Colombia lastimosamente ha sido una nación violenta, un conflicto armado que tiene inicio en el comienzo de la República y una maldición como el narcotráfico ha traído la desgracia de millones de litros de sangre derramada en el país del ‘sagrado corazón’.
Pero entre tanta violencia absurda y sin sentido sobresale un caso que parece escrito por una de las eminencias de la literatura o filmografía del terror, una oscura historia que tuvo epicentro en una institución educativa que fue usada por inescrupulosos como centro de operaciones de una red que traficaba con órganos y usaba los restos de los cadáveres para fines académicos, una masacre que cobró alrededor de 50 vidas, ‘la matanza de la Unilibre’.
Todo se conoció el 29 de febrero de 1992 gracias a un testimonio dado a la Policía por parte de Ómar Enrique Hernández, un habitante de calle que le aseguraba a las autoridades haber escapado de la Universidad Libre donde sujetos del personal de seguridad lo habrían intentado asesinar. El reciclador que estaba con varias heridas inclusive una de bala les aseveró a los uniformados que del lugar de donde venían había muchos más cadáveres y cuerpos desmembrados.
Al principio fue difícil de creer la teoría de Hernández debido a su aspecto, aunque tras su insistencia uno de los policías decidió ir al lugar señalado. En la institución universitaria solicitó el ingreso, pero debido a la negativa del personal de seguridad y sus comportamientos extraños llamó refuerzos para hacerlo. Ese día las autoridades encontraron 11 cadáveres en la morgue de la universidad.
Milagroso escape, macabra historia
Tras haber puesto la denuncia, Hernández fue llevado a un hospital donde reveló más de los macabros detalles de su milagroso escape. El sujeto indicó que un guarda de seguridad de la Universidad Libre le había señalado que tenía demasiado cartón para que reciclara y lo condujo al interior del plantel. Tras haber ingresado e iniciado su labor de recolección aseguró que fue golpeado en múltiples ocasiones e inclusive le dispararon.
Para la fortuna de Enrique el tiro no comprometió ningún órgano por lo que aprovechó para pasarse por muerto mientras los sujetos estaban allí, Hernández aseguró que lo llevaron a la morgue de la universidad donde había más cadáveres de habitantes de calle y órganos con formol. Mientras estuvo fingiendo escuchó hablar de ‘una cuota’ que necesitaban completar haciendo referencia al número de víctimas.
Sobre la madrugada y cuando no había más personas rondando la morgue Hernández salió y fue directamente a donde las autoridades a comentar el macabro hecho. Tras su denuncia no solo se conocieron los detalles de su milagroso escape, sino los de la estructura que asesinaba habitantes de calle.
Según lo recopilado por las autoridades, las víctimas eran escogidas en mayor medida de las calles de Barranquilla, ya que no tenían ‘dolientes’. Esto facilitaba su desaparición. Lo arrojado en la investigación señaló que personas en la Unilibre estaban asesinando recicladores para vender sus órganos y finalmente usar los restos de los cadáveres con fines académicos para los estudiantes de medicina.
La oscura historia fue tendencia en las noticias opacando la celebración del Carnaval de Barranquilla, los habitantes de la capital del Atlántico estaban anonadados con los detalles de la ‘la matanza de la Unilibre’, inclusive una polémica afirmación de uno de los vinculados fue uno de los titulares más usados en el momento ya que aseguraba haber agredido a 50 víctimas.
Gracias a la investigación se estableció que la Universidad Libre de Barranquilla no tuvo vínculos con los homicidios cometidos por los integrantes del cuerpo de seguridad, por este caso solamente fueron condenados a 13 años de prisión Pedro Antonio Viloria Leal, Wilfrido Arias Ternera, Armando Segundo Urieles Sierra, Saúl Hernández Otero (señalado por la propia víctima como el encargado de llamarlo) y Santander Sabalza Estrada por tentativa de homicidio agravado en concurso homogéneo por atacar con arma de fuego y objeto contundente a Henríquez y otro reciclador identificado como Vicente Manjarrés.
Pese a los condenados varias teorías señalan que los verdaderos dirigentes de esta red criminal quedaron en absoluta impunidad. Respecto a las víctimas Medicina Legal fabricó la recreación del rostro de cerca de 22 de los recicladores asesinados con la esperanza que a medida que transcurriera el tiempo hubiesen sido identificados.
Tras 31 años de la ‘la matanza de la Unilibre’, las personas recuerdan con cierta incredulidad y total horror la historia oculta que sucedió al interior de una de las instituciones educativas más prestigiosas de Barranquilla.