Cómo está trabajando la inteligencia artificial para que la moda deje de ser una de las industrias más contaminantes del mundo, expertas responden

De acuerdo con lo que explicaron dos conocedoras del tema, la colombiana Sofia Loren y la española Mireia González, en una entrevista con Infobae Colombia, las nuevas generaciones han sido una pieza clave en el proceso de cambiar la narrativa de la moda

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Propuesta de Alta Costura del
Propuesta de Alta Costura del diseñador libanés Zuhair Murad en la Semana de la Moda de París. EFE/EPA/YOAN VALAT

De acuerdo con cifras reveladas por parte de ONU Medio Ambiente y de la Fundación Ellen MacArthur, al año, la industria de la moda puede llegar a gastar 93.000 millones de metros cúbicos de agua para su funcionamiento, cantidad de agua que, según el Banco Mundial, podría llegar a suplir las necesidades de unas cinco millones de personas en lo que respecta a este líquido vital. En otras palabras, de acuerdo con datos de la Conferencia de la ONU sobre Comercio y Desarrollo, la industria de la moda es la segunda más contaminante del mundo.

En un artículo hecho por Mireia González, consultora de moda y codirectora del máster en Dirección y Creación de Marcas de Moda de ES Design, escuela de diseño española, se expone la forma en la que la industria, en los últimos años, ha estado dedicando sus esfuerzos para darle un giro a esa historia.

En una conversación con Infobae Colombia, la experta entregó detalles acerca de lo que se está tratando de implementar en Europa para modificar viejos métodos. Así mismo, en una charla con este portal, Sofía Lauren, fundadora de LULHOUSE, tienda de ropa de segunda mano colombiana, habló de los retos que enfrenta el país dentro de este mismo tema.

Algo similar explica Sofía Lauren,
Algo similar explica Sofía Lauren, fundadora de LULHOUSE. Según ella, “no necesitamos más de lo que ya está fabricado”

A lo que se refiere González en su artículo, llamado “Sostenible, diversa y más humana, así será la moda eco en el 2023″, es a que la moda 4.0 “llegó para quedarse”. Esto, señala ella, se refiere a la reducción de producción en masa, o a lo que se conoce popularmente como ‘fast fashion’, prendas que con el tiempo terminan en el olvido.

Así mismo, la autora destaca que dentro de esto está la creación de un espacio en el que la originalidad y el respeto a la diferencia sea de los principales objetivos. Según especifica la experta, en la actualidad, la moda es la responsable del 10% de emisiones de CO2 (dióxido de carbono) del mundo.

En este nuevo panorama entran a jugar un papel muy importante las nuevas generaciones. Para González, la llamada ‘generación Z’ es clave.

“Una nueva generación de jóvenes. Creo que es súper importante destacar que ya no están tan interesados en ese consumo rápido, aunque no todos son así, tenemos una generación Z que, por un lado, puede consumir cosas muy baratas y muy rápidas y luego, en paralelo, compran de segunda mano. Estamos viendo cifras de un 70% de prendas vintage en el armario de la generación Z. Estamos viendo un cambio de paradigma en la industria. La industria se ha dado cuenta de que también tiene que crear nuevos relatos”, dijo en su conversación con este medio de comunicación.

FOTO DE ARCHIVO. Una modelo
FOTO DE ARCHIVO. Una modelo de la casa de moda Hanae Mori presenta esta creación en la colección de alta costura Primavera/Verano 2003 en París, Francia. 21 de enero de 2003.

Los jóvenes de la actualidad, dice González, han redescubierto la calidad, por lo que un buen vestido puede valer más que cinco prendas recién compradas. “Con el vintage, entonces, el armario de la abuela es la verdadera revolución. Eso significa que van a empezar a apreciar de nuevo las materias naturales, las chaquetas bien cortadas (...) por ejemplo la marca más buscada en internet de segunda mano es la de Vivienne Westwood, que es una marca de los años 90″, sentenció.

Y es que la contaminación del planeta en lo que respecta a la industria de la moda también recae en el consumidor, recalca la experta. “Por ejemplo, en Europa, se usa cada prenda de las que compramos una media de 8 veces. Muchas de ellas se tiran, incluso, con etiqueta”, argumentó.

Algo similar explica Sofía Lauren, fundadora de LULHOUSE. Según ella, “no necesitamos más de lo que ya está fabricado”.

“Es una locura ver cómo los materiales de nuestras prendas han cambiado, estamos acostumbrados a que en la actualidad una camiseta de fast fashion nos dure menos de 10 lavadas. Desde ahí podemos concientizarnos del impacto en producción, la contaminación que genera fabricar una prenda (realmente billones) y ver qué no va a durar nada. El secondhand es una opción perfecta para buscar alternativas de consumo más responsable, teniendo en cuenta que, al fin y al cabo, son prendas que ya están fabricadas, que son de mejor calidad y que, dependiendo de la curaduría, pueden estar en perfecto estado”, detalla.

Chanel en su colección primavera-verano
Chanel en su colección primavera-verano 2022. EFE/EPA/CHRISTOPHE PETIT TESSON.

