Así arrojaban los cuerpos al río Cauca los carteles y las bandas delincuenciales: la JEP declaró el afluente como víctima del conflicto

Tras la decisión de la JEP de determinar este afluente como víctima, la comunidad recuerda diversas imágenes que se llegaron a naturalizar en medio del crimen

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Decenas de cuerpos fueron arrojados al río Cauca en épocas del conflicto.
Decenas de cuerpos fueron arrojados al río Cauca en épocas del conflicto.

La novedad emitida por la Jurisdicción Especial para la Paz (JEP) sobre la decisión de determinar al río Cauca como víctima del conflicto armado, llamó la atención en el país teniendo en cuenta la importancia de este afluente, pues la JEP argumenta que este fue usado como fosa común en tiempos de alta violencia.

Si bien la decisión del ente judicial va enfocada en algunos actores armados, hay que tener en cuenta que grupos del narcotráfico fueron protagonistas en un inicio con sus acciones armadas que involucraban esta fuente hídrica.

En la década de los 80 el auge del narcotráfico en Colombia marcó un importante precedente, debido a la manera en que diversas organizaciones se empezaban a apoderar de los territorios. En el Valle del Cauca, el Cartel de Cali y otras secuelas criminales manejaban distintas estrategias para cometer sus fechorías y evitar que las autoridades se percataran de esto.

Habitantes de municipios como Cali, Palmira, Yumbo, Tuluá, Buga, entre otros, solían ver extraños paquetes de gran proporción que surcaban lentamente el cauce del río a diferentes horas del día. Sin embargo, llamaba la atención que sobre estos se posaban algunas aves de rapiña, como los conocidos gallinazos o goleros, los cuales picoteaban sobre dichos embalajes.

Así mismo, en sectores como Platanares, Piles y el Paso de la Torre en Yumbo, los areneros o empleados encargados de sacar arena del río, solían encontrar cuerpos a en alto estado de descomposición en la orilla del afluente, situación que se volvía recurrente y los trabajadores únicamente se limitaban a comunicarse con las autoridades para proceder con la respectiva identificación.

Del año 2004 en adelante, la prensa local retrataba un hecho similar al menos cada semana, mientras en primera plana se resaltaba que los cuerpos iban bajando por el río. En las calles de los mencionados municipios hacía eco el rumor de que los criminales usaban piedras o elementos con peso para amarrar los cuerpos y que estos no flotaran, así se evitaba el seguimiento por parte de los entes policiales.

Puentes como el de Juanchito o el Paso del Comercio en Cali, eran en su mayoría los elegidos por los criminales para arrojar los cadáveres al río, algunos iban embalados en bolsas de plástico y otros no, no obstante, el único propósito era deshacerse de los cuerpos, los cuales habían sido víctimas de distintos vejámenes en zonas aledañas al Cauca.

Dentro de los aspectos más lamentables y tristes que deja la violencia, muchas familias debían resignarse únicamente a quedarse con los huesos de sus familiares, pues como se mencionó anteriormente, las aves de rapiña aprovechaban las condiciones de los cuerpos y terminaban devorando los mismos hasta dejar lo mínimo, ante la mirada cómplice de la ciudadanía que llegó a naturalizar estas imágenes.

Sobre esta coyuntura, la Sala de Reconocimiento de la JEP explicó que desde el 2000 hasta 2004, se usó este río como elemento para facilitar la desaparición de personas, convirtiéndose en una fosa común que también fue afectada por las sustancias contaminantes que eran arrojadas. El río Cauca también fue víctima de acciones de minería ilegal, que paulatinamente fueron deteriorando su fauna.

“En el Auto 226, la Sala de Reconocimiento detalló que entre los años 2000 a 2004 se realizó una conducta sistemática permitida por la fuerza pública, y realizada por grupos paramilitares, que consistió en asesinar personas y arrojarlas al río Cauca para que nunca pudieran ser encontradas. Esto no solo afectó la vida de estas personas, sino también al medio ambiente. Miles de cadáveres fueron lanzados al río. Esto afectó sus aguas, las especies que lo habitan y vulneró, profundamente, la relación de decenas de comunidades étnicas con la naturaleza”, citó la JEP.
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