Héctor Juan Pérez Martínez, más conocido por su nombre artístico como Héctor Lavoe, nacido en Puerto Rico en 1946, se convirtió en uno de los cantantes referentes de la música latina, en especial, de la salsa. Esa fama que logró conseguir con éxitos como Juanito Alimaña, Triste y Vacía o Periódico de Ayer, y que lo llevaron a ser reconocido a nivel mundial.
Gracias a ese reconocimiento, y en especial a la canción El cantante, Héctor Lavoe tuvo que vivir una historia que parece sacada de une película, pues, sin saberlo, terminó en una de las propiedades de Pablo Escobar donde fue obligado a cantar más de 10 veces la canción hasta que terminó en uno de los baños de la casa de donde pudo escapar para pedir ayuda para sus músicos.
La historia la dio a conocer el periodista Juan José Hoyos, quien, primero en una columna para el periódico El Colombiano y después en una entrevista para el canal digital Salserísimo Perú, contó los detalles que le narró un taxista, el cual, aunque un poco incrédulo, transportó a Héctor Lavoe hasta el hotel Continental en la capital Antioqueña.
Sobre la conversación con el taxista, Juan José Hoyos comentó: “Nos fuimos conversando en el carro y el señor me dice disque: ‘Qué casualidad me hizo usted acordar que hace un tiempo ahí mismo, en ese lugar donde usted salió, me puso la mano Héctor Lavoe”.
Según el taxista, Héctor Lavoe y sus músicos llegaron a Medellín directamente desde Nueva York y fueron llevados a una finca retirada del caso urbano, por lo que los tuvieron que transportar en helicóptero. Un detalle que le llamó la atención del taxista fue que Héctor Lavoe estaba descalzo y vestido muy elegante.
“Como le parece que estaba de frac y descalzo a esas horas de la madrugada. A ellos los contrataron para una fiesta de unos mafiosos aquí en Medellín y vinieron y la finca donde tenían que estar era incluso un poco retirada de aquí de la carretera, entonces tuvieron que llevarlos en helicóptero y estuvieron allá y venían directo de Nueva York a tocar”, comentó el taxista en su relato al periodista.
Al llegar a la propiedad y comenzar el concierto, algo atípico sucedió, pues le comenzaron a pedir que cantara El cantante varias veces, algo que no le gustó a Héctor Lavoe y, como es bien sabido, con su temperamento dejó ver su incomodidad con la solicitud, por lo que aseguró que no volvería a cantar la canción por más que se la pidieran.
“En el contrato decía que eran tantas canciones y que el concierto terminaba a las dos de la mañana, entonces Héctor Lavoe venía bastante cansado y a las 2 de la mañana dijo: ‘Bueno, última canción’, pero ya le habían hecho repetir varias veces El cantante, porque una persona que estaba en la fiesta, un mafioso muy importante, estaba enamorado de esa canción. Entonces, él la cantó una vez, se la volvieron a pedir y la cantó otra vez, y llegó un momento dado en que ya llevaba 9 veces cantándola, entonces Héctor Lavoe se enfureció y le dijo al mafioso: ‘Vea, usted puede ser quien sea, pero yo esa canción no la canto más y el concierto se acabó’”.
Algo con lo que no cantaba el cantautor era que no se encontraba frente a cualquier persona, por lo que se vio obligado a seguir interpretando la canción, pues lo amenazaron con un arma en la cabeza. Ante la manera “amable” en la que le pidieron seguir con el concierto, Héctor Lavoe aseguró que la volvería a cantar solo porque era una cortesía y porque no se encontraba el mánager con ellos.
“Entonces el tipo le puso una pistola en la cabeza y le dijo: ‘La va a tener que volver a cantar’, entonces Héctor Lavoe le dijo: ‘pues vea, le canto por simple cortesía y porque no está aquí el mánager nuestro, pero ya mismo la canto y me voy y se acabó esta fiesta’”, agregó el periodista.
