Las delegaciones del Gobierno y la guerrilla del ELN informaron que retomaban el desarrollo de la agenda luego de haber tomando una pausa a causa de la segunda crisis del actual proceso. Ya se hicieron las claridades respecto a las declaraciones del presidente Gustavo Petro para destrabar la discusión.
A través de un pronunciamiento conjunto, las delegaciones informaron el 17 de mayo que retoman “las sesiones ordinarias de la Mesa de Diálogos, después de haber hecho un primer intercambio de aclaraciones sobre las recientes intervenciones del presidente, Gustavo Petro”.
El mandatario había generado molestia en los delegados de la guerrilla por asegurar, durante un encuentro con generales del Ejército y la Policía, que los frentes del ELN estaban dedicados a las economías ilícitas y que el conflicto ya no era ideológico. Además, cuestionó que los comandantes tuvieran unidad sobre toda la organización.
Para la delegación insurgente, esa descripción de la guerrilla desestimaba el reconocimiento político sobre el que se sustenta la negociación de paz. Declararon una pausa en las conversaciones hasta que se formularan las claridades correspondientes.
Las delegaciones se comprometieron a articular el Acuerdo de México, en el que se definió la agenda de diálogos que guiará la negociación, con “el conjunto de acuerdos que se han hecho en la Mesa con las visiones y propuestas aportadas por el Presidente de la República”.
Como lo había solicitado la insurgencia, se reafirmó una vez más el carácter político de la mesa, sus acuerdos, que implica reconocer al ELN como una organización armada rebelde, es decir en confrontación con el Estado, más que dedicada a las economías ilícitas.
“Continuaremos desarrollando una visión conjunta del conflicto y de las salidas que requiere el país”, señalaron las delegaciones lideradas por Otty Patiño, delegado por el Gobierno, y Pablo Beltrán, comandante del ELN.
Las delegaciones reiteraron el compromiso para lograr, en este tercer ciclo, acuerdos de cese al fuego bilateral y nacional, participación de la sociedad en la construcción de paz y acciones y dinámicas humanitarias. “Ratificamos nuestra firme decisión de permanecer en la mesa hasta lograr un acuerdo de paz con las transformaciones que necesita el país”, dijeron los negociadores.
El comunicado terminó con un clamor para que Estados Unidos deje de considerar a la República de Cuba como un estado patrocinador del terrorismo, pues fue a causa de su calidad de garante de ese proceso que terminó denunciada por el pasado gobierno. Ahora es la sede del tercer ciclo de conversaciones, pese a las consecuencias que le acarreó en el pasado.
La solicitud de retirar al ELN de las organizaciones terroristas ya la había expresado el presidente Gustavo Petro durante una declaración conjunta con el presidente del Gobierno de España, Pedro Sánchez.
Con este comunicado, el senador y delegado del Gobierno, Iván Cepeda, dio por “superado incidente en la mesa de diálogos”. Previamente la delegación había emitido un comunicado en el que señaló que la negociación estaba soportada en la arquitectura institucional, el ordenamiento jurídico constitucional y la legitimidad del reconocimiento de los países garantes.
Además, frente a las críticas de la delegación insurgente, señalaron que “la Política de Seguridad, Defensa y Convivencia Ciudadana “Garantías para la Vida y la Paz” del actual gobierno está basada en los principios de la seguridad humana priorizando la protección de la vida, de las personas, de la naturaleza y de las libertades humanas y, por tanto, difiere notablemente de las antiguas doctrinas de seguridad”.
La pausa en las conversaciones no significaba una suspensión de los diálogos, sino que se dejaba de trabajar en la agenda para centrar las conversaciones, bajo sesiones extraordinarias, a resolver la crisis y solucionar las dudas que presentaban los miembros.