“Colombia está cerca de convertirse en narcoestado”: el duro mensaje de José Félix Lafaurie

El presidente ejecutivo de Fedegán indicó que buena parte de la violencia que vive el país es consecuencia de las 300.000 hectáreas de coca y los negocios subsidiarios. Además, expresó que las bandas dedicadas al microtráfico también se especializaron en extorsionar

Guardar
José Félix Lafaurie, presidente ejecutivo
José Félix Lafaurie, presidente ejecutivo de Fedegán, se despachó contra el narcotráfico.

Un desesperanzador panorama de violencia por cuenta del narcotráfico y los múltiples negocios subsidiarios reveló el presidente ejecutivo de la Federación Colombiana de Ganaderos (Fedegán), José Félix Lafaurie, en su más reciente columna de opinión titulada “Si por el campo llueve, por la ciudad no escampa”, en la que expuso las cifras más recientes de asesinatos, extorsión e índices de crimen organizado y de paz global.

De entrada, aclaró que el título de su escrito se refiere a la inseguridad que golpea los territorios infestados de la violencia desatada por 300.000 hectáreas de coca y los negocios subsidiarios: minería ilegal, extorsión y secuestro.

Dijo que esta violencia, como “vasos comunicantes”, golpea por igual a las ciudades, infestadas de bandas del microtráfico que se especializaron en la extorsión como ingreso ilegal complementario, sobre todo en las principales ciudades.

Cifras de asesinatos de la Policía Nacional de Colombia citadas por Lafaurie

José Félix Lafaurie citó cifras de asesinatos de la Policía Nacional de Colombia. Expuso lo siguiente:

  • El asesinato viene presentando alguna disminución frente a 2022, pero no para alegrarse, pues entre enero y abril se completaron 4.119 casos.
  • Entre las ciudades, Bogotá lidera la lista con 341 homicidios intencionales, 118 con “arma blanca”, un eufemismo macabro para el “acuchillamiento”, 184 con arma de fuego y 39 por otros medios.
  • Cali, que cabe algo más de tres veces en Bogotá, es la ciudad más peligrosa con 332 asesinatos, seguida de Cartagena (120), Medellín (112) y Barranquilla (110). Estas cinco capitales suman el 25% del total de asesinatos.

El presidente ejecutivo de Fedegán agregó que la desastrosa situación actual de inseguridad en las ciudades es multicausal.

“La pobreza es una de esas causas, por supuesto, sobre todo si a la nuestra debemos sumarle la de los inmigrantes venezolanos, con una participación cada vez mayor de esta población desarraigada en los altos niveles de violencia urbana”, anotó.

Sin embargo, apuntó que si los cultivos ilícitos y el narcotráfico son el mal de males en los territorios, el microtráfico lo es en las ciudades, donde se replica el modelo de control territorial y de dominación social mediante una combinación de violencia que, además del asesinato, incluye el reclutamiento de menores convertidos en adictos, la extorsión al comercio, el robo, la trata de personas y cuanta conducta criminal permita su condición sanguinaria y armada frente a comunidades inermes.

Un atentado a la Policía
Un atentado a la Policía en Norte de Santander dejó una mujer civil y dos uniformados fallecidos. Twitter: @catatumboctibu2

Indicadores de extorsión

Lafaurie también dio a conocer algunos preocupantes indicadores de extorsión. Son los siguientes:

  • Además de la distribución minorista de la droga, las bandas microtraficantes se “especializaron” en la extorsión como ingreso complementario.
  • En todo el país, con un subregistro altísimo e imposible de estimar, durante 2022 se presentaron 8.745 denuncias.
  • Entre enero y abril van 7.616 casos, un 87 % del total del año anterior. De seguir la tendencia, una simple regla de tres indica que se podría llegar a diciembre con más de 22.000 denuncias.
  • En Bogotá creció el 3,9% durante el primer trimestre de 2023.
  • En Medellín el 258%. Para Barranquilla, donde la extorsión creció entre enero y abril, un 443% frente al mismo periodo de 2022, con inmenso subregistro y afectación mayoritaria en barrios populares; una especie de extorsión “gota a gota” de baja cuantía, pero de gran impacto social en comunidades necesitadas de apoyo, que no de esta criminal exacción de sus ya escasos recursos.

José Félix Lafaurie afirmó que no es en vano que, en la última medición del índice mundial del crimen organizado (2021), hecha por la Iniciativa Global contra el Crimen Transnacional Organizado, Colombia ocupa el segundo lugar entre los 193 Estados de la Organización de las Naciones Unidas (ONU).

“Somos el tercer país con más actores criminales, con una calificación de 9,5 sobre 10 en tráfico de cocaína y de 8,0 en tráfico de armas y cannabis. El Índice de Paz Global, elaborado por varias entidades internacionales especializadas, con datos de la Unidad de Inteligencia de The Economist, ‘mide el nivel de paz y la ausencia de violencia de un país o región’, y en ese ranking obtuvimos, para 2022, el deshonroso puesto 144 entre 163 países”, precisó.

Además, cuestionó que esto “es algo realmente desesperanzador; nos muestran lo cerca que estamos de convertirnos en un narcoestado sin porvenir y, sobre todo, lo lejos que estamos de la prometida paz ‘estable y duradera’”.

La llegada de Lafaurie a la mesa con el ELN

Sobre su llegada a la mesa de diálogo con el ELN, el líder gremial recordó que Gustavo Petro ganó la Presidencia con una serie de propuestas e intenta cumplirlas y una de ellas es, justamente, el cumplir con el primer punto del acuerdo de La Habana que implicaban tres millones de hectáreas para dárselas a los campesinos sin tierra.

“Evidentemente, durante seis años me opuse radicalmente al proceso que se surtió con las Farc, porque ese proceso, el único elemento del modelo de desarrollo que tenía en cuenta era el desarrollo rural y la tierra. Me quedé solo, dando una pelea que no fue nada fácil. En consecuencia, entendí muy rápidamente que sin Fedegán y contra Fedegán iban a cumplirlas, y me propusieron un acuerdo de guerras y acepté firmar el acuerdo”, indicó.

De acuerdo con Lafaurie, a partir de allí, el Gobierno consideró que al representar una opinión de centro derecha en Colombia, bien valía la pena formar parte de una delegación de un gobierno cuya inclinación política es más próxima, en lo ideológico, a ciertos sectores de izquierda radical, como puede ser en lo eventual el ELN.

Guardar