El Servicio Nacional de Aprendizaje, Sena, llevó a cabo la labor de restaurar unos molinos de viento que fueron instalados en la media y alta Guajira a mediados de los años 50. Esta iniciativa surgió como una solución a los persistentes problemas de agua en esta zona semidesértica del país.
Con una inversión de 100 millones de pesos, el Sena logró rescatar estos antiguos molinos, que habían sido olvidados debido al paso de los años, el descuido y la falta de atención. Con esta inversión, la institución pública reparó al menos 500 molinos, los cuales ahora desempeñan un papel fundamental en el suministro de agua para aproximadamente 5.000 indígenas wayuu.
Desde la academia explicaron para Caracol Radio que el proyecto “se trata de pequeñas redes de acueducto capaces de ofrecer hasta 60 galones por minuto en lugares donde no se accedía al agua, con molinos de viento cuya fuerza depende hasta de pequeñas brisas que activan el líquido a 120 metros de profundidad”.
El Sena añadió que un equipo de 12 a 15 instructores se encarga de supervisar el funcionamiento de los molinos de viento en las rancherías, además de encargarse de la fabricación de piezas necesarias para su reparación en el centro industrial.
“La mayor cantidad de molinos se ubica en la media y alta Guajira; municipios como Manaure y Uribia solucionaron la ausencia de agua gracias a la reparación de estos molinos en el Sena”.
Estos molinos de viento son una fuente vital de abastecimiento de agua en esta región, donde escasea este recurso. Con su funcionamiento adecuado, decenas de molinos ahora proveen de agua a las comunidades indígenas, garantizando así su acceso a este recurso básico para la vida diaria, la agricultura y el bienestar de sus animales.
Es importante destacar que, la inversión del Sena fue para recuperar la antigua infraestructura que contribuye a aliviar los desafíos asociados con la escasez de agua en esta zona desértica del país, sin embargo, advierten que el problema de la carencia de este recurso natural no va a terminar ahí.
La falta de agua en La Guajira causa la muerte de varios menores
Las cifras más recientes del Instituto Nacional de Salud revelan la situación alarmante que vive La Guajira durante el 2022. Según las estadísticas, se registraron un total de 76 muertes de menores de cinco años a causa de enfermedades relacionadas con la desnutrición.
Entre las principales causas de fallecimiento se encuentran las Infecciones Respiratorias Agudas (IRA), las cuales cobraron la vida de 47 niños. Estas infecciones, a menudo relacionadas con un sistema inmunológico debilitado debido a la desnutrición, representan un grave riesgo para la salud de los niños en condiciones de vulnerabilidad.
Además, se reportaron 28 fallecimientos de niños debido a la Enfermedad Diarreica Aguda (EDA), otra enfermedad asociada directamente con la desnutrición. La falta de nutrientes esenciales debilita el sistema digestivo de los niños, haciéndolos más susceptibles a infecciones gastrointestinales graves.
La cifra es preocupante para las comunidades wayuu debido a que casi duplica la de todo el año anterior (2019), cuando se reportaron 41 muertes de menores de cinco años en el departamento por esta misma causa.
Matilde López, lideresa que hace parte de la Sentencia T-302 de 2017 con la que la Corte Constitucional ordenó al Estado garantizar los derechos al agua, la salud y la alimentación del pueblo wayuu, señaló en su momento que las muertes por desnutrición se deben a las precarias condiciones en las que viven las comunidades indígenas en este territorio.
“El agua no es apta para el consumo humano, no tenemos vías de acceso en este momento, tenemos grandes dificultades para entrar al territorio, la salud todavía no llega y la soberanía alimentaria está lejos de nosotros”, dijo por Instituto Nacional de Salud.