En el año 79 el Vesubio entró en erupción, la ceniza y productos piroclásticos sepultaron a las ciudades de Pompeya, Herculano y Estabia. 1.750 años después del estallido de ese volcán, la familia Arboleda construyó en Popayán una casa inspirada en las ruinas de la ciudad romana.
Se trata de la Casa del Poeta Soldado, que perteneció al político y literato caucano Julio Arboleda. Su construcción se ordenó en 1829 y se considera una de las primeras edificaciones republicanas del país. El patio de la casa está inspirado en La Casa dei Vetti de Pompeya, la misma que hace pocos meses reabrió sus puertas tras una restauración de 20 años.
Lejos de ser una curiosidad, la Casa del Poeta Soldado evidencia que la Antigüedad grecorromana no solo se encuentra en el Viejo Mundo, sino que arraigó y prosperó en tierras americanas. De ello dan testimonio múltiples fuentes, tales como discursos políticos, diseños arquitectónicos, obras de arte, obras literarias, teatrales y toponimia, por mencionar algunos.
Estos vestigios también son estudiados por historiadores, filólogos y arqueólogos, es una rama de los estudios de la Tradición Clásica, conocida como Recepción Clásica. La cual está centrada en la relectura y apropiación de la Antigüedad grecorromana a lo largo del tiempo.
Este tipo de estudios e investigaciones cuentan con una larga existencia en países como los Estados Unidos o Francia, ya que, durante los procesos revolucionarios de finales del siglo XVIII, las ideas sobre Roma jugaron un papel central, tanto para los “padres fundadores” como para los “revolucionarios franceses” en el diseño de las futuras repúblicas. Pero en los países latinoamericanos en general y en Colombia en particular aún es una tarea pendiente.
No obstante, distintas iniciativas buscan subsanar esta situación, ejemplo de esto es el proyecto La Antigüedad modernizada: Grecia y Roma al servicio de la idea de civilización, orden y progreso en España y Latinoamérica (Antimo), que busca estudiar cómo la Antigüedad grecorromana ha sido utilizada como referente por aquellos que han pretendido transformar la sociedad bajo el lema de la modernización, tanto en España como en América Latina.
Los investigadores principales del proyecto son la historiadora Mirella Romero Recio, catedrática de Historia Antigua de la Universidad Carlos III de Madrid y Jesús Salas Álvarez, Profesor Titular de la Universidad Complutense de Madrid. Pero no son los únicos, pues el equipo está conformado por más de 21 investigadores, presentes en Colombia, México, Puerto Rico, Chile, Brasil, Panamá, y España.
Una de esas investigadoras es la colombiana, Laura Buitrago, que actualmente estudia a los viajeros latinoamericanos en el mundo grecorromano, como parte de su trabajo de doctorado, ella explicó que:
“Para los americanos, los griegos y romanos fueron referentes políticos y culturales. Al menos para ciertos grupos sociales, particularmente a finales del siglo XVIII y durante el siglo XIX. De esa época provenían los personajes políticos que admiraban, las obras arquitectónicas que consideraron magnificas, las tradiciones que relacionaron posteriormente con lo que se denominó como buen gusto. Esa pasión por la Historia Antigua se proyectó en diversos ámbitos que se pueden estudiar en la actualidad”.
Estos investigadores no están centrados en alabar el rol civilizador de las sociedades griegas o romana, sino en estudiarlo, por eso no extraño oír que critiquen la misoginia presente en las fuentes clásicas o la brutalidad con que funcionaba el Imperio romano, como ya lo hace la historiadora Mary Beard en la academia británica. Por eso son conscientes de que el acceso a Cicerón, Polibio o Marco Aurelio, por mencionar algunos nombres, estaba restringido a cierta elite hasta hace muy pocos años, Buitrago lo explica así:
“Durante los siglos XVIII y XIX en Latinoamérica, la aristocracia y la burguesía por medio de la educación accedieron a los clásicos. Hacía parte de la formación básica conocer historia grecorromana porque era su historia. Luego, algunos miembros de estos grupos proyectaron su predilección por la estética clásica a través de la arquitectura y el diseño, y de esta manera se dio a conocer a un público más amplio”.
“Pero, no solo en términos artísticos se recepcionó la Antigüedad, Ricardo del Molino García, docente de la Universidad Externado, en su libro sobre Griegos y Romanos en la Primera República Colombiana, estudia la forma en que diversos personajes políticos usaron referencias grecorromanas para justificar el proceso de independencia de países como Colombia” añadió la investigadora.
Por otra parte, la Doctora Mirella Romero Recio ha identificado, en su libro sobre Viajeros en Pompeya y Herculano, “Ecos de un descubrimiento: viajeros españoles en Pompeya (1748-1936)”, algunos viajeros latinoamericanos que visitaron los yacimientos napolitanos.
En el proyecto RIPOMPHEI, también dirigido por la profesora Romero Recio, identificó en el continente algunos casos de estilo pompeyano, como el de la Sala Pompeyana del Palacio de San Carlos, sede de la Cancillería Colombiana, o en la Casa de Monas, perteneciente a la familia de Bruno Maldonado. Pero que se repite en Ecuador con el Palacio La Circasiana; en Venezuela con la Villa de Santa Inés, por mencionar algunos de los 120 ejemplos rastreados en América latina por los investigadores.
Ahora, esta situación cambia en el siglo XX, con el desarrollo de la educación pública, pero sobre todo con la popularización del cine y otro tipo de industrias culturales, los conocimientos sobre la Antigüedad empiezan a estar más presente en la vida cotidiana de las personas. Por ejemplo, durante la Semana Santa el Imperio romano vuelve a ser actual de la mano de la pasión de Cristo.
“Aunque la Antigüedad ha sido objeto continuo de estudio histórico, se ha popularizado la idea de la Antigüedad que se ha construido a través de productos de entretenimiento y consumo masivo como el cine y las series, que han procurado hablar más de sus contextos particulares de creación que del relato histórico, tal y como ha analizado el historiador Oskar Aguado Cantabrana. El impacto de este tipo de productos ha favorecido la pervivencia de la Antigüedad en el siglo XXI, a tal punto que cuando pensamos en personajes de la política actual con los que no coincidimos, los equiparamos a emperadores romanos” explicó la historiadora.
Pero no es el único espacio, actualmente el profesor Del Molino investiga como se ha recibido la Antigüedad grecolatina en moteles y burdeles. Espacios que escapan a la elitización a la que ha estado sujetas la historia de los griegos y romanos, demostrando que esta parte de la historia de la humanidad no se encuentra en yacimientos, sino que está viva y convive permanentemente con el presente.