En un desgarrador testimonio, Manuel Ranoque, padre de los cuatro menores desaparecidos tras el accidente de la avioneta Cessna U206G, que cubría la ruta entre Araracuara (Amazonas) y San José del Guaviare, el primero de mayo, se desahogó y mostró su impotencia por no haber dado aún con el paradero de sus pequeños.
Ranoque, el progenitor de Lesly Jacobombaire Mucutuy, de 13 años; Soleiny Jacobombaire Mucutuy, de 9; Tien Noriel Ranoque Mucutuy, de 4, y Cristin Neriman Ranoque Mucutuy, de 11 meses, agradeció el apoyo de los más de 130 hombres de las Fuerzas Especiales que hacen parte de la Operación Esperanza, como también más de 90 integrantes de las diferentes comunidades indígenas que se han internado en la selva, para apoyar las labores que ya completan 24 días.
“Anímicamente, puedo decirle que no estoy bien porque esto es un golpe duro, pero sí tengo mucha fe en que posiblemente estaré con mis hijos, con mi familia, que es lo más importante”, expresó Ranoque en un video difundido a través de las redes sociales de las Fuerzas Militares.
El hombre lamentó las condiciones climáticas adversas que han imperado en la zona, lo que ha dificultado las labores diarias, ante la tupida selva que hace la atmósfera densa y las jornadas pesadas de sobrellevar.
Aferrado a un milagro de la Madre naturaleza
El padre ya ha recorrido más de 600 kilómetros tras cualquier pista que pueda llevarlo al reencuentro con los menores. Junto a él, nativos de la zona, y otros que han llegado desde el Cauca, Caquetá y Putumayo, siguen tras el rastro de los menores desaparecidos, quienes siguen sin ser hallados.
Es una búsqueda calificada como contrarreloj, pues a medida que pasan las horas, las posibilidades de hallar sanos y salvos a los niños parece desvanecerse. Aunque el balance de las jornadas es todavía negativo, el hombre no pierde la fe.
Todo ha sido una seguidilla de acontecimientos, que abrieron una luz de esperanza. “Primero fue encontrar la avioneta y ver el estado en el que está (...) Para mí es totalmente difícil cree que el poder de Dios existe y es por eso que ellos siguen con vida y los tendremos con vida, junto con todos nosotros”, dijo ilusionado en que sus esfuerzos darán fruto.
Y dejó en claro que están pidiendo permiso al territorio, pues son respetuosos de la Madre naturaleza.
Al conmovedor relato de Ranoque, se suma el de uno de los integrantes de las Fuerzas Especiales, quien confesó que han sido días complejos, en los que han puesto sus capacidades en un terreno agreste.
“De todas maneras, el entrenamiento lo hace a uno más fuerte cada día. La verdad uno en estos momentos piensa en sus hijos y la verdad no me quiero ni imaginar qué se le puede pasar por la cabeza a ese señor padre”, manifestó el uniformado, quien por lo que significan estos niños para su padre espera una señal que los lleve al objetivo.
Con porciones de arroz chino que han llevado comandos de la Fuerza Aérea Colombiana (FAC) se alimentan los guerreros que se abren paso por entre la vegetación. Es como si se estuviera buscando “una aguja en un pajar”, por lo que cualquier tecnología o conocimiento no puede ser descartado.
Como mencionó el Ejército, un plato “que en la civilización pueden parecer común y corriente en el día a día”, ahora se convierte en un verdadero manjar en medio de la adversidad. Y los desafíos constantes que significa esta lucha contra la adversidad, “lo que llenará, aún más de energía, a los hombres y mujeres que están en la zona de búsqueda”.