Advierten que aumento de aranceles, como lo propone Gustavo Petro, es sinónimo de más pobreza

El decano de Economía de la Universidad del Rosario, Miguel Gómez Martínez, manifestó que “en las guerras comerciales los que finalmente pagan los platos rotos son los ciudadanos”

Colombia podría lesionar las relaciones comerciales con otros países si sube aranceles para importación de productos.

La subida de aranceles para proteger los sectores de la industria, la agricultura y el trabajo nacional, así como para contrarrestar el elevado nivel de las tasas de interés que propuso el presidente Gustavo Petro la primera semana de mayo sigue dando de qué hablar, ya que los empresarios del país, exactamente importadores y exportadores, no lo ven con buenos ojos, debido a que se encarecerían muchas cosas y Colombia lesionaría las relaciones comerciales con otros países.

Además, de lo anunciado por Petro, el ministro de Comercio, Industria y Turismo, Germán Umaña Mendoza, confirmó que el Gobierno está dispuesto a hacerlo, así como tomar medidas antidumping.

No obstante, al rechazo de los empresarios se sumó ahora la voz de un experto. Se trata del decano de la Facultad de Economía de la Universidad del Rosario, Miguel Gómez Martínez, expresidente de la Federación de Aseguradores Colombianos (Fasecolda).

Al respecto, Gómez Martínez afirmó que el aumento de aranceles es sinónimo de más pobreza.

“Subir los aranceles para proteger la industria nacional es una receta que siempre y en todas partes ha aumentado la pobreza”, anotó el economista al advertir que subir los aranceles, que son los impuestos que se deben pagar cuando se importa un bien o un servicio al país, no mejorará la situación de la economía.

“Lo que tiene golpeado el consumo nacional es la inflación, que es un fenómeno mundial. Frenar el aumento de los precios es prioritario para que el poder de compra de los ciudadanos se recupere. Aumentar los aranceles se traducirá en más inflación y en más contrabando”, resaltó Gómez Martínez.

Por eso, dijo que es importante tener en cuenta que la razón por la cual se importan productos al país es porque no se tiene suficiente producción local o porque los costos son más elevados que los que se registran en otras economías.

“El Gobierno debería concentrarse en mejorar la productividad del país. Cerrar la economía nos expondría a retaliaciones de otros países que no estarían dispuestos a aceptar que Colombia tomara unilateralmente decisiones contra sus intereses”, advirtió.

Según el Decano de Economía de la Universidad del Rosario, “en las guerras comerciales los que finalmente pagan los platos rotos son los ciudadanos, quienes tendrán menos disponibilidad de productos y a precios más altos”.

Miguel Gómez Martínez, decano de Economía de la Universidad del Rosario. Universidad del Rosario.

No es una buena idea

Para el presidente de la Asociación Nacional de Exportadores (Analdex), Javier Díaz Molina, en definitiva, no es una buena idea del Gobierno nacional subir estos aranceles. Esto, debido a que lo que sucederá es que los productos importados serán más costosos, por lo tanto, se castigaría al consumidor final.

Díaz Molina, en una columna de opinión para La República, escribió que en la actualidad hay múltiples insumos que importa Colombia y que se necesitan bien sea para consumo interno o para la elaboración de productos de exportación.

“Esto, sin lugar a duda, nos haría perder competitividad en el exterior. En principio, estos aranceles no se podrían aplicar a países con los cuales tenemos un tratado de libre comercio vigente”, advirtió.

Sin embargo, anotó que si el Gobierno nacional invoca el argumento de seguridad nacional para aplicarlo, esto podría afectar las relaciones con esos socios comerciales, ya que estos no se quedarían quietos y podrían también imponer a Colombia barreras comerciales.

Javier Díaz Molina, presidente ejecutivo de Analdex.

Anotó en la columna que aun cuando la Organización Mundial del Comercio (OMC) permite generar protecciones por razones de seguridad nacional, el Gobierno traza una línea gris que agrega interpretaciones que podrían llevar en el futuro al incumplimiento de acuerdos internacionales.

Enfatizó que la implementación de este tipo de aranceles puede llegar a tener objetivos legítimos bajo la seguridad nacional, pero al no ser “taxativas” las situaciones de aplicación se genera una situación de incertidumbre jurídica que podría ir en contravía a las investigaciones administrativas previstas en la OMC.

Según él, con este tipo de normas se sabe dónde se inicia la aplicación, pero no dónde termina o queda el límite.