William Rodríguez Abadía, hijo de Miguel Rodríguez Orejuela, se definió así mismo como el “hijo del cartel de Cali” en un libro en el que contó su historia. Fue el último líder de la organización, por herencia. Aunque ha dado su versión de la poderosa narcotraficante, hay apartes que prefiere callar, algunos que cree que ya se llevó la muerte y algunos que deberían contar los involucrados incluidos expresidentes.
Rodríguez Abadía recibió de su padre la tarea de llevar las riendas del cartel cuando él cayó preso en 1995. Apenas unos meses después lo intentaron asesinar en un atentado en el restaurante Río D enero del que resultó herido y cinco de sus acompañantes muertos por decenas de impactos de bala.
Desde ese momento, tomó la decisión de salirse del negocio, lo que habría implicado la desavenencia de su tío Gilberto Rodríguez Orejuela, de quien aún espera un golpe póstumo tras su muerte en 2022. Ahora, vive en Estados Unidos de varios oficios, sin poder salir del país y saca cuentas de lo que falta conocer del cartel de Cali en la historia colombiana.
Mientras se lleva a cabo el proceso judicial con las productoras Netflix y Caracol, a las que dice haber demandado, porque considera que series que han producido sobre la organización narcotraficante de su papá y su tío han plagiado apartes de su libro. Además, dice que lo han retratado como un asesino que, según su versión, no corresponde a la realidad y afecta su nombre.
Con la asesoría de una abogada paraguaya tiene listo el pleito jurídico con el que espera que los daños le sean resarcidos. “La única forma en que se puede hacer eso es o que me hagan una serie donde cuenten realmente la verdad de mi historia o que me paguen por el daño que me hicieron”, le dijo a la revista Cambio.
Rodríguez Abadía considera que la historia del cartel de Cali se debe contar con la verdad y le molesta la ficción de los hechos. Sin embargo, la veracidad y exactitud de los hechos ha sido huidiza durante décadas y ahora podría ser una carrera contra el tiempo.
Gilberto Rodríguez estaba preparando un libro con apuntes confidenciales que podría salir próximamente publicado, pero falleció en mayo de 2022 todavía en tiempo de condena en los Estados Unidos. La muerte se produjo seis días antes de una reunión en la Comisión de la Verdad a la que se conectaría junto a su hermano Miguel, pero este último no tiene el mismo impulso.
“Mi papá no. Yo hablé con él de ese tema. Le dije “padre, ¿cuándo vas a dejar algo escrito?”. Me dijo “no, que mi hermano lo haga. Conocíamos lo mismo. Lo que diga mi hermano es la verdad. Y a mí no me interesa realmente”. Entonces yo creo que mi papá morirá con sus memorias”, dice Rodríguez Abadía. Miguel cumple 80 años y le quedan cinco en prisión.
Rodríguez Abadía llamó “comisión de la mentira” a la entidad creada por el acuerdo de paz por la intervención que hizo Andrés Pastrana en la que mostró una carta, ya incluida en su libro, en la que los Rodríguez aceptaban la financiación de la campaña de Ernesto Samper.
“Pastrana logró un acuerdo que hizo con ellos para obtener esa carta y a cambio, como dice mi tío Gilberto, ellos fueron trasladados a Palmira. Con la DEA totalmente en desacuerdo”, señaló a Cambio. La versión es que ambos fueron trasladados a esa cárcel en la que tendrían una mejor reclusión por estar cerca de su familia.
“Yo conozco la historia, pero pues volvemos a lo mismo. ¿Para qué contar la historia? No me interesa. Yo siempre he creído que Samper le hizo mucho daño a Colombia, pero Pastrana también le hizo demasiado. Porque siempre se la jugó como la víctima de esto. En la política oscura de este país no ha habido víctimas, sino cómplices”, señaló William.
Sostiene que Pastrana debió contar esa parte de la historia cuando fue a la Comisión de la Verdad y explicar sus relaciones con los narcotraficantes caleños. “Yo creo que es una explicación que él le debe a Colombia y es él quien la tiene que dar”, señaló.
Teme contar los hechos que escuchó de su padre y su tío pese a la cercanía que tuvo porque, según dice, cuando intentó hacerlo fue tildado de mentiroso. “No valió la pena porque al final es crearle más enemigos a mi familia”, sostuvo por lo que sus aportes están destinados a que termine la persecución. Rodríguez Abadía cree que hay que personas que ya no “merecen” lo que implica conocer la verdad de los hechos y plantea la reflexión de si el país quiere conocerla.