La ‘Operación Esperanza’ no ha terminado, o al menos no la fase número dos de esta intrépida misión que logró encontrar en medio de la selva a los hermanos Mucutuy: Lesly, Soleiny, Tien y el pequeño Cristin.
Y es que en la búsqueda incansable de los cuatro menores que sobrevivieron a la caída de la avioneta HK 2803 de Avianline Charter’s el 18 de mayo, las Fuerzas Militares perdieron de vista a Wilson, un perro belga malinois de 6 años que, sin saberlo, habría estado visitando a los hermanos Mucutuy, cuando aún el equipo de rescatistas no daba con su paradero.
De hecho, una de las teorías sobre sus idas y venidas sugiere que Wilson quería llamar la atención de los soldados para que lo siguieran hasta donde se hallaban los menores. Esto se habría comprobado con los dibujos que Lesly y Soleiny hicieron durante su proceso de recuperación en el Hospital Militar, de Bogotá.
Sin embargo, a su salida de la selva, en la tarde del viernes 9 de junio, Wilson aún no había sido encontrado. El país parecía estar divido entre la celebración por el rescate de los niños y la incertidumbre de lo que pudo haber pasado con el canino, hasta que el martes 13 de junio se hizo tendencia en Twitter el hashtag #AparecióWilson.
Cientos de usuarios de la red social se sumaron a la conversación compartiendo la “noticia” y celebrando las buenas nuevas. Sin embargo, en la noche del mismo día la cuenta oficial de las Fuerzas Militares compartió un video de la ‘Operación Esperanza fase 2′, junto al siguiente mensaje:
“Estamos unidos para recuperar de la selva a nuestro comando canino Wilson y traerlo de regreso. ¡La #OperaciónEsperanza de las Fuerzas Militares de Colombia no finaliza hasta encontrarlo! #VamosPorWilson”.
Y en la mañana del miércoles reiteraron: “Avanzamos en la búsqueda de nuestro Comando canino Wilson. ¡Un comando no abandona a otro comando, ninguno se queda atrás! La #OperaciónEsperanza de las Fuerzas Militares de Colombia aún no termina #VamosPorWilson”.
Lo que quiere decir que, para el momento en el que fue publicada esta nota, el pastor belga aún no había sido encontrado, a pesar del esfuerzo de los 70 hombres del Ejército que aún permanecen en la zona, atentos a cualquier pista.
Ellos se han encargado de hacer todo lo posible por localizarlo: “Se empezó a dejarle comida en lugares específicos y se le llevó una perrita en celo para lograr atraerlo con el olfato…”, detalló el general Pedro Sánchez, quien tiene claro que su misión en la selva no ha terminado.
Pese a esto, no cesan los comentarios malintencionados, en algunos casos, o por desinformación, en otros, de quienes siguen utilizando el #AparecióWilson. Aunque, ya inició una campaña masiva para desmentir el más reciente caso de fake news.
¿Cómo fue el proceso de formación de Wilson?
Wilson se formó durante 13 meses en la especialidad de rastro e intervención del Centro de Entrenamiento y Reentrenamiento Canino de la Escuela de Ingenieros Militares de Bogotá, por donde, según su fundador, Edgar Fontechua, “han pasado, aproximadamente, unos 17 mil hombres y 17 mil perros. O sea, se han entrenado 17 mil binomios”; lo que hace del colombiano “uno de los ejércitos o, por no decirlo, el ejército más grande en unidades caninas que hay en el mundo”.
Y es que ya son 27 años de estar entrenando caninos; de ahí que, a la fecha, ya cuenten “con 18 centros, 2 criaderos y un centro de transición. Y lo más importante, con una amplia experiencia en crear ese vínculo especial entre el guía y el canino, que es la clave del éxito” en esta disciplina.
Según el sargento viceprimero Luis Fernando Seña, comandante del centro canino, “el amor por los perros nace desde el fundamento inicial de nuestros caninos que es el binomio: perro y soldado ¿Cuál es la buena relación del soldado, del guía? Desde que el soldado se levanta hace el aseo de su canil, lavar el perro, peinarlo, darle su alimentación, darle su comida, sacarlo a pasear y el vínculo más bonito entre ellos es el juego, que hace el soldado y el canino”.
“Los binomios se entrenan en diferentes especialidades”, la primera es la detección de sustancias, para la localizar narcóticos, explosivos u objetos fuera de lo común en instalaciones.
La segunda es el rastro o la intervención, con la que el can es entrenado para descender en soga desde un helicóptero y luego rastrear o intervenir en la zona.
La tercera es el desminado humanitario, con la que llegan a olfatear o barrer hasta 600 metros cuadrados en un solo día. La cuarta, conocida como el rasgo especifico, les permite partir de un olor para seguir el rastro de una persona.
Y la quinta, búsqueda y rescate, los hace capaces de detectar olores bajo escombros. “Estas especialidades, a pesar de ser un trabajo que se presta, para estos perros siempre será un juego” y una clase de bendición para el hombre o, como diría el abogado estadounidense George Graham, su mejor amigo.