Luego de que la Fiscalía General de la Nación capturara a Nicolás Petro por los delitos de lavado de activos y enriquecimiento ilícito, ha trascendido que fuera de su padre, el presidente Gustavo Petro, que ha aceptado públicamente no haber participado en la crianza del diputado, nadie de la familia cercana con la que creció se ha pronunciado sobre los últimos acontecimientos.
Incluso, muchos se preguntan quién es su madre, Katia Burgos, que fue también la primera esposa del primer mandatario, y que volvió a la escena pública después de que Nicolás anunciara un acuerdo de colaboración con la Fiscalía: “Lo hago por mi familia y por mi bebé que viene al camino”.
Katia se ha mantenido privada por decisión propia. Sin embargo, se conoce que la mujer fue el primer amor de Gustavo Petro, crecieron juntos en la Costa y pronto consolidaron una relación amorosa, a pesar de los reparos de la familia de Burgos. Y es que Katia es hija de una pudiente familia, fundadora del municipio Ciénaga de Oro.
Burgos decidió ir tras el que consideró el amor de su vida, por lo que se fue a vivir con Gustavo Petro, incluso después del que el entonces guerrillero estuviera militando para el M-19. Sin embargo, el hogar duró poco, luego de que se enterara del embarazo del primer hijo de la pareja, que la obligó a volver con su familia.
Pero fue ahí cuando comenzó su calvario, ya que la adinerada familia Burgos no aceptó que Katia esperara un hijo de alguien que se mantenía al margen de la ley, a pesar de que fue criada con los valores tradicionalistas que los caracterizaba, por lo que tuvo que buscar refugio en casa de Clara Nubia Urrego, madre de Gustavo Petro, quien la apoyó sin mayor reparo.
Su cuñado, Juan Fernando Petro, fue pieza clave para Katia, que fungió como líder del hogar y aprovisionaba a la familia de alimento y dinero, más cuando Gustavo perdió comunicación con ellos desde que se separaron. Luego se enteró de que fue detenido en Barrancabermeja, en medio de su lucha revolucionaria.
Nicolás Petro llegó al mundo el 21 de junio de 1986, y siempre tuvo la figura de su madre, su abuela y su tío presente, hasta que Gustavo reapareció en la vieja casa de Cajicá donde vivía la familia, después de 18 meses de cárcel. Pero la tranquilidad en el pueblo cundinamarqués no duró mucho tiempo, ya que a Petro lo designaron como comandante en Santander del M-19. Katia decidió trasladarse tiempo después con su hijo hasta el lugar donde residía el hoy presidente, pero fue a su llegada que se enteró de que el matrimonio entre los dos había terminado.
Sin más que hacer, Katia y el pequeño emprendieron el camino hacia la casa de Gustavo Petro Sierra, el abuelo de Nicolás, que reside en Ciénaga de Oro. Desde entonces, la comunicación entre padre e hijo fue mínima, hasta que creció y mostró un interés por seguir los pasos políticos de Gustavo Petro. De hecho, el reencuentro entre los dos se daría solo hasta 2011, cuando el hoy presidente iniciaba campaña para quedarse con la Alcaldía de Bogotá.
En cuanto a Katia, prefirió mantenerse alejada de la política y seguir con una vida tranquila en la ciudad de Montería, donde labora y se oculta de los medios que, por estos días, intentan conocer su posición frente a la difícil situación judicial por la que atraviesa su hijo pero, como lo ha hecho desde siempre, prefiere callar y no hacer parte del escándalo.