Como un retroceso a las libertades de la población femenina es catalogado el impedimento de las mujeres a usar minifaldas por miedo ser intimidadas o acosadas por los hombres de Colombia. Un reciente estudio adelantado por la Universidad Manuela Beltrán, dejó al descubierto el temor de las mujeres del país por utilizar esta falda corta que, en los años sesenta, se convirtió en una prenda representativa de la continua revolución femenina.
Y es que, según la investigación académica, el 59.8% de las mujeres del país, especialmente en Bogotá y Bucaramanga, han coincidido en que “el uso de minifalda aumenta el riesgo de sufrir acoso sexual en espacios públicos”. Es decir, seis de cada diez mujeres prefieren no vestir esta prenda por temor a ser agredidas verbal, emocional y físicamente.
Sin embargo, un 11.6% se mantiene en su postura de que esta prenda no representa riesgo a su integridad, mientras que un 28.6% de las mujeres prefirió no opinar sobre el tema. Por su parte, la docente investigadora y líder de la investigación, María Camila Anaya, se refirió al pensamiento generalizado de los colombianos respecto al uso de esta prenda. “Los espacios públicos generan un sentido de vulnerabilidad en las mujeres que usan esta prenda. En la cultura colombiana, la minifalda ha tenido connotaciones negativas y generacionales, relacionando a quienes la utilizan con la provocación hacia los hombres”, enfatizó la académica.
La afirmación de la docente se fortalece, ahora que se saben cuáles son los espacios donde las mujeres son más susceptibles de ser víctimas de mensajes y actos abusivos, siendo los lugares públicos los que lideran la lista. Según el estudio, el transporte público resulta ser el contexto de mayor riesgo, con un 41.2% de mujeres que afirma no sentirse seguras, mientras un 29.6% se considera vulnerable y el 25.4% expuesta. Las calles se llevan el segundo puesto como escenario más inseguro para las mujeres con minifalda. “La mayoría de mujeres manifestaron ser víctimas de palabras soeces, insinuaciones sexuales, comentarios no solicitados, miradas lascivas y persecuciones cuando llevan puesta una minifalda”, indicó Anaya.
Pero los datos resultaron más alarmantes cuando se les preguntó a las mujeres si fueron víctimas de algún tipo de acoso mientras portaban una minifalda. El 61.1% de las mujeres dijo sentirse acosada mientras vestía una minifalda; el 26% no pudo definir si fue o no vulnerada, y solo el 12.9% de las encuestadas afirmó nunca haber vivido un episodio que atentara contra su integridad.
“Para nosotras las mujeres es muy difícil usar minifalda en la calle, mucho más cuando estamos solas porque uno víctima de acoso, de palabras feas, lo hacen sentir a una insegura. Yo una vez me puse una minifalda y cuando iba a entrar al Transmilenio me empezaron a decir cosas, y me sentí muy insegura. Cuando llegué a mi casa, me la quité inmediatamente, y este es el día que no me he vuelto a poner una”, indicó una de las mujeres a las que consultó el equipo de Infobae Colombia en Bogotá.
En el estudio también llamó la atención la relación de la forma de vestir y los sitios de carácter religioso. Según lo indicó la investigación, el 75.9% expresó sentirse incómoda asistiendo en minifalda a iglesias y centros religiosos. En contraposición, las encuestadas indicaron que los centros comerciales, discotecas y bares son los escenarios donde más tranquilidad sienten a la hora de vestir una minifalda.
Cuando se les preguntó a las mujeres por los motivos para usar la prenda de vestir, coincidieron en afirmar que solo la utilizan cuando se dirigen a reuniones y eventos con familiares y personas cercanas. Es decir, la prensa predomina en eventos familiares, fiestas y citas románticas. Por el contrario, la universidad y el trabajo son los escenarios donde las mujeres más prefieren evitar la prenda.
“Encontramos casos que se remontan a las aulas de clase y esto impacta en la mentalidad de las afectadas. Se debe penalizar a los docentes que incurran en prácticas de acoso y hacemos un llamado a la educación desde la casa, a concientizar a niños y niñas sobre las consecuencias negativas que trae el acoso” concluyó la investigadora de la Universidad Manuela Beltrán.