El recordado como el secuestro aéreo más largo de América Latina se convertirá en una nueva producción de Netflix. Así lo confirmó la plataforma al rememorar aquel hecho ocurrido el 30 de mayo de 1973, cuando un avión de la SAM (Sociedad Aeronáutica de Medellín) fue interceptado cuando transportaba a 82 pasajeros. Los secuestradores fueron dos futbolistas uruguayos. ¿Qué ocurrió aquel día?
El avión HK-1274 de la SAM despegó, sin ningún contratiempo o novedad, el miércoles 30 de mayo de 1973 desde Bogotá. Su primera parada se hizo en Cali, para luego detener su vuelo en Pereira. En esta última ciudad, dos nuevos pasajeros se subieron a la aeronave y se ubicaron en la penúltima fila de sillas. Allí, ya acomodados, se pusieron capuchas, sacaron armas de fuego y empezaron a amedrentar a la tripulación. “Esto es un secuestro”, dijo uno de los captores tras disparar en contra de la parte superior del avión.
Luego de amenazar a los pasajeros, uno de los secuestradores se movió hasta la cabina del avión para pedirle al capitán Jorge Lucena que modificara el rumbo de aquel vuelo. “Aruba”, ordenó el captor, “¿a Cuba?”, preguntó el capitán, “no, Aruba”, instó el denominado aeropirata. El capitán informó del secuestro y aseguró que necesitaban, pronto, combustible para seguir volando. Fue por eso que direccionó el avión hacia Medellín, ciudad en la que recargaron.
Camino a Aruba, los secuestradores pusieron las cartas sobre la mesa y hablaron de lo que estaban pidiendo: querían 200.000 dólares y la liberación de sus compañeros que se encontraban detenidos en una cárcel del departamento de Santander. Los detenidos, explicaron los secuestradores, eran presos políticos.
El avión llegó a Aruba sobre las 5:00 p. m., sin embargo, ese no sería el final del secuestro. El negociador de la aerolínea SAM le estaba ofreciendo a los secuestradores mucho menos dinero del que ellos estaban pidiendo. Aquella entidad solo tenía 20.000 dólares. Ante la falta de acuerdos, y a pesar de las solicitudes de las autoridades de Aruba de evitar que el avión se quedara allí, los secuestradores se mantuvieron allí, con la aeronave y sus secuestrados.
La aeronave se mantuvo apagada, por lo que no existían garantías para los secuestrados. No había aire fresco, ni agua, ni comida. El baño olía mal y el calor era insoportable. Las negociaciones seguían sin rendir efectos, por lo que el capitán Lucena recibió una nueva orden por parte de los captores: despegar con destino a Lima, Perú. El piloto preguntó si había posibilidad de aterrizar en Guayaquil, en Ecuador, para verificar el estado de la nave, sin embargo, la respuesta por parte de los secuestradores fue negativa, por lo que fue preferible regresar a Aruba.
La liberación de un grupo de personas durante la segunda estadía del avión en Aruba llamó la atención de los medios de comunicación. Los captores le habían permitido irse a ciclistas que estaban secuestrados dentro del grupo, pues aquellos deportistas les habían solicitado ser liberados para poder competir en el torneo Clásico RCN.
La empatía con los deportistas y otros secuestrados hizo que se llegar a conclusiones: no tenían acento colombiano, por lo que era poco probable que fueran guerrilleros del ELN, como se habían hecho reconocer.
Tras esa liberación, llegaron a Aruba el secretario general y el abogado de la aerolínea para negociar, situación que los captores rechazaron. A cambio, lo que se permitió fue que una azafata que iba en el avión secuestrado actuara como interlocutora. Tras la labor de la mujer llevando comida a los secuestrados desde el exterior del avión, se le dio una nueva orden al piloto: volar con destino a Centroamérica.
Para aquel momento, un grupo de secuestrados había decidido fugarse, por lo que aprovecharon la entrada y salida del avión de la azafata para idear el plan. Cuando el avión arrancó, y estaba a pocos metros del suelo, uno de los secuestrados abrió la puerta de emergencia y saltó. Detrás de él se fue otro grupo de personas. El avión no detuvo su vuelo.
Aunque sobrevolaron Panamá, Costa Rica y El Salvador, terminaron volviendo a Aruba, pues, en medio de su ilegalidad, no tenían permiso para aterrizar en ningún portal aéreo. Para poder aterrizar en Aruba, desde el aeropuerto les pusieron condiciones: podían aterrizar ahí, pero si dejaban descansar al piloto, quien llevaba más de un día trabajando, así como al resto de la tripulación. El nuevo piloto, Hugo Molina, llevaría consigo un maletín con 50.000 dólares. El trato se hizo, y hubo un intercambio en el equipo de trabajo.
Ya habían pasado 32 horas desde el inicio del secuestro, por lo que los secuestradores pusieron un límite: el dinero que pedían debía estar listo para su entrega para las 11:00 a. m. del día siguiente. Seis horas después del anuncio, inició un nuevo vuelo. El 1 de junio de 1973, el avión tomó destino al sur del continente. Llegaron a Guayaquil, en Ecuador, para luego llegar Lima, en Perú. La idea era llegar a Antofagasta, en Chile.
En Lima, se liberaron a 14 de los 23 pasajeros que quedaban. También se hizo limpieza en el avión. Los planes cambiaron, y el punto de llegada ya no era Chile, sino Argentina, específicamente, Mendoza. Al llegar, soltaron a los demás secuestrados, tras recorrer la pista durante dos horas. En el avión solo quedaba la tripulación y los captores. El nuevo destino era Buenos Aires, en Argentina. A pesar de que se esperaba la llegada de la aeronave en la noche, terminó arribando a la madrugada del día siguiente.
En el avión no estaban los secuestradores, solamente la tripulación encargada de la aeronave. Según Molina, los secuestradores lo obligaron a parar el vuelo en Resistencia y en Asunción. En cada uno de esos territorios se fugó un secuestrador. Finalmente se conoció la identidad de los señalados delincuentes: Eusebio Borja y Francisco Solano López, futbolistas de nacionalidad paraguaya.
Solano López fue detenido en Asunción, y Borja en cambio, desapareció del radar de las autoridades. López dijo: “estaba cansado de pasar hambre y miseria y por eso decidí secuestrar el avión”. Ambos habían fracasado en lo que respectaba a su carrera en el fútbol. Fue extraditado a Colombia y pagó cinco años de cárcel.
La serie que contará esta historia tendrá como actores a Mónica Lopera, Christian Tappan, Enrique Carriazo, Marcela Benjumea y Ángela Cano. Fue creada por Pablo González y Camilo Prince y tendrá 6 episodios. En la producción estará Miracol Media.