Chía: de la agricultura al caos urbano y la escasez de agua

La pérdida de los humedales, la escasez de agua y una calidad de vida precaria tienen en vaivén a los habitantes del municipio

La voracidad de las constructoras y la falta de regulación de los alcaldes llevaron a Chía a una situación crítica. Alcaldía de Chía.

Chía, un municipio que alguna vez fue reconocido por su vocación agrícola y sus cuerpos de agua interconectados con el río Bogotá, pero en la actualidad es convertido en un caos urbano sin control. La creciente migración de ciudadanos capitalinos ha impulsado la construcción desordenada de conjuntos residenciales, los cuales arrasaron con humedales y cultivos.

Según los últimos censos nacionales, Chía experimentó uno de los mayores crecimientos poblacionales. En 2005, la población superaba los 95.000 habitantes, para 2018, esa cifra había aumentado a más de 129.000 personas, actualmente, el Dane estimó que el municipio alberga a más de 218.000 habitantes, y se prevé que para 2035 la población supere los 500.000.

De acuerdo con la comunicación del medio Cambio, en los últimos tres años, se han otorgado más de 980 licencias de construcción, sin que se implementen planes para mitigar el impacto en los humedales, fundamentales para el ecosistema y las reservas de agua.

Imagen referencial. El municipio de Chía es en la actualidad un caos urbano sin control. Canva.

La transformación de Chía comenzó en 1994, bajo la administración del alcalde Fernando Sánchez, cuando se construyeron las primeras viviendas de lujo en las zonas rurales, como el conjunto Sindamanoy. A partir de entonces, la expansión urbanística avanza sin control, con la aprobación de alcaldes que han modificado el uso del suelo, incluso pasando por encima del Plan de Ordenamiento Territorial (POT).

En 2020, el alcalde Leonardo Donoso intentó modificar el POT para expandir las áreas urbanas a costa de los humedales, pero la iniciativa fue suspendida gracias a una acción popular presentada por la sociedad civil.

Uno de los problemas de Chía es el agua

El crecimiento demográfico y urbano generó una presión insostenible sobre el acceso al agua. Recientemente, el Tribunal Administrativo de Cundinamarca aceptó una consulta popular que demanda al acueducto de Chía por suministrar agua no potable, con altos niveles de cloro y manganeso.

En la denuncia se señaló que el agua en Chía es de mala calidad y que ponía en riesgo los derechos colectivos al medio ambiente saludable de los habitantes del pueblo. Además, el acueducto está saturado, lo que resulta en una presión mínima de agua y cortes constantes del servicio. La Planta de Tratamiento de Aguas Residuales (Ptar) también está colapsada, incapaz de atender a la creciente población.

Más del 50% del municipio carece de servicios de acueducto y alcantarillado; veredas como Fusca y Cerco de Piedra, donde se construyen la mayoría de los nuevos proyectos urbanísticos, no están completamente conectadas.

Para enfrentar la expansión del municipio, se propuso la construcción de varias plantas de tratamiento de agua, pero los proyectos se vieron envueltos en irregularidades y corrupción. La empresa encargada, Hydros Chía, fue cancelada debido a riesgos financieros y la implicación de sus socios en casos de desfalco.

Posteriormente, se creó Emserchía, la nueva empresa de servicios, que tampoco ha logrado resolver los problemas de abastecimiento de agua y saneamiento.

Más del 50% del municipio carece de servicios de acueducto y alcantarillado. Archivo.

A pesar de la falta de infraestructura adecuada y de los problemas con el suministro de agua, Chía planea continuar creciendo. Actualmente, hay planes para construir 6.000 apartamentos en terrenos que anteriormente eran utilizados para la agricultura; otros 15.000 apartamentos se están construyendo sobre la variante Cota-Chía, lo que aumentará aún más la demanda de agua y sobrecargará las redes de servicios existentes.

La voracidad de las constructoras y la falta de regulación de los alcaldes llevaron a Chía a una situación crítica: sin humedales, sin suficiente agua y con una baja calidad de vida.

Según las denuncias de los veedores, consultadas por el medio Cambio, estas recientes edificaciones carecen de acceso a redes de alcantarillado y suministro de agua potable, lo que resultará en la necesidad de utilizar camiones cisterna para abastecerse de agua y vehículos de carga para retirar los desechos.