos dice a nosotros: «No lo dejen patear»”, y cuando Taverna perdió el penal, dijo: “En la concentración casi lo matamos, todo el mundo se le fue encima. Por suerte, para él, el profe Pinto no dejó”.
“Léider Calimenio, ¡oh-oh-oh…!”
El Clásico Capitalino del 15 de septiembre de 2004 quedó en la historia como uno de los momentos más recordados por lo que pasó con Léider Calimenio Preciado, goleador de Santa Fe que sufrió, no solo la pérdida de su hermano, Willington Preciado, durante una riña en Tumaco unos días antes, sino que los hinchas de Millonarios se lo recordaron en la tribuna y él los “silenció” con un gol”.
Preciado debió viajar a la ciudad nariñense para enterrar a su pariente, acompañar a su familia y después regresar a Bogotá para afrontar el partido contra los Embajadores, en medio de la tristeza por lo ocurrido y bajo la mirada del técnico Fernando Castro que dudaba si ponerlo de titular.
El encuentro fue complicado para el futbolista no solo por su situación personal, sino que unos integrantes de la barra Comandos Azules le recordaron el asesinato de su familiar con un inolvidable cántico: “Léider Calimenio ¡oh-oh-oh! Mataron a tu hermano, ¡oh-oh-oh!”
Sin embargo, Léider supo afrontar la situación y a los 51 minutos marcó un gol inolvidable, celebrando frente a esos aficionados a quienes dejó en silencio, mientras todos sus compañeros y cuerpo técnico iban a festejar con él en la cancha ante la mirada de los hinchas.
El día que la violencia se llevó al público
Previo al clásico del 1 de octubre de 2005, la Alcaldía de Bogotá decidió dar un golpe a la violencia en el fútbol colombiano y prohibió el ingreso de público tras los desmanes en un juego de Millonarios contra Quindío, que dejó una persona herida y algunos daños en El Campín.
Aquella noche de sábado, los alrededores del estadio tuvieron una fuerte presencia de la Policía para evitar disturbios, mientras que los jugadores ingresaban al campo para sentir el eco del viento en las graderías, que estaban adornadas por dos carteles gigantes que decían “Fuera de Lugar” y “Clásico Irrepetible”.
Los hinchas que deseaban ver el partido entre Millonarios y Santa Fe se conformaron con la transmisión por televisión que evidenciaba los gritos entre los deportistas, las indicaciones de los técnicos y las celebraciones por los goles en un juego que acabó 3-1 para los rojos.
Debieron pasar 16 años para volver a presenciar un hecho similar, en el primer semestre de 2021, cuando Millonarios y Santa Fe disputaron los dos clásicos del torneo Apertura a puerta cerrada por las restricciones de aglomeraciones por la pandemia de covid-19.
El gol que cambió la historia
Si hubo un clásico entre rojos y azules que partió la historia en dos, fue el que se disputó el 17 de diciembre de 2017, cuando se jugó la vuelta de la final del torneo Finalización en un marco inolvidable porque era la primera vez que esos conjuntos, rivales históricos y con una enemistad eterna, se veían las caras para definir un campeón del fútbol colombiano.
Ese día, con El Campín pintado de rojo, Wilson Morelo abrió el marcador en el primer tiempo con un gol de penal, en la parte complementaria lo igualó Andrés Cadavid con un cabezazo en el área al minuto 53 y nuevamente Morelo puso a los Cardenales arriba sobre los 83 minutos de juego.
El punto más álgido en la historia de Embajadores y Leones llegó en el minuto 85, cuando Henry Rojas apareció con un golazo de media distancia: un disparo cruzado al palo izquierdo, que dejó vencido a Robinson Zapata y silenció a 35.000 almas en el Coloso de la 57.
Aquel partido fue un antes y un después para los clásicos bogotanos, un momento único para Bogotá en sus 485 años y desde entonces, cada aficionado azul ha recordado en los compromisos siguientes lo que pasó ese 17 de diciembre de 2017.