La última vez que Héctor Lavoe interpretó la canción desencadenó el infierno para él y sus compañeros de orquesta, pues ante la negativa de volver a cantar El cantante fueron amenazados y llevados hasta un baño, donde el cantante pudo escapar por una ventana pequeña con la intención de buscar ayuda para sus compañeros.
“Como no la quiso volver a cantar, porque el mafioso quería que la volviera a cantar, los cogieron a todos los músicos de la orquesta y se los llevaron encañonados hacia un baño de la casa y ahí los encerraron y siguió la fiesta y ellos allá encerrados, y todos comenzaron a rezar porque pensaron que los iban a matar. Había una ventanita en el baño muy pequeña y resulta que el único que cabía por esa ventana era Héctor Lavoe, entonces dijeron, ‘no, pues, Héctor que es el más flaquito de nosotros se va a tener que ir a pedir auxilio’ y lo levantaron y se quitó los zapatos porque no podía salir con los zapatos y logró salir al otro lado”.
Tras el escape y luego de caminar varios kilómetros, Héctor Lavoe llegó hasta una avenida conocida como la Transversal superior en donde se le atravesó al taxista y le pidió que lo llevara al hotel donde se estaba hospedando, pero, con lo que no contaba, era con que el conductor no lo iba a reconocer, por lo que tuvo que vivir otra odisea para poder montarse al vehículo y que le hiciera la carrera sin pagar.
“Él se acercó al conductor y le dijo: ‘Señor yo necesito que me lleve al hotel intercontinental’. El señor estaba muy asustado porque Héctor Lavoe se le atravesó al taxi, entonces Héctor Lavoe se montó al taxi y le dijo: ‘Pero no tengo plata, me tiene que llevar y allá le pagamos’, entonces el señor le dijo: ‘No, a mí con ese cuento si no me puede salir, yo necesito que me pague’, entonces él dijo: ‘Yo soy Héctor Lavoe’”, explicó Juan José Hoyos.
Como el taxista no le creía que era Héctor Lavoe, le propuso un negocio que no le gustó al cantante, pues le pidió que le entonara El cantante, lo que disgustó a Lavoe, pues ese había sido el principio del problema que estaban viviendo él y sus músicos.
“Le dijo: ‘vea, ¿sabe una cosa?, hagamos lo siguiente, yo lo llevo con mucho gusto, pero si me canta El Cantante, yo ahí me doy cuenta si usted es Héctor Lavoe o no’, entonces Héctor Lavoe dijo: ‘Pero chico si por eso fue el problema, me la hicieron cantar más de 10 veces, ¿me la va a hacer cantar usted también?’”.
Luego de verse obligado a cantar para que el taxista lo llevara hasta el hotel, Héctor Lavoe y el asistente del mánager lograron comunicarse con la embajada de Estados Unidos en Colombia y pedir ayuda para rescatar a sus compañeros, lo que sucedió al otro día cuando los trabajadores del mafioso los dejaron libres.
“Lo llevó al hotel y en el hotel estaba un representante del mánager y bajó, pagó la carrera y entonces lo que hicieron fue llamar a la embajada de Estados Unidos en Bogotá, contar la historia porque los instrumentos se quedaron con ellos los mafiosos, los pasaportes se quedaron con ellos, entonces vino un funcionario de la embajada de Estados Unidos al día siguiente y los mafiosos accedieron a devolverlos y mandaron un camión con los instrumentos al hotel y liberaron a los de la orquesta al amanecer”.
Juan José Hoyos pudo comprobar la veracidad de la historia luego de compartirla con el escritor Humberto Valverde que le confirmó que los hechos sí habían sucedido como lo narró el taxista en su momento, pues lo había leído en un libro escrito por el hijo de uno de los músicos que acompañó a Héctor Lavoe en esa fiesta, más precisamente, en una publicación realizada por Gilberto Colón Jr.