Los actos de violencia e intolerancia que se han llevado a cabo durante el primer semestre de competición del fútbol colombiano colmaron la copa de la Dimayor y los planteles profesionales que han sido los principales afectados. Por esta razón, se llevó a cabo una reunión informal en la sede de la Federación Colombiana de Fútbol donde se plantearon diferentes soluciones al problema, siendo la reinstalación de vallas en los estadios una de estas.
Los enfrentamientos entre la barra Los Del Sur y el ESMAD en el Atanasio Girardot, la invasión al campo de los hinchas del Once Caldas al césped tras perder ante Alianza Petrolera y la agresión que sufrió un jugador de Millonarios por parte de un hincha del Deportes Tolima que también se coló al campo, fueron los motivadores de esta petición hecha al Gobierno Nacional, que ahora tendrá que evaluar su posibilidad.
Dentro del comunicado publicado por la institución reguladora del Fútbol Profesional Colombiano, se exigió la implementación de las vallas bajo los términos que abarcan la Ley 1270 de 2009 en la que se establecen los protocolos para la Seguridad, Comodidad y Convivencia en el Fútbol:
“Hacer un llamado al Gobierno Nacional y a las administraciones locales, bajo los términos de la Ley 1270 de 2009 y el Decreto 1717 de 2010, para que se cumpla el mandato de contar con vallas de separación entre las tribunas y el terreno de juego, lo anterior considerando los actos de violencia reiterada que afectan la integridad de las personas asistentes al estadio, así como la imposibilidad de controlar la conducta incorrecta de espectadores, a pesar de las sanciones establecidas en nuestro CDU”.
No obstante, dentro de la esfera deportiva la implementación nuevamente de vallas no es una solución efectiva e incluso puede llegar a traer más problemas para los asistentes al estadio. Hasta 2011 Colombia hizo uso de estos objetos en los estadios, cuando la FIFA les solicitó retirarlas para el desarrollo del Mundial sub-20.
Argentina es uno de los ejemplos a los que Colombia puede voltear a ver a primera vista para determinar si su instalación es una buena o mala idea. Una gran parte de los estadios de Primera División cuenta con el denominado “alambrado” para separar a los aficionados del césped y los resultados han sido variados.
El punto a favor que se ha podido ver, es que efectivamente al menos la integridad física de quienes están en el campo de juego es salvaguardada y los partidos se pueden llevar a cabo con normalidad. Sin embargo, al mismo tiempo esta representa un peligro para los asistentes al estadio.
Durante estos años casos de aficionados cayéndose de las vallas, golpeándose con ellas e incluso rompiéndolas para filtrarse al campo se han visto, además el enredo de algunas extremidades en las vallas representa también un aumento del peligro. De igual manera, los mejor llamados “inadaptados” siguen presentes en los estadios, así que el problema de raíz no es arrancado.
Lo que si se planta como una solución es la implementación definitiva y seria del proceso de carnetización, además de la instalación de sistemas biométricos que puedan identificar a los hinchas que incurran en actos violentos para no volver a permitirles el ingreso a ningún estadio del país por el resto de sus vidas.
La tragedia internacional en el fútbol que se dio por las vallas
Uno de los ejemplos más claros de que el uso de las vallas para separar a los hinchas del terreno de juego puede ser un arma de doble filo se presentó en Inglaterra en 1989. El Liverpool enfrentaba al Nottingham Forest por las semifinales de la FA Cup en el estadio de Hillsborough, mismo que presentaba vallas alrededor del campo.
Tal fue la asistencia al estadio que las personas comenzaron a acumularse en las tribunas y aquellas que todavía estaban por fuera comenzaron a empujar causando una avalancha. Allí los asistentes que se encontraban al frente quedaron atrapados entre la gente y las vallas terminando asfixiados. En aquella trágica ocasión 96 personas fallecieron y cientos salieron heridos.
Teniendo en cuenta el comportamiento de algunas de las tribunas en el fútbol colombiano, la posibilidad de que esto suceda es alta y podría terminar también en una tragedia, por lo que las vallas no se plantan como una solución viable.