Árbitro que pitará la final Millonarios vs. Atlético Nacional es sobrino de un juez asesinado por el narcotráfico en 1989

Durante los años 80, los carteles de Medellín, Cali y Gonzalo Rodríguez Gacha tuvieron una fatal influencia en el fútbol colombiano

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No hubo un club campeón
No hubo un club campeón del torneo de primera división de Colombia en 1989 a raíz del asesinato del árbitro cartagenero Álvaro Ortega.

Carlos Ortega, árbitro de Bolívar, fue elegido como el encargado de arbitrar la final de ida entre Atlético Nacional vs. Millonarios, que tendrá lugar este miércoles 21 de junio en el estadio Atanasio Girardot de la ciudad de Medellín.

El colegiado en su carrera ha estado a cargo de 111 partidos, en los que ha mostrado 593 tarjetas, 13 tarjetas rojas y ha sancionado 36 penaltis.

Sin embargo, hay una historias detrás del árbitro FIFA, la cual marcó un oscuro momento del fútbol colombiano. Carlos Ortega es sobrino de Álvaro Ortega, el juez que fue vilmente asesinado en 1989 cuando los tentáculos del narcotráfico en Colombia había permeado el fútbol profesional.

El año 1989 quedó marcado en la historia del fútbol profesional en Colombia, no solo porque, por primera vez, un club colombiano, Atlético Nacional, se consagró campeón de la Copa Libertadores de América, sino también porque el torneo doméstico de primera división fue el único en la historia que terminó sin campeón.

Una de las rivalidades que hizo estallar el conflicto regional entre carteles fue justamente el partido entre América de Cali y Deportivo Independiente Medellín, un repechaje para clasificar al cuadrangular final que definiría al campeón de la edición 1989 de la liga colombiana.

Antes de dar comienzo a los cuadrangulares de repesca que enfrentarían a América, Medellín, Nacional y Unión Magdalena, tuvo lugar un hecho insólito para el fútbol mundial. El árbitro colombiano Armando Pérez fue secuestrado durante 24 horas por un grupo de delincuentes, representantes, dijeron, de varios clubes que señalaban haberse visto perjudicados por malos arbitrajes durante todo el año.

Tras la liberación del árbitro Pérez, este confesó que, como condición para recobrar su libertad, debía dar un mensaje al público, y en especial al gremio del arbitraje: “El que pite mal, lo borramos”.

Con esa tensión, el 26 de octubre de 1989 se disputó en el estadio Pascual Guerrero de Cali el partido de ida entre América y Medellín por los cuadrangulares de repechaje. El encargado de dirigir como árbitro fue el juez cartagenero Álvaro Ortega, quien, justo antes de dar el pitazo final, invalidó un gol de chilena del DIM por juego peligroso, un tanto que le hubiera permitido empatar el 3-2 final.

Sobre ese episodio, en septiembre de 2009, el exjefe de sicarios del Cartel de Medellín, John Jairo Velázquez Vázquez, alias Popeye, comentó en entrevista con Univisión Noticias que había visto ese partido junto a Pablo Escobar, y que él había apostado altas sumas de dinero por Independiente Medellín. El gol anulado por Ortega, recordó Popeye, fue motivo suficiente para que el capo ordenara a sus hombres asesinar al juez central Álvaro Ortega.

El 15 de noviembre de 1989, en el partido de vuelta por los cuadrangulares de repechaje, la Dimayor designó a Álvaro Ortega como árbitro principal para pitar en el estadio Atanasio Girardot de Medellín. Con los antecedentes de secuestro y amenazas a los árbitros colombianos, Ortega solicitó a la Dimayor que fuera seleccionado otro juez para dirigir el partido, por el alto riesgo para su seguridad, sin embargo, la Dimayor le comunicó que no habría inconveniente en arbitrar el compromiso, pues América y Medellín ya no tenían posibilidades matemáticas de clasificar al cuadrangular final y disputaban un partido de trámite.

El encuentro terminó empatado sin goles. Al salir del estadio, Ortega abordó un automóvil de la Policía rumbo al hotel donde se alojaba. En el trayecto, decidió bajarse del vehículo para almorzar, pues no notó algo sospechoso, pero, al momento de llegar al restaurante, un sicario descendió de un taxi con una ametralladora y le propinó 9 disparos que acabaron con su vida, tras apenas un año de haber comenzado su carrera arbitral.

El 22 de noviembre de 1989, y ante la incontestable evidencia, la Dimayor decidió cancelar el campeonato colombiano por motivos de seguridad y, por consiguiente, no otorgar el título de campeón.

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