Pocas relaciones son tan estrechas como la del ser humano con el perro. La historia misma de la humanidad está relacionada estrechamente con los canes, al punto que su utilidad se ha probado en distintos campos a lo largo de los siglos.
Uno de sus usos más conocidos laboralmente es el apoyo a las autoridades en su condición de rastreadores gracias a su olfato, lo que les ha servido para apoyar incautaciones de drogas, exploración de campos con alta presencia de minas antipersona o la búsqueda de personas desaparecidas, como ocurrió en su día con Wilson durante la búsqueda de los niños perdidos en las selvas del Guaviare durante 40 días.
Pero mientras esa historia no ha concluido (caso contrario a los niños que sí fueron rescatados, sanos y salvos), debido a que Wilson desapareció en acción; hay otra que también se desarrolló en el Guaviare y demostró la capacidad de adaptación que tienen estos animales incluso cuando tienen todas las posibilidades en contra.
Ese es el caso de Ada, una perrita de raza labrador retriever. Desde que llegó al mundo hace cinco años, fue entrenada por el Ejército Nacional para formar parte de la especialidad de búsqueda y detección de artefactos explosivos. Tras culminar su preparación, fue incorporada como parte del personal militar del Equipo de Explosivos y Desminados (Exde).
Como parte de esta división especial y acompañada de su guía canino, realizó distintas operaciones militares en los departamentos del Meta, Guaviare, Casanare, Arauca y Putumayo. Su mayor hazaña durante el tiempo en servicio tuvo lugar en este último departamento, cuando encontró un campo minado conformado por cinco minas antipersona, salvando la vida de todo el pelotón del que formaba parte, así como a los pobladores del sector.
Pero la vida de Ada dio un giro radical en 2021, cuando sufrió una quemadura en sus ojos durante un operativo para erradicar cultivos de coca, luego de que estos hicieran contacto directo con unas plantas de hoja de coca en inmediaciones de San José del Guaviare.
Como estas suelen recibir una fuerte concentración de fungicidas para lidiar con las plagas, al hacer contacto con los ojos de la Ada le provocó úlceras corneales, así como un cuadro de opacidad corneal y neuritis óptica, producto de la conjuntivitis, llevando a que perdiera el sentido de la vista.
Ante ese panorama, Ada fue llevada al Centro de Entrenamiento y Reentrenamiento Canino (Cerca) del Batallón de Ingenieros N.º 7 Carlos Albán Estupiñán ubicado en Villavicencio. Durante su tiempo allí, los encargados de su cuidado notaron que tenía la capacidad de generar vínculos afectivos sólidos con otras personas, y especialmente con los niños.
De esta manera, Ada inició una transición para pasar de ser rastreadora a una canina orientada a dar apoyo emocional mediante terapia asistida principalmente a niños que sufren de estrés postraumático. El suboficial del Ejército Nacional, sargento viceprimero Carlos Tamayo Taborda, fue el encargado de adoptarla y reconvertir su rol en las Fuerzas Militares:
“Hemos hecho muchas labores de terapia asistida con personas que han sufrido accidentes, en especial niños. Los niños se motivan mucho al ver la historia de Ada, porque aun después de quedar completamente ciega nunca perdió el interés por la vida”
Desde aquel accidente que la dejó ciega, Ada desarrolló todavía más su sentido del olfato, lo que le permitió participar en demostraciones caninas. Actualmente, vive en el departamento de Antioquia, en una finca, luego de que una familia decidiera adoptarla, rodeada de otros perros y también de gatos.