El último año Bogotá ha experimentado el recrudecimiento de la violencia por una reorganización de la criminalidad que dejó de estar en algunos puntos específicos para expandirse a lo largo y ancho de la ciudad.
El alza en el número de homicidios, según los expertos consultados por El Tiempo, es consecuencia de los diferentes golpes operativos que se han dado a las grandes estructuras delictivas entre los años 2021 y 2023, lo que sin duda ha obligado a que estos grupos se reorganicen y a que consoliden nuevos liderazgos.
No obstante, las disputas por llegar a ser los capos del narcotráfico en Bogotá lo que ha generado es una serie de homicidios que al parecer desembocaría en la generación de nuevas fronteras de la delincuencia de la ciudad y definiendo quiénes serán los que tomarán el mando de las utilidades de este negocio ilegal.
Esta “guerra” de territorios ha ocasionado que en lo que va del año haya un saldo de 30 cuerpos que fueron hallados con signos de tortura y empacados en bolsas, colchones, sábanas, costales.
Según cifras recopiladas en fuentes oficiales como la Fiscalía seccional Bogotá, el CTI y el sistema estadístico de la Sieltios homicidios entre enero y julio de 2023, comparado con el mismo periodo de 2022. Esto quiere decir que en lo que va corrido del año con fecha de corte al 23 de julio, el número de homicidios intencionales en Bogotá llegó a los 596 casos, de los cuales 252 tienen que ver con un hecho de sicariato.
Lo que más sorprende de esta cifra es que los asesinatos por encargo representan, por lo menos, el 50% del total de homicidios en la ciudad. Un panorama como este no se veía desde 2021, cuando se contabilizaron un total de 400 hechos durante ese año, que representaba el 39% del total de los homicidios ocurridos en la ciudad.
Para Andrés Nieto, subsecretario de Seguridad de Bogotá, “los eventos sicariales en la ciudad son claras muestras de ajustes de cuentas, venganzas o deudas de honor entre delincuentes”, manifestó.
Y agrega que: “Esto iba a pasar luego de los duros golpes por parte de las autoridades a bandas en la ciudad que se creían intocables, como la de alias Camilo, que llevaba 17 años delinquiendo. Al sacar a grandes y duros personajes del tablero, otros más pequeños están buscando quedarse con esos negocios”, dijo Nieto.
Para el secretario de Seguridad, Óscar Gómez Heredia, la alcaldesa Claudia López y el exdirector de la Seccional Bogotá de la Fiscalía José Manuel Martínez han coincidido en que en la ciudad existen un total de 15 organizaciones criminales que se disputan el control territorial del narcotráfico.
Dentro de esta lista de los llamados “objetivos militares” de las autoridades están el Tren de Aragua, los Costeños, los Boyacos, residuales de los Camilos, residuales de los de Aspriella, los Paisas, los Moisés, los Maracuchos, los de Pedro Pablo, los Chontaduro, disidencias de las Farc, Autodefensas Gaitanistas de Colombia (AGC) y facciones del ELN.
Para Juan Sebastián Jamones, experto en seguridad de la Universidad Nacional de Colombia, las grandes estructuras como el ELN, las AGC, las disidencias de las Farc e incluso los mismos Paisas no serían los responsables directos de los actos sicariales, ya que estos grupos estarían “tercerizando” los homicidios por medio de las llamadas oficinas de cobro.
”Hay dos cosas importantes: una es la oficina de cobro que centraliza todas las modalidades delictivas y que está conectada con otras regiones e incluso con el mundo esmeraldero. Y otra son las oficinas de sicarios, como, por ejemplo, la de la banda la Terraza, que hacen sicariato moviéndose por varios lugares del país”, indicó el experto.
A esto se le suma que la Defensoría del Pueblo en agosto de 2022, alertó sobre la presencia, de los grupos ya mencionados, y de otras estructuras criminales como el ‘clan del Golfo’, los Orientales y los Obispos, que serían quienes estarían ayudando a incrementar las cifras por sicariato en Bogotá.
Uno de los crímenes que alertó a las autoridades acerca de la llegada de esta guerra a Bogotá, fue el homicidio del expolicía Juan Carlos Useche, quien fue baleado y abandonado en una camioneta blindada en la autopista Norte con calle 222, en septiembre de 2022.
Desde inteligencia de la Policía se afirma que Useche venía trabajado para un exjefe paramilitar de la ‘oficina de Envigado’, preso en la cárcel la Picota. También se le vinculó con Sanandresito San José, donde era reconocido por el negocio de su esposa que se encargaba de comercializar productos de belleza. A eso se le sumó que uno de los cuerpos encontrados en la camioneta era de un hombre que trabajaba en un parqueadero ubicado en esa misma zona.
Según una fuente judicial, consultada por El Tiempo dijo que “estas estructuras (sicariales) han podido permanecer gracias a la protección de un puñado de uniformados”.
Para los investigadores la interceptación de una comunicación hecha a alias Brayan, líder del Tren de Aragua en Bogotá, en la que asegura que la banda de los Camilos pagarían una suma de “50 millones de pesos” por llevar al líder del Tren de Aragua vivo ante los cabecillas de esa organización. Pero que, si era presentado muerto, la cantidad ascendería hasta los 500 millones de pesos.” ‘Camilo’ y ‘Pescadito’ eran unas culebras mías. Daban 50 millones para el que me agarra vivo y 500 para el que me llevara muerto. Yo aquí (en la cárcel) estoy relajado”, afirmó ‘Brayan’ en una interceptación.
Así mismo, los investigadores aseguran que los administradores de las zonas de narcomenudeo tienen un sueldo de 4 millones de pesos semanales; a los encargados de la venta de la droga en la calle se les pagaba aproximadamente un millón de pesos cada semana. Además, los surtidores, tendrían garantizado $200.000 semanales.
Por su parte, el brazo armado de estas organizaciones es el que se lleva la mayor parte del botín. El jefe de sicarios y su grupo de asesinos, cada uno, pueden tener un sueldo de 500.000 pesos semanales.
No obstante, el pago que estarían recibiendo por las cabezas de algún enemigo tendrían una tabla de precios; si el homicidio es en contra de un campanero, de un vendedor de droga o de alguien de menor nivel, el pago podría ser de 200.000 pesos adicionales. Pero si el personaje muerto es un jefe de banda o administrador de zona de la estructura enemiga, se pueden pagar hasta 50 millones.
Consecuentemente, los moteros quienes son los encargados de transportar a los “gatilleros” se podrían ganar entre 500.000 y un millón de pesos semanales, de acuerdo con el ‘encargo’, por su parte los campaneros, que en muchas ocasiones son habitantes de la calle, solo se llevarían 3.000 pesos por información o en su defecto 100 cápsulas de droga para que las vendan.