En noviembre de 1985 sucedió la tragedia de Armero, un pequeño pueblo ubicado en Tolima, que dejó más de 20 mil personas muertas, entre esas Omayra Sánchez, una niña de 13 años, que se convirtió en el símbolo de la tragedia.
Omayra quedó atrapada bajo el lodo y los escombros de la avalancha, y debajo de ella quedaron sepultados su padre y otros familiares. La niña luchó por su vida durante 60 horas sin perder la fe. La imágenes de la época la mostraban siempre tranquila, en medio del dolor, y rezando todas las oraciones que se sabía: el padre nuestro, el avemaría...
Pese a no perder la esperanza, tras estar bajo el lodo más de tres días, en un momento la menor se despidió y finalmente dejó de respirar: “Mami, te quiero mucho, papi, hermano. Adiós, madre”, fueron las últimas palabras de Omayra.
La escena, que fue transmitida en medios de comunicación, marcó a tantas personas que con los años en su memoria la convirtieron en centro de sus oraciones. Por eso, casi 30 años después, turistas y peregrinos visitan el lugar donde fue enterrado el cuerpo de Omayra para pedirle milagros y rezar en su nombre. Incluso, algunos hablan de beatificarla, ya que existen personas que señalan que tras orarle se les han cumplido sus peticiones.
En muchos de los casos, los creyentes señalan que tras orar en nombre de la menor que murió en 1985, esperan tres días, los mismos que la menor duro luchando por su vida, y de forma milagrosa se les cumple lo que piden.
La revista Semana puedo reunir algunos de los testimonios de personas que han logrado cambiar su vida tan solo con orarle a Omayra; en uno de esos casos, una mujer llamada Eugenia, oriunda de Melgar, señaló que luego de ser diagnosticada con cáncer, se salvó de forma sorprendente, pese a los diagnósticos médicos: le aseguraron que para salvarse debía operarse. Eugenia prefirió no hacerlo porque con la cirugía había loa posibilidad de no quedar en embarazo, por lo que prefirió visitar la tumba y orarle por el milagro. Tres meses después de su visita se realizó nuevamente los exámenes médicos y la masa maligna había desaparecido.
Otro caso es el de una mujer chilena llamada Francisca, que le mencionó al medio colombiano que un día se encontraba viendo televisión y salió una nota sobre lo sucedido en Armero; en ese momento se acordó de Omayra y que había escuchado que muchas personas le tenían fe. Ese día necesitaba un milagro, pues estaba en una larga lista de espera para ser operada de la vesícula, pero su estado de salud cada día estaba más deteriorado. En ese momento rezó con mucha fe y pasado tres días de forma inexplicable recibió una llamada del hospital que le confirmaba que sería operada rápidamente.
“Yo sabía que era la niñita Omaira la que había intercedido para que Dios me ayudara. Por eso corrí a una capilla a agradecerle. Espero algún día visitarla en Colombia”, dijo la mujer a la revista, que recordó que en 1985 tenía casi la misma edad que la menor que hasta el día de hoy es recordada.