El 2 de julio de 2023 se conmemoraron 29 años del asesinato de Andrés Escobar, uno de los futbolistas más reconocidos en la historia del balompié nacional, cuyo legado culminó cuando tenía 27 años. El defensor central, que supo vestir las camisetas de la Selección Colombia y de Atlético Nacional durante varios años, fue asesinado por un sicario a las afueras de un bar en Medellín en 1994.
El magnicidio del exjugador se registró pocos días después de que la tricolor culminara su participación en el mundial de fútbol de 1994 en Estados Unidos. Dicho certamen recibía el seleccionado dirigido en este entonces por Francisco Maturana como uno de sus máximos favoritos tras haber protagonizado el histórico 0-5 contra Argentina en el estadio Monumental de Buenos Aires, tan solo unos meses antes de que comenzara el torneo en el país norteamericano.
Para sorpresa de muchos, el seleccionado colombiano firmó su eliminación en la primera ronda del torneo, luego de perder sus dos primeros juegos, contra Rumania (1-3) y Estados Unidos (1-2). En el duelo contra el conjunto anfitrión, el exzaguero central protagonizó una infortunada jugada en la cual el cuadro local se puso 2-0 en el marcador debido a un autogol de su autoría, situación que contribuyó a la no continuidad del equipo colombiano en el certamen.
A pesar de que la Selección Colombia culminó su participación en el mundial de 1994 con una victoria de 2-1 frente a Suiza en la última fecha de la fase de grupos, los ánimos en el país permanecían caldeados contra los integrantes de aquel equipo, teniendo en cuenta las altas expectativas con las que llegaban al campeonato del mundo.
Luego de esa mala actuación, algunos de los jugadores regresaron al país para olvidarse de la situación y aprovechar tiempo con sus seres queridos durante su período de vacaciones, el cual comenzaba una vez abandonaran la concentración del seleccionado nacional en territorio estadounidense. Andrés Escobar fue uno de los primeros futbolistas que llegaron a territorio nacional, específicamente a Medellín, donde lo esperaban algunos miembros de su familia.
Pocos días después de llegar a la capital antioqueña, el 2 de julio de 1994, el exfutbolista salió con algunos allegados al restaurante El Indio, a las afueras de la ciudad. En dicho lugar, Escobar se topó con un grupo de personas que se encontraban bajo los efectos del alcohol y que lo increparon por el autogol cometido en el campeonato del mundo frente a Estados Unidos.
Dicho grupo estaba encabezado por los hermanos Pedro David y Juan Santiago Gallón Henao, reconocidos por tener vínculos con el paramilitarismo y el narcotráfico en el país. Los ataques verbales en su contra hicieron que Escobar abandonara el establecimiento con el fin de evitar que el conflicto se acentuara, tal como terminó sucediendo.
En el parqueadero, Escobar seguía esquivando los insultos cuando nuevamente fue atacado por los narcos, pero esta vez su chofer, Humberto Muñoz Castro, sin mediar palabra se acercó a él y descargó seis tiros en su cabeza. Su muerte multiplicó la vergüenza internacional de Colombia... hasta en el torneo, que no había terminado, hicieron un minuto de silencio.
La Policía de Antioquia, víctima de múltiples ataques en medio de la ola de violencia que se vivió en la década de los 80 y principios de los 90, dio con el agresor que tras una serie de interrogatorios confesó el crimen, pero dijo no saber a quién mataba, según su versión, no sabía que su víctima era el futbolista Andrés Escobar.
Humberto Muñoz Castro fue condenado a 43 años de prisión y recluido en la cárcel Modelo de Bogotá, aunque no pagó ni 12 años y quedó en libertad en 2005. Los hermanos Gallón Henao, a quienes siempre se les relacionó con el crimen, solo fueron acusados por encubrimiento y regresaron a las calles meses después del asesinato.
Luego de que se diera a conocer la noticia sobre su asesinato, la tristeza, dolor e impotencia se apoderaron de los corazones colombianos, sobre todo de aquellos hinchas de la selección Colombia y Atlético Nacional, que ocuparon las calles de Medellín para darle el último adiós. Su funeral se llevó a cabo en el coliseo Iván de Bedout de la capital antioqueña ante la atenta mirada de miles de fanáticos que se acercaron el 4 de julio de 1994.
Escobar era un ídolo en Atlético Nacional, club con el que conquistó múltiples torneos nacionales, así como la Copa Libertadores de 1989, primera edición del campeonato continental obtenida por un equipo colombiano. Además, el defensor era conocido como El Caballero del Fútbol por su temperamento pacífico en las canchas.