“Ser marica es un acto político”: así fue la primera marcha del orgullo en Colombia

En una entrevista con Infobae Colombia, el activista Manuel Velandia habló del significado de la palabra ‘marica’, de la evolución de la lucha de la comunidad LGBTIQ+ en el país, y de las razones por las cuales es importante seguir visibilizando las problemáticas que aquejan a esta población

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En la foto se ve uno de los carteles exhibidos en la primera marcha. En la imagen se ve a uno de los pioneros del movimiento: León Zuleta
En la foto se ve uno de los carteles exhibidos en la primera marcha. En la imagen se ve a uno de los pioneros del movimiento: León Zuleta

El movimiento homosexual en Colombia comenzó con una mentira. Sí, una mentira orquestada por parte de León Zuleta, considerado como el padre del movimiento LGBTIQ+ en el país. Así se lo contó a Infobae el activista Manuel Velandia, quien también se convirtió en una pieza fundamental en el camino de lucha que ya cumple 70 años de historia en territorio nacional.

Tal y como lo detalló Velandia en su entrevista con Infobae, fue en el año 1977 cuando en un periódico trotskista se hizo público un texto de Zuleta en el que afirmaba que en el país existía un grupo de 10.000 personas que conformaban el Movimiento Homosexual Colombiano. La cosa era que en realidad no eran tantas personas, de hecho, era solo una: Zuleta. El artículo se hizo público, cuenta Velandia, luego de que a León Zuleta lo sacaran del Partido Comunista ‘por marica’.

Sí, ‘marica’. Antes de seguir con el relato, es importante aclarar que para Velandia esa es la palabra correcta. ”Ser marica es un acto político. Ser gay, en castellano, es alegre, divertido. A mí me lanzaron una granada por marica, eso de alegre y divertido no tiene nada. No soy homosexual porque esa es la primera enfermedad de carácter mental relacionada con la sexualidad. Por lo tanto, yo lo que soy es marica. Cuando voy por la calle la gente no dice: ‘adiós, maricón’, me dice: ‘adiós, marica’. Entonces es un acto político e histórico ser marica”, argumentó.

Siguiendo con la historia, y tras esa aclaración, paralelo al texto de Zuleta, Velandia se encontraba planeando, de la mano de su amiga Linda, crear un movimiento político sexual, pues ambos estaban en desacuerdo con que personas con identidades y orientaciones sexuales diversas tuvieran que esconderse de la sociedad, pues no solo eran patologizadas (tratadas como enfermas), sino también criminalizadas. En el año 1936, recuerda Velandia, en Colombia la homosexualidad dejó de ser una enfermedad para convertirse en un delito.

Por aquel entonces, en la década de los 70, recordó Velandia, él tenía un novio francés que hacía parte de un movimiento homosexual denominado movimiento homófilo.

“Los homófilos eran vergonzantes, entonces entre las cosas que hacían estaba irse a vivir a otra ciudad o a otro país para que su familia no sufriera”, explicó Velandia que, por aquellos días, tenía 16 años y medio de edad. “Era un enano. Estaba en tercer semestre (de la universidad)”, recordó. Teniendo en mente lo que le había contado su novio, Velandia y Linda empezaron a actuar y crearon “un movimiento marica con una heterosexual”.

“Yo llamo a León (Zuleta), le hago una carta, no me aguanto, y lo llamo. Él me dice: ‘lamento informarte que todos los ceros (en la cifra de 10.000 personas) son falsos, pero ya somos dos. Si alguien de Bogotá aparece, yo le doy tu apartado de audio y tu teléfono para que se comuniquen contigo’”, relató Velandia a Infobae al recordar esa conversación ocurrida en febrero de 1977.

En abril de ese mismo año se hizo una primera reunión de las personas que se habían interesado en el movimiento. En total, llegaron 30 hombres. “Nos empezamos a dar cuenta, desde el principio, que hay tres grupos distintos: jóvenes que están en la universidad; algunos sin escolarización; e intelectuales, entre ellos, artistas y profesores universitarios”, manifestó.

Con esos tres grupos identificados, se crearon tres espacios de trabajo: uno centrado en los jóvenes, otro dedicado al arte, y una última arista dedicada a lo que Velandia llamó en la entrevista como anti-arte. Se reunían durante dos horas. Mientras que una hora era dedicada a trabajar, la otra era para socializar los avances que cada grupo tenía dentro de su respectiva área.

En una entrevista con Infobae Colombia, el activista Manuel Velandia habló del significado de la palabra ‘marica’, de la evolución de la lucha de la comunidad LGBTIQ+ en el país, y de las razones por las cuales es importante seguir visibilizando las problemáticas que aquejan a esta población. Imágenes Archivo Particular Manuel Antonio Velandia Mora
En una entrevista con Infobae Colombia, el activista Manuel Velandia habló del significado de la palabra ‘marica’, de la evolución de la lucha de la comunidad LGBTIQ+ en el país, y de las razones por las cuales es importante seguir visibilizando las problemáticas que aquejan a esta población. Imágenes Archivo Particular Manuel Antonio Velandia Mora

El movimiento empezó a avanzar. Empezaron a ir a bares para involucrar a otras personas e informarles acerca de lo que se venía trabajando desde el movimiento. Los bares, es importante destacar, eran espacios en los que se hacía evidente la homofobia. Según recuerda Velandia, cuando la policía llegaba hasta estos espacios, había luces rojas dentro de los establecimientos que avisaban que los uniformados estaban a punto de entrar.

