La popularidad de Beatriz Pinzón Solano llevó a la popularización de una novela que contaba la historia de una mujer que, aunque tenía una gran inteligencia, fue juzgada por su apariencia física. Con el paso de los años, Yo soy Betty, la fea se convirtió en una de las producciones más relevantes en la historia de la televisión colombiana, inclusive, ha sido traducida a 25 idiomas.
Y es que desde los primeros capítulos muchos colombianos quedaron enamorados de Beatriz Pinzón, un personaje carismático, pero que sufrió toda su vida por los desplantes que la gente le hacía por su apariencia física, lo que llevó a los televidentes a empatizar con la que se convertiría en la mano derecha de Don Armando, el presidente de una empresa dedicada a la creación y confección de ropa.
Con el paso de los capítulos, Betty se convirtió en la única persona capaz de revelar la realidad detrás del estado financiero de Eco Moda, pero no fue capaz, sino hasta cuando Armando reconoció que la había enamorado para que ella no hiciera público el verdadero balance de la empresa.
Este tipo de detalles han hecho pensar por muchos años que Beatriz era una víctima de las circunstancias y que luego de conocer los planes de Armando Mendoza tomó la valentía de mostrar el balance real en aquella épica escena en la sala de juntas de Ecomoda.
Pero, y qué tal si todo lo que hemos pensado de Beatriz está mal, y no era una víctima, sino que evolucionó hasta convertirse en una antiheroína en la historia. Pues eso fue lo que se conoció tras un análisis de la novela y en la que se “busca determinar un carácter antiheróico manifestado por el personaje mismo, su nombre: Beatriz Pinzón Solano”.
El análisis fue presentado por Angélica María Padilla Pardo en un trabajo de grado titulado ‘Beatriz Pinzón Solano, la antiheroína’ para la licenciatura en Educación básica con énfasis en humanidades y lengua castellana de la Universidad Distrital Francisco José de Caldas.
En el análisis Angélica Padilla comenzó por explicar que de entrada Beatriz evidencia un rasgo característico de un héroe posmoderno al estar desilusionada de su realidad, de su aspecto y de lo que ese tema le puede llegar a afectar para obtener un empleo.
“El primer elemento que aparece en el personaje es un rasgo del héroe posmoderno que es aquel que se haya desilusionado de su realidad. Este componente atiende a la génesis del concepto de antihéroe con respecto al nacimiento de Betty, quien considera que su aspecto físico es una barrera para obtener un empleo”.
Según continúa el análisis, las características de antihéroe van apareciendo, inclusive, Angélica analizó la resignación de Betty con su aspecto, lo que la lleva a reír para no llorar, cosa que se puede tomar como un rasgo del antihéroe.
“Betty tiene varios mecanismos para poder enfrentar la realidad de su entorno. En medio de su resignación, en tanto su apariencia, Betty ha tomado el camino de hacer mofa de sí misma, por lo que ríe para no llorar. Esto lo logra a través de un humor mordaz, un rasgo del antihéroe”.
Angélica explicó que aunque Beatriz Pinzón sea un antihéroe, eso no la convierte en una villana dentro de la novela, pues todas sus experiencias personales y las cosas que ha tenido que enfrentar la llevaron a convertirse en un espejo de lo que se puede considerar como heroína.
“Se puede decir que el antihéroe es un espejo del héroe en la medida en que, como concepto deductivo, ha nacido de todas las transformaciones del héroe, llegando al punto de ser un personaje que se ha nutrido de todo lo que se llega a considerar diferente al héroe -sin entrar en la villanía-”.
Angélica agregó que, “Betty es una antiheroína que nace como una heroína posmoderna y termina como una heroína moderna confundida en sí misma. Sin embargo, el centro de sus acciones tiene que ver, específicamente, con el actuar de un antihéroe que es lo que realmente atrapa al espectador de la telenovela”.