Sesis meses de incertidumbre lleva la familia de Brandon Estiven Loaiza Colpas, colombiano que se encuentra preso en El Salvador, en una de las cárceles de las que tanto se enorgullece el presidente Nayib Bukele.
El joven de 19 años está incomunicado totalmente de sus familiares desde que ingresó al centro penitenciaron en el país centroamericano.
En diálogos con el diario El País de España, la madre de Brandon, Claudia Marcela, contó la travesía que ha enfrentado la familia desde el 14 de febrero de 2023, a las 6:30 de la mañana, cuando se comunicaron por última vez con su hijo: “Ese día me pidió la bendición, me dijo que se iba a trabajar y se despidió”, manifestó la mamá de Brandon Loaiza.
El joven había salido de su casa en una moto con su amigo, también colombiano, y sufrieron un accidente de tránsito. Mientras se encontraban arreglando el pago de daños con la persona que había causado el siniestro, llegó la Policía. En ese momento, los jóvenes fueron detenidos y trasladados a una estación donde los encarcelaron por supuestamente pertenecer a la peligrosa pandilla Mara 18.
El delito que les imputaron a los dos colombianos fue el de pertenencia a agrupaciones ilícitas, el mismo con el que el régimen de Bukele ha encarcelado a más de 69.000 personas en 15 meses desde que decretó el Estado de excepción, en marzo de 2022.
Claudia Marcela aseguró que la abogada que lleva el caso de su hijo en El Salvador le dijo que los jóvenes fueron apresados sin orden de captura, sin antecedentes penales, sin investigación previa,y sin ninguna prueba.
“A mi hijo lo detuvieron por ser colombiano, por ser pobre y por tener tatuajes. Él tiene tatuada una M pequeña en una de sus manos, que es la inicial de mi nombre, por eso lo acusaron de pandillero”, señaló la madre de Brandon.
Tras sus intentos desde todos los medios posibles para saber de su hijo, ha sido imposible una comunicación con él. Después de muchas solicitudes a la embajada, a la cancillería y al consulado de Colombia en El Salvador, no ha tenido una respuesta oficial que por disposiciones de las autoridades de ese país no están permitidas las comunicaciones con los privados de la libertad.
“Lo único que pido es una prueba de supervivencia, una foto, una carta, escuchar su voz de nuevo, saber que está bien de salud, si ha podido comer, si lo humillan o lo golpean”, expresó Marcela.
El pereirano dejó su trabajo en el Club Campestre de su ciudad de origen y llegó el 25 de enero del presente año al país centroamericano en busca de un mejor futuro.
La directora de la ONG Socorro Jurídico Humanitario, de El Salvador, quien está ayudando a las familias de los detenidos, explicó para el mismo medio español que hay en total 20.000 personas presas que son inocentes.
“Hay una violación reiterada de derechos humanos a los colombianos presos en El Salvador. No sabemos cuántos son exactamente los colombianos detenidos, pero a nuestra organización han llegado más de 20 familias a pedir ayuda. Muchos de los capturados no reciben paquetes de higiene, ni de alimentos y están encerrados en las mismas cárceles con asesinos, con violadores, con pandilleros de verdad”.
Por otro lado, la familia del otro colombiano, Felipe Gómez Loaiza, de 31 años, padre de dos hijos, una de un año y otro de cuatro, llegó a El Salvador el 22 de diciembre de 2022, donde vendía ropa y accesorios. Su hermana, Erika Loaiza, contó que “se fue en búsqueda de mejores oportunidades. Un amigo de él que vive allá lo llamó y le dijo que le estaba yendo muy bien, que había progreso y que era seguro. Llegó con esa ilusión”.