María Daniela Guevara, integrante del grupo de investigación de biología de organismos tropicales de la Universidad Nacional de Colombia, habló de la importancia de la importancia de la Andinobates supata, una rana dorada que habita en Supatá, Cundinamarca, en la provincia de Gualivá, a aproximadamente 76 kilometros al noroccidente de Bogotá. El animal, que está en peligro de extinción, ve en la ganadería a una de sus principales amenazas.
Según explican los estudiosos en el tema, este animal deja sus crías en bromelias, plantas que también funcionan como su hábitat. Los machos, por su parte, “defienden sus territorios de la intromisión de otros machos de la misma especie; además son muy fieles a esos territorios y permanecen allí por largo tiempo”. Así mismo, “cantan para atraer a las hembras, lo cual también ayudó al grupo a encontrar los lugares con mayor población”.
Los espacios en los que viven, sin embargo, y como se mencionó previamente, se ven afectados por una de las principales actividades económicas de los pobladores: la ganadería. Interesados en proteger a los ejemplares de aquel animal han estado cuestionándose las formas de hacerlo. “Algunas veces los habitantes nos dicen que no saben acerca de la existencia de las ranas en estas partes de los bosques, pero al saberlo se empiezan a interesar y a querer aportar de alguna manera”, señala la investigadora.
“La zona que estudiamos está ubicada en cercanías a potreros, por lo que las vacas se encuentran al lado de las ranas poniendo en peligro los parches de bosque donde los anfibios habitan, se reproducen y dejan sus renacuajos”, afirma María Daniela Guevara, integrante de Biotun y oriunda de Supatá. Ella ha estado al frente de la investigación de estos animales.
“Sin embargo, entendemos que este es el recurso económico para varias personas. Al final, ellos no son los responsables de que la rana esté en peligro, pero es importante que ellos estén interesados en conservarla y han manifestado interés”, dijo la experta en testimonios recopilados por en la página web de la Universidad Nacional.
“Analizamos parcelas de 100 m² cada una en busca de bromelias y de ranas doradas. Estas plantas son muy importantes para ellas, pues son arrosetadas (en forma de rosetas) y albergan agua en sus brácteas, formando una especie de piscina, y es allí donde quedan resguardados los pequeños renacuajos”, añadió María Daniela Guevara.
Para hacerle frente a la situación, desde la Universidad Nacional de Colombia se plantean diferentes posibilidades, todas direccionadas a la educación. “Esta parte se podrá adelantar gracias a esfuerzos como el de la investigadora Guevara, quien logró la beca de investigación del Fondo Ignacio Gómez-Montes de la Asociación Selva, con la que se busca no solo hacer la caracterización, sino también adelantar un proyecto con la comunidad de Supatá, mediante el cual se brinden herramientas que ayuden a la conservación de la especie”, se detalla desde el portal web de esa institución académica.
“El grupo quiere diseñar un libro infantil de ilustraciones para que toda la población de Supatá pueda entender de manera sencilla lo que ocurre con estos diminutos animales, que gracias a estas iniciativas pueden ser visibilizados. Se espera que estas investigaciones ayuden a crear políticas de conservación y protección más rigurosas para que la vida de estas ranitas o de sus renacuajos no estén en riesgo”, se añade en ese mismo espacio informativo.
La institución de educación superior también espera dar inicio a todo un proceso de trabajo para ponerse al frente de la protección de la especie. Se planea “realizar un mapeo de la distribución espacial de las ranas de la zona, además de hacer una caracterización taxonómica de otro tipo de plantas que no han sido tan estudiadas y en donde también podrían estar poniendo sus renacuajos”.