De acuerdo con Velandia, que los policías se los llevaran detenidos o no dependía de los dueños de los lugares, pues si ellos pagaban la extorsión de los uniformados, ellos se hacían los de ‘la vista gorda’; por el contrario, si la cuota no se cumplía, se llevaban a quienes eran identificados como homosexuales o trans en camiones.

“Parqueaban la entrada del camión en la puerta del bar, de tal manera que no había forma de huir. Cobraban prebendas en especie: o se la mamábamos a los policías, o les dábamos plata”, contó.

Dentro de los bares, destaca, los hombres gays fingían ser heterosexuales, por lo que las mujeres lesbianas, dijo entre risas, terminaban aparentando ser sus novias, aunque fueran más masculinas que ellos mismos.

“Hacían (los policías) recorridos por los bares. Había veces que nos llevaban a las subidas de Monserrate, nos desnudaban, nos bañaban con agua fría y nos botaban la ropa lejos. Eso implicaba que tú quedaras empeloto (desnudo), en la calle. A las trans les iba terrible, porque iban directamente a la cárcel, y hasta que no se comprobara que no habían cometido un delito, no las soltaban”, detalla.

Así se lo contó a Infobae el activista Manuel Velandia, quien también se convirtió en una pieza fundamental en un camino de lucha que ya cumple 70 años de historia. Manuel Velandia, 1996
Así se lo contó a Infobae el activista Manuel Velandia, quien también se convirtió en una pieza fundamental en un camino de lucha que ya cumple 70 años de historia. Manuel Velandia, 1996

La primera marcha del Orgullo en Colombia

El 28 de junio de 1983 se realizó, en Colombia, la primera marcha del Orgullo. Justamente, y hablando de la Policía, fue a esa institución que se le solicitó permiso para ocupar las calles con ese fin. Para llegar al cometido de la marcha, resalta Velandia, se comenzó a hacer un trabajo para tratar de cambiar la cultura y la norma colombiana.

“El 9 de abril del 77, yo me entero que soy delincuente. Yo no sabía que la homosexualidad era delito en Colombia. Dejó de ser enfermedad en el 36 y en el 36 se vuelve delito. Hacemos un grupo de trabajo, nos reunimos con la gente del Congreso y los abogados que están discutiendo la reforma. Yo propongo que escondan el artículo, porque ahí había gays. Ellos dicen que no, que eso va a salir, pero cuando sale la reforma ya no está (...) eso implica que la policía no puede aplicar el Código de Policía de Bogotá porque el código no puede estar en contra del Código Penal”, agrega Velandia a su explicación.

“La norma la cambiamos en 1980, pero empieza a ser vigente en 1981. A partir de agosto del 81 empezamos esas performance de besatones en los bares y esas cosas, o sea, nosotros nos inventamos la besatón como acto político no como performance (...) la gente empieza a tener conciencia de que tiene derechos”, destaca.

“Al cambiar la norma, se ven obligados a cambiar el Código de Policía de Bogotá, y así nosotros podemos pedir permiso para marchar por la ciudad. Lo solicitamos para una hora, hacemos la promoción, y cuando nos entregan el permiso, pues resulta que es a otra hora. Nosotros lo habíamos pedido a las 5 de la tarde pensando en que la gente que saliera de trabajar pudiera llegar, pero nos lo dan a las 11 de la mañana. Eso va al traste con todo lo que ya habíamos repartido, nos lo entregaron el viernes en la tarde, entonces fue: ‘corra para hacer las copias, ir a los bares a repartir los papeles...’. La marcha la hacemos el 28 de junio del 83. Caminamos desde la Plaza de Toros hasta la Plaza de Las Nieves. Nos mandan 100 policías, o eso nos dijeron. Realmente llegaron como 60 y pico que nos hacen una calle de honor”, manifestó Velandia.

Aunque el permiso dejaba que los marchantes caminaran por la séptima, los uniformados, recuerda Velandia, los arrinconaron e hicieron que terminaran caminando sobre el andén. En medio de insultos por parte de las personas que miraban la marcha, Velandia y León Zuleta, de la mano de los demás marchantes, llegaron hasta la plazuela de Las Nieves.

La foto hace parte de la que fue la segunda marcha del Orgullo en Colombia
La foto hace parte de la que fue la segunda marcha del Orgullo en Colombia

“Lo que habíamos planeado era que León Zuleta saludara y que yo dijera el otro discurso de cierre, pero había venido un grupo de Medellín que ya también era un grupo grande. Entonces le damos la palabra a una tercera voz de Medellín que es Fernando Alvear. Entonces los tres hablamos. Cuando yo estaba hablando aparece una chica trans que es vendedora de flores y me da un chorreante de ramos de claveles. Yo tenía una pancarta que decía: ‘madre, si tú amas a tu hombre, deja que yo ame al mío’. Estaba enrollada, entonces yo tenía micrófono, pancarta y ramo de flores”, enfatizó Velandia.