Hace cinco años, señala Mireia, el imaginario de la Alta Costura parisina se concentraba en ideales que, ahora, son obsoletos, por ejemplo, “modelos de belleza blancos y europeizados, de extrema delgadez, haciendo oda a lo ostentoso e inalcanzable, con pieles naturales engalanando las pasarelas y tallas mínimas estableciendo un estándar de belleza irreal”.

Fue en la más reciente versión de la semana de la Alta Costura, comenta, que se pudo percibir un desvío en aquel camino tradicional. Lo que prevalece ahora es “una confección centrada en reducir al máximo los desperdicios, optimizar los materiales y darles un tratamiento adecuado a los recursos, acorde a la filosofía del zero waste”.

¿Cómo se logra esto? ¿Qué métodos se están utilizando para ello?

Son varios, dice Mireia, depende de la marca de la que se esté hablando. A grandes rasgos, se está utilizando la inteligencia artificial, por ejemplo, para contar las lentejuelas exactas que se necesitarían para hacer una pieza, esto evitaría el gasto innecesario de material. También se habla de la creación de avatares para que la gente se vea así misma usando las prendas que piensan comprar, esto generaría una compra más consciente, pues el cliente sabría que estaría adquiriendo y cómo podría combinarlo con lo que ya tiene.

“El camino que también estamos valorando sería el de producir menos, es decir, si acertamos más con las prendas, ya sea porque son más del gusto del cliente o porque estéticamente le van a quedar mejor, se supone que produciremos menos y sobre todo también tendremos menos devoluciones”, añadió en su charla con Infobae Colombia.

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Imagen de archivo de un desfile de Bottega Veneta. EFE/EPA/Daniel Dal Zennaro

¿Cuáles son los principales retos de la implementación de estos ideales?

En su conversación con este medio de comunicación, Mireia González reveló que dentro de los principales obstáculos para ofrecer este tipo de servicios está, por ejemplo, el costo.

“Desde el mundo de la moda siempre la ilusión es ser cada vez más personal, pero también es verdad que la industria tiene unos costes y si quieres comprar barato, o por lo menos accesible, con la gran inflación que tenemos en este momento en el mundo, es difícil. Es decir, las cosas ya no volverán a ser baratas. Esta es la última década, seguramente, que las cosas son baratas. La moda se tiene que reconvertir en otra cosa, entonces si no puede ser barato tampoco podrá ser todo lo personal que nos gustaría, pero habrá muchas maneras de hacerlo”, reiteró.

“Lo más importante es empezar por concientizarnos y analizar nuestra manera de consumir. Teniendo en cuenta tantas opciones, lo ideal sería buscar información para lograr un fondo de armario, lleno de básicos que se puedan mezclar entre sí, una vez hecho esto, es súper importante identificar nuestros gustos y comodidades y creo que ahí ya cada quien le puede dar su toque dependiendo de su estilo y personalidad. Los accesorios también son una excelente herramienta en este caso, ya que siempre podemos generar un diferenciador con estos”, agregó Sofía Loren a la conversación.

De acuerdo con lo que
De acuerdo con lo que explicaron dos conocedoras del tema, la colombiana Sofia Loren y la española Mireia González, en una entrevista con Infobae Colombia, las nuevas generaciones han sido una pieza clave en el proceso de cambiar la narrativa de la moda

Y en Colombia, ¿Cómo vamos?

Sofía Lauren, fundadora de LULHOUSE, en una entrevista otorgada a Infobae, habló de cómo se aborda este debate en el país, siendo Colombia un escenario en crecimiento para la creación de empresas que trabajan en pro de crear un espacio de moda basado en la sostenibilidad. Bajo el lema ‘Sustentability is the new black’ o, en español, ‘la sustentabilidad es el nuevo negro’, Sofía se ha encargado de generar un negocio que busca darle nuevas oportunidades a prendas que, para su dueño o dueña original, ya no tienen una vida útil o atractiva en su armario.

“Creo que es súper importante reconocer el crecimiento que está teniendo el slow fashion y second hand en Colombia. La industria cada día crece más, las personas se están informando y se están preocupando por consumir de una manera mucho más consciente, mediante la implementación de materiales reciclados; producciones reducidas; apoyo a marcas locales con propuestas muchísimo más sostenibles de las que tiene el fast fashion. Siento que es un camino gigante, aún nos queda demasiado por recorrer, pero ya está empezando a reconocerse y valorar mucho más el movimiento”, inició diciendo.

Desde su empresa, de hecho, según recalca, la curaduría para seleccionar las prendas que comercializará es ‘súper extensa’. “Siempre encontramos trajes de los años 80, en perfecto estado”, enfatiza.

“Creo que al ser una prenda ‘única’ ya le da bastante identidad y personalidad al outfit, la tendencia va más allá de lo visual. En la actualidad la tendencia es concientizar y buscar formas de consumo diferentes a las que han estado estructuradas durante tanto tiempo. Esto se refleja. Es increíble que, incluso, cuando estás caminando por la calle, logras identificar un outfit “vintage” o “second hand” por el mismo estilo de la persona. Por esto muchas marcas de producción masiva están intentando imitar esta tendencia”, concluyó.

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