La historia es una disciplina que se ve en la necesidad constante de reinventarse, de sumar narrativas o de ponerlas en consideración de una lectura general de nuestro paso por el mundo. La historia de Colombia no es una excepción a la regla y, en un país donde se debate la forma y el contenido de su enseñanza en los colegios, existe una tensión particular (pero no exclusiva, por supuesto) relacionada con lo que generaciones anteriores dan por sentado, y lo que las nuevas generaciones incorporan a este relato colectivo.
Ese proceso exige un rigor y una disciplina renovados y acordes con los tiempos que corren. Eso fue lo que consiguió el historiador Felipe Arias Escobar a lo largo de los 12 capítulos de “¿Otra Historia de Colombia?”, un ejercicio donde propone una narración concisa, atrapante y fluida sobre los acontecimientos que dieron forma a nuestro país desde las primeras migraciones de grupos humanos en nuestro territorio, pasando por la construcción de una identidad nacional desde distintos ámbitos de la vida nacional, hasta llegar al presente y plantear los retos que presenta el futuro.
Incluso considerando la complejidad de un esfuerzo de esas características, “¿Otra Historia de Colombia?” logra despertar la curiosidad tanto de niños como de adultos por su estilo de escritura accesible, pero profundo en sus explicaciones. Además de darle visibilidad en su interior a otras historias no tan difundidas, como ocurre con el caso de la mujer que lideró la primera marcha obrera en la historia del país, o el por qué del apoyo que ciertos grupos indígenas le dieron a los conquistadores españoles durante su avance por el país, aporta nuevos aspectos para entender (y a veces hasta replantear) lo que se suele dar por sentado.
Infobae Leamos habló con el autor, reconocido por su trabajo de divulgación cultural en Señal Memoria de RTVC, previo a su participación en la Feria Internacional del Libro de Bogotá 2023, donde hará la presentación de ¿Otra Historia de Colombia? este sábado 29 de abril, a partir de las 6:00 p.m. en el Gran Salón Raíces F.
— ¿Cómo surgió la idea de escribir ‘Otra Historia de Colombia’?
— Principalmente, de mi preocupación porque el trabajo de historia crítica que ha hecho la academia durante décadas llegué de forma eficiente al gran público, especialmente a las y los jóvenes.
“¿Otra historia de Colombia?” es ante todo una recopilación de esos conocimientos de un pasado diverso desde lo regional, lo étnico, lo socioeconómico o las visiones de género, que han sido tan importantes en el reconocimiento de la nación plural del 91, pero que aún el ciudadano de a pie no percibe a la hora de representar su propio pasado.
El libro es así una apuesta personal de un trabajo de divulgación y gestión de patrimonio que hacemos una generación de historiadores e historiadoras en redes sociales, entidades culturales y medios de comunicación.
— Uno de los aspectos que más llama la atención en este libro es que, aparte de la bibliografía para las respectivas fuentes, al final de cada capítulo realiza un listado de recomendados. ¿Cómo llegó a la conclusión de que era necesario incorporar esto en el libro?
— La construcción de conocimiento histórico es un ejercicio conjunto. Los divulgadores solemos ser la voz visible ante el público, cómo pueden serlo los maestros y las maestras en el aula; sin embargo, ese es un esfuerzo precedido por otros más silenciosos y, para su fortuna, alejados de la presión de efemérides o coyunturas: la investigación académica o los procesos de memoria colectiva de las comunidades.
Es importante que el lector conozca ese trabajo precedente, no solo para reconocer que el conocimiento divulgado tiene unas fuentes, sino para que, como lo decimos en esa sección, sigamos aprendiendo y profundizando. En eso también ayudan mucho las fuentes audiovisuales (documentales y películas) que aunque son pocas y dispersas, hay un acervo ya significativo para contar nuestra historia desde el periodo prehispánico hasta hoy.
— Entre las historias curiosas, me gustaría que nos contara un poco sobre los españoles que apoyaron el proceso de Independencia. ¿Por qué sucedió? ¿Qué factores lo hicieron posible?
— Pasa que hay cosas que uno considera normales pero que acaban sorprendiendo al lector. Había españoles independentistas, porque compartían las ideas liberales que en Europa y América condujeron a la formación del estado de derecho (que es en últimas lo que acá llamamos la Independencia).
Son personajes fascinantes. Por la misma razón Morillo persiguió a algunos y algunas, como José Ramón de Leyva, oficial de Nariño en la campaña del sur, o María Remedios Aguilar, una comediante que servía de espía a los patriotas. Aunque el propio Morillo estaba convencido de que aquel era un proceso irreversible.
— ¿Cuál es el mayor desafío de la divulgación histórica en la actualidad?
— Principalmente, la falta de público. Y eso se debe al desdén con el que tradicionalmente se han mirado los espacios de divulgación (museos, entidades culturales, medios públicos). Mucha gente con acceso a internet y espíritu crítico se queja de que a sus hijos no les enseñan historia o que no hay contenidos, pero tampoco consumen críticamente lo que existe, mucho menos lo llevan a sus entornos familiares o sociales. Hay materiales didácticos, documentales, libros de acceso gratuito, series de ficción que le costaron millones al erario, además de una difusión que se hace a diario en redes sociales, radio o televisión. El Museo Nacional, La Tertulia o el Museo de Antioquia ponen pendones sobre sus actividades del tamaño de una valla que cualquiera que pase por el frente los ha visto.
Por supuesto que falta muchísimo trabajo por hacer y hay grupos poblacionales absolutamente desatendidos por nosotros, pero en esa tarea ayudaría mucho la retroalimentación de un público mucho menos indiferente.