El 21 de julio de 2023 se registró la muerte de Juan David Rondón Jiménez, un turista caleño que había viajado a Palomino, en La Guajira, para compartir unos días junto a Luz Ángela Olaya, una de sus amigas más cercanas. Pero luego de ingresar al mar sobre las 6:30 p. m. su acompañante le perdió el rastro y las autoridades encontraron su cuerpo horas más tarde.
En medio del duelo que afrontan las personas más cercanas a la víctima, que falleció a los 36 años de edad y ejercía como ingeniero eléctrico y publicista, Ángela Olaya relató cómo fueron las últimas horas de vida del caleño que pretendía disfrutar de unos días de descanso.
Todo comenzó el 20 de julio de 2023, cuando Olaya y Rondón Jiménez tomaron un vuelo hacia Barranquilla desde la capital del Valle del Cauca, según le indicó la mujer a la revista Semana.
Una vez en la capital del Atlántico, los turistas se trasladaron hacia Palomino, a donde llegaron sobre las 5:00 p. m. Ya instalados en el hotel en el que se hospedarían en los días siguientes, la pareja salió a la playa para observar el atardecer por unos minutos, para luego salir a comer en un lugar en el que daban clases de salsa. Allí, Juan David Rondón Jiménez la habría pasado un rato ameno junto a las personas que estaban en el lugar.
Posteriormente, se trasladaron al hotel para descansar luego de una agitada jornada de viajes y previendo que en los días siguientes iban a realizar varias actividades en esa zona del país. Al día siguiente, luego de compartir durante todo el día y de haber almorzado en uno de los restaurantes de comida típica del pueblo, la pareja se desplazó nuevamente hacia la playa para observar el atardecer.
Luz Ángela Olaya le aseguró a Semana que allí no había ninguna señalización que indicara que no podían ingresar al mar o que este estaba agitado, razón por la cual, cuando ya no había tanta gente en el sector, la víctima le dijo a su compañera que ingresaría al océano. La acompañante se negó, pero Juan David sí se metió al agua, siendo esta la última vez que la mujer vio con vida a su amigo.
“Se quita la camiseta e ingresa al mar, luego oscurece y ya la gente comenzó como a salir y yo ya no lo veía. Yo dije: ‘pues él salió de pronto hacia el hotel, no sé a comprar algo o algo así’. Entonces yo me voy hacia el hotel y pues en el camino quizá me lo encuentro o están en el hotel”, indicó Luz Ángela Olaya.
La mujer regresó al hotel donde esperó a su acompañante por varios minutos, pero al notar que no regresaba solicitó ayuda en la recepción del lugar. Allí llamaron a la Policía municipal y mientras que las autoridades llegaban, Olaya junto a una trabajadora del establecimiento fueron con linternas hacia el lugar en el que vio a su amigo por última vez.
Pocos minutos después, los uniformados llegaron al hotel, donde le reclamaron a la mujer por haber entrado “borrachos” al mar, situación que ella negó inmediatamente. Al indagar sobre las posibilidades de rescatar a su amigo esa misma noche, los policías le dijeron que debía esperar hasta la mañana siguiente y contactar a los pescadoros de la zona.
“Dijeron que debía esperar al otro día que estuvieran los pescadores, para que los ayudaran a buscar. Yo le digo, ‘pero ¿qué puedo hacer?’. Entonces me dice: ‘pedirle a Dios’, esa fue la respuesta de uno de los policías”, dijo Luz Ángela Olaya.
La mujer se fue a su cuarto, donde permaneció hasta las 5:00 a. m. del día siguiente, cuando salió en búsqueda de los pescadores locales. Después de varias horas en las que intentó buscar una lancha para iniciar las labores de búsqueda, la mujer se iba a reunir con un policía en el lugar donde vio a su amigo por última vez. En ese momento, según dijo, recibió un llamado del representante de la playa que le indicó que habían hallado un cuerpo.
La turista se desplazó hacia el lugar donde permanecía el cadáver y confirmó que su amigo había fallecido, situación que cree pudo haberse evitado. Olaya le hizo un llamado a las autoridades para que brinden mayor atención en el lugar, teniendo en cuenta la cantidad de turistas que viaja allí para que no se repita una situación como la del caleño de 36 años.