Henry Guerrero, líder indígena uitoto que hizo parte del grupo que encontró a los niños perdidos en la selva amazónica, entre los departamentos de Guaviare y Caquetá, explicó que a uno de los niños le encontraron en la boca una semilla de una fruta conocida como milpesos.
“Al niño pequeño se le encontró con una pepa que nosotros llamamos milpesos, que ahorita estamos en cosecha. Esa pepa se machuca y da un buen jugo, muy bueno. Ellos se mantenían comiendo eso porque la ración de comida que encontraron (en el avión y de las raciones que les lanzaron los militares) se les acabó, entonces se mantenían comiendo frutas silvestres. Lo que nos dimos cuenta es que las frutas que están en cosecha en esta época son el juan soco y el milpesos”, dijo Guerrero.
Según dijo el líder indígena, esos dos frutos no solo eran usados por los niños para alimentarse, sino por los equipos de rescate también para soportar las extensas jornadas de búsqueda en la espesa selva.
El milpesos, cuyo nombre científico es Oenucarpus bataua aracaceae, es una de las palmas más comunes en los bosques húmedos de los llanos del país y las tierras bajas, según el Instituto Amazónico de Investigaciones Científicas - Sinchi.
Su cosecha se da entre febrero y junio, justo para la época en la que ocurrió el accidente. “Se encuentra en el norte de Suramérica, desde Brasil, Perú y Colombia, alcanzando hasta el este de Panamá. En Colombia se reporta en la Amazonia, los bosques de galería de los Llanos Orientales, el Catatumbo, el Magdalena Medio (Antioquia. Boyacá, Santander), el Bajo Cauca, el Alto Sinú y el Pacífico, desde Urabá hasta Nariño. Común y a menudo localmente abundante”, agrega el Sinchi.
La otra fruta consumida por los menores, el juan soco (Couma macrocarpa), es un fruto parecido a la ciruela. El árbol que la produce es de rápido crecimiento sobre zonas húmedas, de acuerdo con Sinchi. Al estar maduro, el juan soco contiene “una pulpa amarillenta, dulce y deliciosa muy apetecida por humanos, aves y otros animales”, según la Corporación Autónoma Regional del Centro de Antioquia (Corantioquia).
También es conocida como avichure, y según la cuenta de Twitter Frutas de Colombia, “su cáscara sin ser rígida es firme y permite su transporte sin deteriorarse. Sus semillas son comestibles y tienen una textura similar a un chicle”.
El acceso a estas dos frutas y a abundante agua fue fundamental para la sobrevivencia de los cuatro menores durante los 40 días que pasaron entre el momento en el que se estrelló la aeronave en Solano (Caquetá) y el momento en el que fueron encontrados. Para eso fue fundamental el conocimiento de la mayor, Lesly Mucutuy (13 años), que ya es considerada la heroína al proporcionarle a sus hermanos los elementos necesarios para sobrevivir.
Así lo comentó la médico-pediatra Clemencia Mayorga, para quien el acceso a las dos frutas y a agua fue fundamental para que los niños estén con vida, pero también el conocimiento de los dos hermanos mayores. “A mí me parece muy importante destacar las capacidades de los dos niños grandes para cuidar a los niños pequeños. Es clarísimo, para mí, que quien les salvó la vida a los niños pequeños, y especialmente al de 11 meses, fueron los niños grandes”, le dijo la experta al diario El Tiempo.
El abuelo de los niños, don Narciso, contó en una entrevista para la Revista Semana que los menores estuvieron durante cuatro días al lado del avión alimentándose de “fiambre, tres libras de marinitas, polvo de yuca, eso comían ellos ahí”. Cuando terminaron esas raciones, se fueron selva adentro para encontrar más alimentos. “Comenzaron a andar buscando pepas, o sea frutas silvestres”, le dijo el abuelo a ese medio.