Con el sentido del humor que caracteriza a Velandia, en medio del evento un policía se subió al escenario para recoger las flores que le habían dado a Manuel, por lo que él aprovechó para bromear con el uniformado. “Yo hago clic y digo: ‘gracias porque yo sé que usted viene en representación del contingente de policías homosexuales. Le agradecemos que estén con nosotros marchando”, dijo entre risas en su charla con Infobae, aquella que otorgó desde su casa, en Bogotá, al lado de más de una docena de plantas y de su mascota, una pequeña gatita.

“Pero era el momento, era como otra performance. Luego yo me quedo mirando la cantidad de chismosos que hay y digo: ‘y gracias mami por estar aquí conmigo. Gracias, papá’, pero no estaban, era una manera de introducir la familia a la marcha”, añadió.

La primera marcha no tuvo a la bandera de arcoíris como símbolo protagonista, pues lo que menos se buscaba era imitar lo que pasaba en Estados Unidos, lo que se quería era adelantar la lucha desde una perspectiva propia nacional. “Éramos militantes de izquierda, antinorteamericanos. A mí ya me llama la atención porque la gente piensa acá y piensa en Stonewall, pero eso no es real. Stonewall era muy gringo para nosotros”, recalca Velandia.

“Yo los pinté. A los que quisieron, les pinté la cara de blanco medio lado y pintamos el triángulo rosa con el que marcaban a los objetores de conciencia en los campos de concentración en Alemania, y tenían un número, que era la cédula. O sea, eso no es Stonewall. Es un rollo totalmente diferente. Los objetores de conciencia eran homosexuales, sí eran judíos, pero además eran judíos marica (...) a las mujeres las marcaban con un triángulo negro. Por eso la primera organización lésbica con contenido político se llama triángulo negro, porque primero hubo una organización lésbica que tenía cierta influencia religiosa que se llamaba el colectivo sol”, dijo.

El evento terminó, pero marcó un nuevo hito en la extensa lucha de la comunidad sexualmente diversa en el país. Una segunda marcha llegó años después, y empezó a pensarse desde diferentes frentes. “Luego de eso tenemos una reunión ha empezado la pandemia del sida. Ya no es el sida sino la inmunodeficiencia relacionada con los gays (...) eso es lo que da pie a que empecemos nuevamente a pensar en la segunda marcha”, aclara. La segunda marcha, entonces, llegó en el año 1996.

La cosa era que en realidad no eran tantas personas, de hecho, era solo una: Zuleta. El artículo se hizo público, cuenta Velandia, luego de que a León Zuleta lo sacaran del Partido Comunista ‘por marica’
La cosa era que en realidad no eran tantas personas, de hecho, era solo una: Zuleta. El artículo se hizo público, cuenta Velandia, luego de que a León Zuleta lo sacaran del Partido Comunista ‘por marica’

“Usted no se puede pensar el puto ombligo del mundo”

La lucha no ha parado. Se ha modificado en sus objetivos a lo largo de los años, sí, pero no se ha detenido. Mientras lo injusto siga doliendo, Velandia y otras miles de personas seguirán en pie. El rechazo y la violencia se mantienen en el país, y las cifras lo demuestran. De acuerdo con un informe de la Corporación Caribe Afirmativo, el año 2022 cerró con 145 homicidios de personas pertenecientes a la comunidad LGBTIQ+.

León Zuleta hace parte de las cifras. Aunque nunca se esclarecieron las razones de su muerte, fue asesinado en Medellín, el 23 de agosto de 1993. “Lo que quedan son especulaciones: que tal vez su asesino fue alguien que se hizo pasar por gay para después matarlo; que de pronto fue obra de los grupos que hacían limpieza social desde 1986 y que perseguían homosexuales; que fue un crimen común, un simple asesinato; que fue un acto de homofobia”, repasa el portal informativo Pacifista, sobre el tema.

Tal y como lo dijo al final de la conversación con Infobae, ponerse en los zapatos del otro es una de las principales acciones para empezar a entender y respetar la diversidad. “Cuando el cerebro está cerrado, tratar de abrirlo es muy complicado. Yo lo que le digo a la gente es: usted es único, no hay nadie como usted, jamás ha habido nadie como usted, ni siquiera usted. Usted no es el mismo de hace 10 o 15 años; por lo tanto, usted no puede esperar que alguien explique el mundo como usted porque usted ha cambiado la manera de explicarlo”.

“Usted no se puede pensar el puto ombligo del mundo porque si todos nos pensamos el ombligo del mundo, ¿qué haría el mundo con tantos ombligos? La convivencia implica reconocer al otro otra y otre como auténtico. Lo que hace a la paz es aprender a convivir, no a sacarnos los ojos. Uno no tiene por qué sacarle los ojos a quien piensa distinto, al que actúa distinto, a quien siente distinto, porque entonces le tendría que sacar los ojos a miles de millones que viven en el mundo. ¡Céntrese en algo más importante!”.

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