No más ‘baldosas escupidoras’ en Bogotá: este es el plan de la Alcaldía para acabar con ellas

El nuevo Manual de Espacio Público presentado por la Secretaría de Planeación se centra en hacer de la ciudad un lugar seguro para caminar

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En algún momento, caminar por Bogotá se convirtió en una representación del videojuego ‘Buscaminas’, en el que debía atravesarse un campo minado sin causar una detonación; solo que, para el caso de la capital, sus habitantes andan con cuidado por cuenta de las famosas ‘baldosas escupidoras’ que, de por sí, se han convertido en el terror no solo de quienes temen ensuciar sus zapatos, sino también de los deportistas, las personas de la tercera edad, quienes tienen problemas de movilidad y los transeúntes en general.

De ahí que nacieran iniciativas ciudadanas como las de Nicolas de Francisco y su movimiento ‘Empecemos’ para marcar con una X las baldosas que, aunque no lo parezcan, son un peligro para los peatones.

Con pintura en spray y video denuncias en su cuenta de Instagram buscaba llamar la atención de las autoridades y, al parecer, lo habría logrado luego de que, la Secretaría de Planeación en cabeza de María Mercedes Jaramillo Garcés y la alcaldesa Claudia López anunciarán que el de las baldosas sueltas seria uno de los problemas a tratar en el nuevo Manual de Espacio Público que se complementará con el Plan de Ordenamiento Territorial (POT) Bogotá Reverdece 2022-2035.

Así lo dio a conocer la mandataria: “Siguen las buenas noticias para Bogotá! Estrenamos Manual de Espacio Público que promueve la conectividad ambiental, accesibilidad, seguridad y vitalidad del espacio público y proporciona herramientas de diseño para solucionar obstáculos y barreras que dificultan la movilidad peatonal y el disfrute del espacio público, como las ‘baldosas escupidoras’. Así se marca un hito en la revitalización urbana y el reverdecimiento de la ciudad, establecido en el #POTBogotáReverdece”.

Con la puesta en marcha del nuevo Manual de Espacio de la ciudad, las entidades que diseñen, construyan y administren los espacios públicos tendrán que cumplir con una serie de especificaciones que garanticen el transito y/o movilidad segura de todos, sin importar sus condiciones físicas.

De acuerdo con la secretaria de Planeación “es una gran noticia porque queremos que Bogotá sea de nuevo una ciudad cuyo espacio público sea reconocido por bogotanos y bogotanas como un espacio de encuentro social, creador de tejido social”.

Al salir as las calles, los bogotanos deberían sentir que es un espacio propio y colectivo, apersonarse –no apoderarse– de él y es por eso que “se proyecta. (…) Es un espacio que debe servirnos para identificarnos, con el territorio, con nuestros orígenes, con nuestras culturas, nuestros patrimonios. Es muy importante que el espacio nos hable de lo que somo y de lo que queremos ser”.

Sobre la base de construir una ciudad por la que pueda transitarse, de manera fácil y segura. El Manual de Espacio “está pensado para que las baldosas no escupan más, para que el espacio público sea caminable, seguro. Para todas y para todos. Con un énfasis particular en la seguridad y en la caminabilidad de las mujeres, los niños y las niñas, las personas mayores y las personas en condición de discapacidad”.

Desde la administración distrital pretenden desdibujar la creencia de espacio público como lugar ajeno y hacer de los andenes y senderos un espacio seguro, que cuida de los peatones, porque “un espacio que nos cuida a todos es un espacio que todos querremos cuidar y eso es fundamental para Bogotá en este momento. El espacio público no es un botadero de basura. Es un escenario de paz, de convivencia, de culturas, de identidades y no es el espacio de nadie. No. Es el espacio de todos. Es nuestro espacio público”.

El Manual está diseñado como una mirada hacia el futuro que preserve la identidad de la ciudad; lo que lo obliga a considerar “un enfoque integrador de patrimonios no solo materiales sino también inmateriales, entre los cuales hace referencia explícita a la cosmogonía del pueblo Muisca, originario del valle del río Funza (o río Bogotá), cuyos sistemas de conocimiento y formas de uso del territorio deben ser tenidos en cuenta cuando se busque intervenir aquellos lugares que son sagrados para ellos y que, por lo tanto, deben serlo para cualquier bogotano”.

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