La celebración de la edición 35 de la Feria Internacional del Libro de Bogotá con México como país invitado ha propiciado un encuentro cultural de dos países unidos por algo más que la sangre. El intercambio de influencias entre ambos países es un hecho ineludible, y es así como mientras en Colombia se acogió la ranchera con un entusiasmo que rivaliza con el de sus propios creadores, México también hizo suya la cumbia y la ha interpretado a su manera hasta volverla parte de su identidad.
El domingo 30 de abril, el Teatro Colón de Bogotá albergará una nueva demostración de los rasgos más notables de la cultura mexicana que, con seguridad, despertará el interés de la capital del país. En el marco de la FILBo, el Mariachi Real de Jalisco y el Ballet Folklórico de México darán un show muy especial en el centro de Bogotá donde se dará una peculiar exhibición de cómo un cúmulo de influencias muy particulares permiten la posibilidad de hacer una amalgama entre la música ranchera y el ballet.
El evento se divide en dos partes. La primera, tendrá lugar a la 1:30 p. m. en la Plazoleta del Centro Nacional de las Artes, y en ella estará todo el Mariachi Real de Jalisco con sus doce músicos que mantienen viva una tradición que se remonta a su fundación en 1963, y que les ha ganado la consideración como el mariachi con más tiempo de actividad y de mayor repertorio en México. Prueba de ello es que han incorporado al mismo, desde temas de The Beatles hasta cumbias colombianas, pasando por repertorio tradicional de Lola Beltrán, Vicente Fernández o Miguel Aceves.
La segunda parte tendrá lugar en el Teatro Colón a partir de las 5:00 p. m., y en ella el Mariachi Real se presentará junto al ballet, en una colaboración que también se remonta a varias décadas y donde noche tras noche se redefine la noción popular tanto de ballet como de la música ranchera. Los bogotanos tendrán la oportunidad de atestiguar de primera mano en un show que deja en claro el porqué de su estatus como embajadores de la cultura mexicana.
Infobae Colombia habló con Carlos Antúnez, coordinador artístico del Ballet Folklórico de México sobre las relaciones entre la cultura de ambos países, la interacción entre el ballet y el mariachi, su adaptación a los tiempos que corren, y de la responsabilidad de representar a su país cada noche sobre el escenario.
¿Es la primera vez que el Mariachi Real de Jalisco y el Ballet Folclórico vienen a Colombia?
No, de hecho, hemos tenido el privilegio de venir bastante seguido. En los últimos diez años hemos estado unas cinco veces en Bogotá, y también nos hemos presentado en Medellín y Cali, donde tuvimos la oportunidad de estar en la Bienal Internacional de Danza. Entonces somos asiduos y felices visitantes de Colombia.
Colombia y México tienen una larga relación de intercambio cultural, prueba de ello es que son el país invitado para esta edición de la Feria del Libro. La ranchera también es un gran ejemplo de ello, porque fue adoptada en ese tránsito que ambas sociedades hicieron del campo a la ciudad.
Desde el punto de vista particular del Mariachi Real de Jalisco y del Ballet Folclórico, ¿cómo se ha desarrollado su relación con nuestro país?
México y Colombia son hermanos en muchos sentidos. En lo cultural y en lo cotidiano, también. Lo sé porque lo he visto de primera mano. Colombia es el único país donde se escucha igual o más música mexicana en la vida diaria que en México. Y lo mismo pasa en México, porque ya nos apropiamos de la cumbia, y en toda fiesta que se respete tiene que haber su buena dosis de cumbia. Tenemos algo en la sangre, en la cultura, en la alegria de celebrar, que ambos países compartimos.
La verdad es que cuando los mexicanos venimos a Colombia nos sentimos como en casa en muchos sentidos. Se parecen nuestra alimentación, nuestra música, nuestra manera de ser, y de alguna manera se parece a nuestra cultura porque por todo bailamos, por todo celebramos, y eso hace que nos podamos entender. Todas las ocasiones que hemos venido, aquí específicamente en Bogotá hemos sido de la mejor manera recibidos dentro y fuera del escenario. En el aeropuerto, en el hotel, en la calle cuando nos encontramos a las personas y cuando saben que somos mexicanos nos hacen sentir más que bienvenidos. También pasa en la función, porque el público colombiano conoce a veces más que nosotros mismos lo que se está haciendo en la actualidad con la música mexicana, y especialmente con la música de mariachi.
