El locutor y disc-jockey Sergio Ortegón presenció en la tarde del viernes (9 de junio) un preocupante caso de acoso laboral en el que, por poco, intervienen los visitantes y trabajadores del centro comercial Unilago (norte de Bogotá), para “tomar justicia por mano propia”.
“La gente lo quería linchar porque le rompió la cabeza a su empleada”, incluso, con la Policía en el lugar, atendiendo el caso. Y es que, tras un llamado al sistema de emergencias de la ciudad se presentaron para esposarlo y conducirlo hasta la estación.
Sin embargo, al llegar se encontraron con una turba de la que tuvieron que proteger al agresor durante varias horas. Gritaban cosas como: “voy a traer el palo de la escoba para darle palo a esa gonorrea”.
Así que, luego de tres horas de intentar contener a los demás trabajadores del centro comercial, se vieron obligados a prestarle un casco, antes de abandonar el local.
Sin embargo, al no poder ver terminó golpeándose la cabeza con el techo de la patrulla, en lo que internautas coincidieron al llamar karma instantáneo.
Tras confundir a un domiciliario con un ladrón, comunidad quemó su moto y hurtó sus pertenencias
Sebastián Torres, un joven de 24 años que en sus tiempos libres trabaja como domiciliario para cubrir los gastos de su carrera en ingeniería sanitaria, fue brutalmente atacado por un grupo de personas en el barrio Pontevedra, al noroccidente de Bogotá, luego de que una mujer lo acusara de haberla robado.
Mientras esperaba el cambio de semáforo en una de las calles que atraviesa esta pequeña comunidad, una mujer, que iba de parrillero en otra motocicleta, se bajó del vehículo y empezó a golpearlo, entretanto gritaba a los cuatro vientos que Sebastián había tomado sus pertenencias; específicamente, su celular, a manera de hurto.
“Se baja la persona de la moto y empieza a pedirme un celular, pero trata es de quitarme el mío. Ahí es cuando empiezo a pitar y a pedir ayuda, pero siento como un machetazo en la parte de atrás. Ya cuando veo que eso, pues salgo a correr”, relató el joven en una entrevista concedida para Noticias Caracol.
En uno de los videos que circula en redes, se aprecia como un taxista que se estaciona detrás, agrede a Sebastián por la espalda, propiciándole un machetazo, antes de que este intentara avanzar en el vehículo, buscando protegerse.
La turba, ensañada con Sebastián, requisó sus pertenencias una y otra vez buscando el supuesto celular que se había robado, pero, al no encontrar nada, incineraron su motocicleta y se quedaron con todo lo que llevaba: “Cuando me pegaban me robaron mi celular, mi billetera, las llaves de la moto”.
Como si no les hubiera bastado con golpearlo. “Me dejaron sin nada. Sin un medio de transporte para trabajar. Yo trabajaba con la moto. Estudio ingeniería sanitaria y en mis tiempos libres trabajaba con ella”, lamentó, en medio de la impotencia y la desesperación.
La justicia por mano propia se ha convertido en un fenómeno recurrente, por cuenta de las demoras en los procesos investigativos y la inacción de las autoridades; sin embargo, al no existir un juicio pueden cometerse injusticias e, incluso, delitos como en el caso de Sebastián.
Ricardo Burgos, también penalista, fue enfático en el tema: “Lo que permite la ley colombiana es capturar a la persona que presuntamente cometió un delito y llevarla ante las autoridades competentes. Nada de golpearlos hasta casi matarlos o quemar los vehículos en los cuales están transitando”.
Un tema que es abordado por Iván Javier Mojica Rozo, en uno de sus textos: “Aunque hacer un seguimiento a las cifras de linchamientos puede resultar complicado porque, según, ‘la policía rara vez hace un registro sistemático de estos hechos’, algunas evidencias nos permiten ver un aumento de estos casos, tanto en Colombia como en América Latina. Una de las representaciones más comunes, y a la vez más peligrosas de este fenómeno, es el acto del linchamiento, el cual ha llegado a dejar hasta 140 muertes en un año”.