En su sección “lugares ocultos que no sabías que existían en Bogotá” la creadora de contenido @soyladistraida decidió visitar un monumento antiguo que, como las ruinas europeas talladas en piedra, se mantiene en pie, a pesar de ser devorado por el tiempo y la naturaleza.
Se trata del puente Boyacá, también conocido como el puente de La Aguas, que, según su relato, se encuentra sobre el Eje Ambiental del centro de la ciudad, a un costado del complejo de apartamentos conocido como CityU.
El 2022 cumplió 120 años desde su construcción y para el 2025 cumplirá los mismos 120 años, aunque de entrar en funcionamiento.
Y es que en 1902, incomunicados entre un barrio y otro, “los habitantes del sector solicitaron a la administración local que construyeran un puente”, cuya función principal fuera “unir el sector de Las Aguas con Las Nieves”. Ambos sectores son reconocidos gracias a las dos estaciones de TransMilenio que actualmente llevan sus nombres. La primera, en la carrera Tercera, entre calles 18 y 19; y la segunda, en la avenida carrera Décima, entre calles 17 y 19.
Sin embargo, mucho antes de la construcción de TransMilenio o de las primeras obras de ingeniería moderna, se construyó un puente de piedra que atravesaba el río San Francisco que, hasta inicios del siglo XX, dividía a ambos sectores.
Terminada su construcción en 1905 –como se lee en una placa esculpida en roca– facilitó la vida de muchas personas que hasta entonces debían rodear el afluente para desplazarse en medio de la ciudad.
Y es que a pesar del deterioro de la estructura que yace bajo la hierba, permitió el paso a miles de bogotanos, manteniéndose en firme y funcionando durante décadas, hasta que en los años 30 dejó de funcionar, cuando se canalizó el río para la construcción la Avenida Jiménez y otros corredores viales del centro de la capital.
Plaza de la hoja: la construcción más “fea” y “peligrosa” de toda Bogotá
Sin puertas, ni ventanas, ni vigilancia privada. Así es la vida en el “conjunto residencial” Plaza de la hoja, empotrado en la carrera 32 con calle 19. Una obra inconclusa de la alcaldía de Gustavo Petro que buscaba darle un hogar a cientos de personas víctimas del conflicto.
Sin embargo, desde su inauguración en el 2015, sus pasillos y apartamentos han sido testigos de crímenes de todo tipo que, a la fecha, mantienen intranquilos a quienes, alguna vez, creyeron haber encontrado un lugar para echar raíces.
Las historias detrás de sus muros de concreto de 14 pisos van desde hurtos en el ascensor, hasta un feto en la tubería que causó que varios pisos se inundarán durante un tiempo.
Y es que, de acuerdo con un recorrido realizado por el creador de contenido Diego Andariego, las torres de apartamentos no solo fueron entregadas en obra gris, incluyendo zonas comunes, sino también han evidenciado un deterioro avanzado en los últimos ocho años.
Los movimientos telúricos ocasionales han bastado para que, en menos de una década, entre los pasillos llenos de grafiti aparecieran grietas y se desnivelara el suelo. Mismo que, a pesar de todo, se vieron obligados a defender en la administración de Enrique Peñalosa, luego de que algunos habitantes de calle intentarán entrar por la fuerza, tras el desarme del Bronx.
Podría decirse que estos apartamentos permanecen a la deriva, sin seguridad externa o interna. Un tema complejo, sin duda, que, por una u otra razón, Diego Andariego se vio obligado a borrar de sus redes, dejando solo el recuerdo de cómo es vivir al interior de la que algunos arquitectos consideran la construcción más fea de la ciudad.