El senador Alex López Maya no estuvo de acuerdo con que el Pacto Histórico eligiera a Roy Barreras para ser el presidente del Congreso durante la primera legislatura, un periodo clave para el Gobierno. La forzosa salida del jefe de la mesa directiva le dio la oportunidad de remplazarlo, aunque apenas por unas pocas semanas, que lo convierten en el primer congresista de izquierda pura en ocupar esa posición.
La misión que recibió no será fácil: debe aprovechar el tiempo hasta el 20 de julio para impulsar las reformas del Gobierno nacional, como se lo encomendó el presidente Gustavo Petro. “Les juro por el amor que le profeso a Dios, que no hemos venido a destruir este país, no hemos venido a acabar con Colombia”, señaló al ser elegido por el Senado.
López Maya es senador y presidente del partido Polo Democrático en el que ha militado la mayor parte de su vida política. Pero sus posturas vienen desde cuando era muy joven, estudiante de la Universidad de Buenaventura en la que se formó como abogado, como líder estudiantil y comunitario.
Se crio en el barrio San Marino de Cali, un sector popular, en un hogar de trabajadores. Desde joven se vinculó a Empresas Municipales de Cali –EMCALI- en la que trabajó como obrero de acueducto y en la que se convirtió en uno de los líderes de SINTRAEMCALI.
En 1999 fue elegido director del sindicato, lo que lo convirtió en objetivo militar de grupos paramilitares, que lo llevaron a exiliarse porque lo iban a asesinar. La muestra fue la identificación por parte de sus escoltas de una mujer que fingía ser vendedora de dulces e informaba de todos los movimientos de López Maya.
Volvió en 2001, pero la persecución no paró. El recibimiento fue una llamada a la sede en la que preguntaron por AlexÁnder López y dejaron el mensaje: “Dígale a esos hijueputas que le vamos a volar esa mierda de sindicato”. Los amedrentamientos que venían del bloque Calima, liderado por Hevert Veloza, alias HH, quien aseguró que la orden fue impartida por Carlos Castaño para asesinar al líder sindical.
Su vida sindical no fue fácil. Vio varios compañeros morir en medio de una persecución que se incrementó en 1998 con advertencias de bomba contra sus sedes, agresiones de miembros de la fuerza pública contra sus miembros y seguimientos. En 2004 los miembros de ese sindicato empezaron a recibir amenazas de muertes que les llegaban por cartas y personas vestidas de civil o con uniforme militar. Señalaban que habían sido infiltrados por agentes de inteligencia.
Para ese año se conoció un plan para asesinar a López Maya y la defensora de derechos humanos Berenice Celeita Alayón en una acción denominada “Operación Dragón”. La denuncia fue desestimada en un primer momento, pero la Fiscalía encontró después que sí existía y de ella hacían parte militares activos y retirados que habían conseguido información clasificada de varios sindicatos del Valle.
Los paramilitares veían como un riesgo la defensa de López Maya de los derechos de los trabajadores y la férrea oposición a la privatización de las empresas públicas de la capital caleña, pero se mantuvieron incluso cuando renunció al sindicato (2002) y llegó a la Cámara de Representantes.
No fue sino hasta cuatro años después que se dictaron las primeras detenciones de un teniente coronel, dos mayores retirados y dos directivos de SERACIS, una empresa de vigilancia que prestaba servicios al Estado. Pero en 2011 se cambió la acusación por concierto para delinquir simple y quedaron en libertad.
Durante su periodo como congresista fue víctima de un montaje judicial que buscó justificar los ataques de su época sindical porque, supuestamente, tenía nexos con la guerrilla. El testigo de esa afirmación, Francisco Javier Taborda Gómez, fue condenado por la Fiscalía por fraude procesal y falso testimonio.
Se convirtió como uno de los líderes del Polo Democrático y quienes llevaron a acompañar a Petro en el Pacto Histórico. Su nombre sonaba para ser el presidente del Senado, pero la mayoría habría elegido a Barreras en un proceso que, para López Maya, no fue concertado ni democrático. Ahora llega a presidir la cámara alta como una cara más cercana a la lucha del mandatario desde la izquierda, convencido de las reformas.