La avenida torrencial que ocurrió en la noche de lunes 17 de julio, en la vereda El Naranjal, del municipio de Quetame, en el oriente de Cundinamarca, ya deja un saldo de 15 personas muertas, al menos 14 desaparecidas, daños en la infraestructura, caos vehicular en la vía al Llano y cortes en el servicio de agua. Ante la grave situación, el ingeniero, geotecnista y profesor de la Pontificia Universidad Javeriana, Alfonso Mariano Ramos, explicó a Infobae por qué se presentó la emergencia y cuáles son los riesgos que persisten en el lugar.
De acuerdo con el experto, hay dos factores que fueron determinantes en esta tragedia: la ubicación de la vía al Llano y el clima. “La carretera Bogotá-Villavicencio está ubicada en una zona en donde la geología es muy joven, el terreno, las geoformas, todavía se están formando, están en constante cambio. Entonces tenemos unos materiales que tienen unas características mecánicas, con resistencias limitadas, por un lado, y, por otro lado, tenemos constantes importantes, como las precipitaciones, las lluvias, que es lo que genera deslizamientos”, explicó Ramos.
Las fuertes lluvias que se registraron en la noche generaron grandes deslizamientos de tierra, los cuales terminaron afectando dos quebradas que se desbordaron y provocaron una avenida torrencial, arrasando así con varias viviendas y dejando damnificados, desaparecidos y muertos a su paso.
“Al fallar los taludes, que son los deslizamientos, ese material se traslada y llega a una fuente de agua, a un cauce de agua. Cuando esos sólidos provenientes de los deslizamientos se mezclan con el agua, toman una inercia muy grande y se trasladan a lo largo de estas corrientes de agua y afectan la infraestructura. Eso es una avenida torrencial y es lo que típicamente ocurre en muchas partes en nuestro país”, indicó el experto.
Aunque la avenida torrencial ya pasó, sigue existiendo un riesgo latente en la zona por otro posible deslizamiento. Unidades de rescate confirmaron a El Tiempo que debido a las lluvias, la montaña está inestable y que, por eso, se están adelantando trabajos de evacuación. De acuerdo con el ingeniero y geotecnista, la amenaza permanece porque la zona cuenta con características específicas que permiten la generación de avenidas torrenciales.
“Hay muchas fuentes de agua que atraviesan la vía, y donde hay una fuente de agua junto con altas pendientes, es un caldo de cultivo muy propicio para la generación de avenidas torrenciales. Entonces, no porque ya ocurrió va a dejar de ocurrir, esto es un proceso que se sigue generando y se va a seguir generando a lo largo del tiempo”, sostuvo Ramos.
Según el experto, el riesgo de que se generen próximas emergencias se reducirá a medida que la pendiente vaya disminuyendo con el paso del tiempo, porque la tierra se encargará de llenar los vacíos que dejan los deslizamientos y, en esa medida, se equilibrará. Este proceso puede tardar muchos años geológicos.
¿Se pudo prevenir?
El ingeniero explica que todo proceso de prevención, en estos casos, requiere de una fase previa de conocimiento y de cuantificación de riesgos y, luego, de una fase de acción en la que se busque disminuir dicho riesgo. Para esto, se necesita interés y recursos.
Una de las medidas que se pueden tomar es el fortalecimiento de la infraestructura, la construcción de muros de contención, proteger los taludes (inclinación del terreno). “Seguramente hay sitios en donde no es posible disminuir las amenazas. Entonces, ¿qué hay que hacer? Hay que disminuir la vulnerabilidad”, enfatizó el experto. Esto implica, por ejemplo, tratar de aminorar la exposición de la infraestructura y de reubicar a la población que habita el lugar.
En el caso específico de Quetame, los resultados de la emergencia pudieron haberse evitado, según Ramos, porque el riesgo siempre existe y, aunque no puede disminuirse a cero, sí es posible adelantar acciones para reducir las pérdidas que eventualmente se puedan generar.
“Siempre hay riesgo (...) Esto tiene un nivel de incertidumbre muy grande, pero el nivel de conocimiento que se tiene es suficiente para poder abordar acciones para disminuir los niveles de riesgo, es decir, hay que estudiar más, pero no solamente estudiarlo, sino que hay que tomar decisiones con base en eso”, señaló el geotecnista.
En Colombia se cuenta con herramientas como los Planes de Ordenamiento Territorial (POT) o las Alertas Tempranas, que permiten pensar y gestionar acciones de prevención. De hecho, el presidente Gustavo Petro se pronunció al respecto, asegurando que la emergencia demuestra la necesidad de “ordenar el territorio alrededor del agua” por medio de los POT.
Ahora bien, todavía no es claro si la zona afectada será habitable o no, eso dependerá de los estudios que se encaminen para determinar el nivel de amenaza que presenta. “Es la evaluación del riesgo. La probabilidad de tener un nivel de pérdidas, está asociada con la probabilidad de tener un nivel de amenaza, es decir, una avenida torrencial, chiquita o una avenida torrencial mediana o grande, eso está asociado a unas probabilidades de ocurrencia en ventanas de observación”, puntualizó el experto.
Actualmente, las alcaldías, municipios, ingenieros y consultores tienen a la mano otra herramienta para tomar decisiones y prevenir emergencias. Se trata de un documento elaborado por el Servicio Geológico Colombiano y la Pontificia Universidad Javeriana, llamado “Guía para la evaluación de la amenaza por avenidas torrenciales” (2021), el cual ya ha sido probado en diferentes partes del país.
“Colombia tiene muchos sitios en donde se puede generar este tipo de avenidas torrenciales, entonces el riesgo está ahí y hay que abordarlo desde diferentes perspectivas”, concluyó el ingeniero, que hace parte de los autores que desarrollaron la guía.