No son afrodisiacos: el Invima advierte del riesgo de comer langostillas de río, considerada una especie invasora en Colombia

Ese animal es un “potencial reservorio para diversos tipos de bacterias y de parásitos patógenos; igualmente es un animal con la capacidad de bioacumular diferentes sustancias químicas y toxinas que podrían generar afectaciones en la salud pública”

La langostilla de río o cangrejo rojo es un espécimen originario de Norteamérica, puntualmente del estado de la Florida. Foto: Secretaría de Ambiente de Bogotá.

En medio de la aparición de langostillas de río en Bogotá, el Invima (Instituto Nacional de Vigilancia de Medicamentos y Alimentos) lanzó una alerta a la comunidad para recordar que ese crustáceo no es comestible y que tampoco tiene propiedades afrodisiacas, como se ha venido diciendo por parte de personas que pretenden comercializar ejemplares de esa especie.

La autoridad sanitaria destacó que se hace esta advertencia debido a que se han identificado puntos de venta de estos animales que son licuados para hacer bebidas que prometen potenciar el deseo sexual.

“Se comercializan bebidas que son ingeridas crudas en forma de jugos ofertados como productos ‘afrodisiacos’, y también algunos restaurantes presentarían estos cangrejos como langosta, lo que podría representar un riesgo para la salud pública”, detalla el Invima en su comunicado.

El Instituto, de la mano de la Secretaría de Ambiente de Bogotá, hicieron el llamado a la ciudadanía de evitar consumir este animal, pues es un “potencial reservorio para diversos tipos de bacterias y de parásitos patógenos; igualmente es un animal con la capacidad de bioacumular diferentes sustancias químicas y toxinas que podrían generar afectaciones en la salud pública”.

Consumir este animal o productos derivados del mismo puede generar, entre otras cosas, infecciones gastrointestinales y septicemia (presencia de bacterias en la sangre).

“El Instituto Nacional de Vigilancia de Medicamentos y Alimentos (Invima) recomienda no comercializar ni consumir el procambarus clarki, ni los productos alimenticios elaborados a partir del también conocido como cangrejo rojo americano o langostilla de río, por tener la capacidad de vehiculizar peligros microbiológicos y químicos”, indicó el Invima.

El cangrejo rojo americano o langostilla de río (Procambarus clarkii) es nativo del sur de los Estados Unidos. Llegó a Colombia en 1985 y se dispersó de manera accidental en algunas zonas del territorio nacional. “La langostilla de río es una especie exótica invasora que se empiezan a ver en los humedales y en los ríos de Bogotá. Este año ya ha sido declarada invasora y, desde Bogotá, estamos sacando una cartilla que ratifica lo establecido en la Resolución 03919 de 2021, que es el protocolo para el manejo y control de esta especie”, explicó sobre la problemática la secretaria de Ambiente, Carolina Urrutia.

Cartilla de la Secretaría de Ambiente para mitigar la expansión de la langostilla de río en Bogotá. Secretaría de Ambiente

En Bogotá, la langostilla de río puede ser hallada en varios ecosistemas, entre ellos: los parques Simón Bolívar, El Tunal y Timiza, y en humedales como Juan Amarillo. En Cundinamarca, por el otro lado, pueden encontrarse algunos en municipios como Suesca, Chía y Fúquene.

“Las recomendaciones que hacemos desde la Secretaría de Ambiente es no manipular, no capturar, no consumir de ninguna manera estos animales, por favor repórtennos cuando los vean al teléfono 3174276828 (Unidad Móvil de Fauna). Estos individuos son crustáceos de agua dulce, provienen del sur de Estados Unidos, son muy resistentes y adaptables, se multiplican ante cualquier presión poblacional y, desafortunadamente, entre otras posibles afectaciones a la salud de los ecosistemas, son vectores para un hongo que afecta de manera directa nuestro cangrejo de río”, agregó la secretaria de Ambiente.

Ese animal, dicen expertos, es capaz de hacer agujeros de 1,5 metros de profundidad hasta un kilómetro de largo. Tienen la capacitar desovar entre 200 y 700 huevos al año y pueden vivir entre espacios húmedos y secos. Pueden caminar hasta cinco kilómetros fuera del agua. Según biólogos son “omnívoros oportunistas”; es decir, capaces de comer casi cualquier especie animal o vegetal que se le atraviese.

“Estos animales son unos depredadores agresivos que consumen peces, alevinos de peces, ranas, renacuajos, insectos acuáticos y cangrejos nativos”, dijo al respecto Ada Acevedo Alonso, bióloga carcinóloga y miembro de la Comisión para la Supervivencia de las Especies de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza, en diálogo con La Vanguardia.