Una de las cosas que Colombia y México han compartido en la historia reciente es la forma en que la tradición musical de ambos países se ha fusionado con los ritmos contemporáneos. En el caso particular de México y de la ranchera, ha permitido la aparición de proyectos como Flor de Toloache. ¿Cómo repercute en ustedes esta nueva manera de concebir el folclor?
Es algo que comparten ambos países, ciertamente. Nuestra tradición se ha ido construyendo a través de las diferentes fusiones y se está construyendo todos los días. No es como una postal de una foto del pasado, sino que esta sangre nueva, estas nuevas generaciones, quieren seguirse sintiendo identificados con la música y la danza de cada uno de nuestros países. Entonces por eso es que incorporan estos ritmos con los que se sienten identificados con la música y la danza de cada uno de nuestros países. Específicamente el Ballet Folklórico de México seguimos optando por una línea tradicional, pero de alguna manera venimos haciendo nuestro tránsito al siglo XXI en diferentes vertientes. Por ejemplo, en la cuestión del sonido, esta fidelidad que ahora se consigue con la tecnología actual, también la iluminación en los espectáculos hace que conecte con las nuevas generaciones, o las proyecciones multimedia con las que ahora acompañamos nuestras presentaciones. Eso es exactamente lo que están haciendo las nuevas propuestas de música tradicional en México y en Colombia. Lo de hoy es la fusión.
¿Cómo se da esa relación entre el ballet y el mariachi en el escenario? ¿Qué le aporta uno al otro, ya sea en la creación de los pasos o en la propia musicalización?
Primero que nada, déjeme platicarle que el mariachi es un elemento muy nuevo en el ballet. Apenas tiene 45 años. Son 45 años ininterrumpidos de relación, y la verdad es que es un gran mariachi. No es solo un mariachi mexicano, son grandes músicos y especialistas cada uno en su instrumento, y quien los escucha en su país o fuera de su país inmediatamente reconoce la calidad y la experiencia. Son 12 maestros los que traemos acompañando al ballet, y lo que aportan en primer lugar es algo poco usual en el mariachi y es una enorme disciplina, puntualidad, e integridad.
Me explico. A veces los músicos en general dependen mucho de su inspiración, y en la interpretación de cada pieza pueden variar la velocidad, inclusive algunas notas porque así lo dicta su interpretación. Pero en el ballet el trabajo debe ser muy estricto. Cuando se está creando una obra, ahí es cuando ellos opinan o adornan una pieza, pero cuando ya está montada son muy estrictos en el sentido de poder replicar la pieza cada noche con exactitud para que no se alteren la coreografía o los pasos, o todo lo que involucra el espectáculo. Ese es uno de los secretos de por qué esta relación ha durado tanto.
Son 60 años de historia los que acumula el Mariachi Real de Jalisco. ¿Cómo se lidia con la responsabilidad de preservar un legado familiar, pero a la vez el legado de todo un país?
Ese es un punto clave. Por supuesto, nosotros como mariachis nos representamos, pero también representamos la cultura de un país, la cara más bonita de nuestro país y eso genera una gran responsabilidad. Lo hacemos con muchísimo gusto, pero entendemos esta responsabilidad. Por eso trabajos de manera estricta, comprometidos, con emoción, pero sin dejar que esta supere a la disciplina y la concentración.
¿Qué pueden esperar los asistentes al Teatro Colón del Mariachi Real de Jalisco este domingo?
Primero que nada, mucha alegría. Van a tener al alcance de la mano un mosaico de lo que es la cultura mexicana. Quien nunca ha visto el ballet va a entender por qué los mexicanos y los colombianos nos sentimos tan identificados con nuestras culturas. Van a conectarse con nuestro pasado, presente e inclusive con nuestro futuro. Se van a divertir, lo garantizo.